Muere Diego Armando Maradona

El mundo ha perdido hoy a una leyenda que no solo ha dejado su impronta en el deporte, sino también la historia global.

El deceso fue reportado más temprano por los diarios argentinos Clarín y La Nación.

Maradona estuvo al borde de la muerte en dos ocasiones por sus adicciones a las drogas y el alcohol en 2000 y 2004. En 2005 se sometió a bypass gástrico en Colombia y logró bajar 50 kilos.

En 2007 padeció una hepatitis tóxica aguda y en 2019 le colocaron una prótesis en su rodilla derecha.

En los últimos días allegados al exjugador de Barcelona, Napoli y Boca Juniors advirtieron que estaba deprimido y no quería comer, lo cual llevó a su abogado Matías Morla, a hospitalizarlo a inicios del mes.

En los últimos tiempos, Maradona fue director técnico de Dorados de Sinaloa en México por un año y a partir de 2019, estuvo al frente de Gimnasia y Esgrima de La Plata.

Deja atrás una turbulenta vida llena de hazañas, derrotas y sobre todo, polémicas.

Algunos quizá lo recuerden por su zurda magistral. Otros, por su irreverencia y sus frases históricas: no cabe duda de que ambas cosas lo convirtieron en una figura tan icónica como polémica. Pero si hay algo seguro, es que Diego Armando Maradona será recordado como uno de los nombres que marcaron un antes y un después en la historia del fútbol mundial.

Maradona comenzó a mostrar el perfil propio de un genio del futbol en una de las zonas más humildes de Buenos Aires.

Se trata de Villa Fiorito, el barrio que lo vio nacer el 30 de octubre de 1960.

Ahí se formó dentro y fuera de las canchas, hasta antes de cumplir 15 años, cuando su fichaje con Argentinos Juniors fue la oportunidad perfecta, no solo para dar el salto al futbol profesional cuando todavía era un adolescente, sino para sacar a su familia del desazón, la marginación y la miseria.

A partir de ahí, su técnica, su imaginación y su pegada casi perfecta lo catapultaron al estrellato mundial.  Pero primero vino la selección argentina.

Las gambetas de Diego cautivaron a César Luis Menotti, quien lo citó para defender a la albiceleste, pero luego lo dejó fuera del Mundial Argentina 1978 por su inexperiencia.

Pudo haber sido la primera Copa del Mundo en su vitrina, pero el destino lo hizo esperar.

El premio consuelo del Pelusa llegó 3 años después, cuando, ya consagrado como el mejor futbolista del momento, firmó con el club de sus amores, Boca Juniors.

Tras 2 años de proezas con los xeneizes, un Diego ya más hombre y máxima atracción de la selección de su país, desembarcó en Barcelona. Fue un paso sin penas ni glorias, y en el que el jugador apenas pudo exhibir destellos de su magia.

Las lesiones y una hepatitis le impidieron dar lo mejor de sí al Barsa.

Desde Italia, el Napoli vio la oportunidad de adquirir a un Maradona devaluado por aquel entonces.

Era 1984 y en el sur de Italia empezaba una historia de amor entre el diez argentino y la ciudad de la camorra. Dos scudettos de la serie a, una Copa Italia y una Copa Uefa fueron los títulos que Maradona le regaló a un equipo napolitano cuyo palmarés antes de eso, estaba casi vacío.

Sin embargo, la cumbre de su carrera, y quizá su vida, ocurrió en el Mundial de México 86.

Con información de AP/ CNN

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