Por: Fernando Espinosa Rúa
Este 19 de noviembre fue el Día del Hombre, ¿también tienen su día?, en efecto, y tiene el mismo sentido que el Día de la Mujer, si bien su origen fue para concientizar sobre los problemas de salud de ellos, actualmente esta sirviendo de marco para reflexionar sobre la masculinidad moderna, sobre los nuevos modelos positivos, camino en el cual las mujeres nos llevan una gran ventaja.
En este sentido, ser un hombre de verdad, tal vez sea una pregunta que pocos hombres se hacen, o tal vez sea una pregunta que se siguen formulando los adolescentes. “Se un hombre”, “responde como hombre”, “Compórtate como un verdadero hombre” son frases que se pueden escuchar a diario, pero no se logra entender bien su significado. A este respecto, Elizabeth Badinter, menciona “Implica que no se es algo que se dé por sentado y que la virilidad puede no ser tan natural como pretende”. Se dice que, para el hombre, la búsqueda de su identidad es más compleja que para las mujeres, pues para él se requiere aceptar y asumir un papel cultural que tradicionalmente se le exige ser, y eso puede ser hasta arbitrario y discrecional por parte de quien detenta algún poder.
El problema es que no basta con nacer hombre, aunque ya mostrarse como tal, es recibir una crianza basada en un privilegio, pero a diario un macho tendrá que demostrar a la sociedad que realmente lo es. Freud hablaba que las mujeres tenían el complejo de la envidia del pene, y según algunos de sus seguidores, él se refería a que ellas lo que verdad envidiaban es la serie de privilegios que él tiene solo por ser varón, pero también existe en el imaginario social el miedo a ser catalogado como homosexual o afeminado como si eso fuera lo peor.
A veces se dice que las mujeres prefieren a los hombres “verdaderos” con clara connotación sexual y genital, y para la idea opuesta se acuñó el clásico “pareces nena”, también figuran el “quiero encontrar en mi vida un verdadero hombre”, “un hombre en amplio sentido de la palabra”, algo difícil de entender, pues cabría preguntarse a qué se refiere “verdadero” y en qué contextos es válido.
En nuestra sociedad mexicana, el modelo tradicional masculino es el que define cómo deben sentir, pensar los varones y dicta las normas de lo que les está permitido o prohibido hacer. Aunque dichas normas no son muy rigurosas y fundamentadas. Sin embargo, la masculinidad es un conjunto de características, valores y comportamientos que una sociedad impone como el “deber ser”. Entre algunos de los atributos que se deben poseer para considerarse como un “verdadero hombre” están ser poderoso, fuerte, rudo, ocultar su miedo y su dolor, se fomenta la competencia entre ellos, en todos los ámbitos, incluido el sexual, y se expresa en poseer más mujeres, ser dominante, triunfador, seguro de sí mismo, decidido, agresivo, fuerte, arriesgado, poco emotivo.
La práctica de lo masculino suele identificarse con experiencias extremas, como el ganar batallas, seducir a mujeres o ejercer el mando, demostrar que eres más capaz que otros congéneres, ¡La pura adrenalina! Todo eso significará que serán más hombres y que tienen un material genético superior que merece ser trasmitido de manera prioritaria, se convierten en un “buen partido”.
Debe ser el proveedor de la familia, lo cual es una gran responsabilidad para él y que ciertamente lo libera de las tareas domésticas y cuidados. El hombre es el que sabe hacer casi de todo, ser mecánico, plomero, electricista, etc., saber resolver cualquier tipo de problema que se presente,
estar siempre presto a las relaciones sexuales. Además, como lo masculino debe ser lo contrario de lo que se considera femenino, tiene prohibido manifestar emociones como la ternura y la delicadeza, o sentimientos de debilidad como el llanto, el miedo y la inseguridad. Habrá que tener mucho cuidado de no caer para no perder la hombría.
Se impone una manera rígida de comportarse, basada en aspectos de poder y de violencia, características que él debe mostrar y reafirmar constantemente, es decir, siempre debe estar demostrando lo macho que es, aunque se equivoque, se contradiga y haga el ridículo en el intento.
Aunque en nuestra sociedad se espera que un hombre llegue a pensar, sentir y actuar conforme a un modelo de lo masculino, es difícil que algún hombre llegue a cumplir con todas estas exigencias. Lo mismo ocurre con las mujeres, toda vez que tienen que demostrar día a día que son femeninas y cualquier comportamiento fuera de este pueden ser catalogadas como marimachas.
Sin embargo, bajo estas premisas, los machistas no toleran ser contrariados y en muchas ocasiones se niegan a escuchar opiniones distintas, esto suele manifestarse como necedad; “no me importa lo que piense la gente”, como una forma autoritaria; “yo soy el que manda aquí”, incluso llegan a considerar poco varonil el tener que pedir perdón y rectificar. Cómo los conceptos de cómo ser hombre no son claros y específicos, se generan tantas ideas falsas en torno de cómo comportarse y no parecer mujer, que pueden entrar ideas que se nos pueden parecer inverosímiles, por ejemplo, para algunos el baile está considerado como un afeminamiento, en especial si piensan estudiar danza. Algunos no desean ir al médico, pues rompe con su concepto de macho, de soportar dolores y de verse avergonzados. Otros no quieren usar alguna crema en su piel, pues es algo femenino tener las manos limpias y cuidadas, incluso comer verduras y ensaladas, y así se podrá hacer una gran lista. Esto comprueba que no todos asumen el rol masculino en forma hegemónica y automática, pero estas preconcepciones se dan en una amplitud en el imaginario social.
Esto parecería ser propio de generaciones del pasado, pero aún hoy los chavos se burlan entre ellos, al decir “qué señora eres” o “siéntese ñora” si alguien se atreve a hacerse cargo del lavado de su ropa, de prepararse sus alimentos o no excederse en el consumo de alcohol y sustancias.
Grayson Perry, ha escrito un manifiesto para hombres titulado “La Caída del Hombre”, en el año 2018, donde analiza con humor fenómenos tan masculinos como la violencia, el exhibicionismo físico y la competitividad. Menciona que todo hombre simplemente por nacer con pene recibirá una educación diferente y siempre será a partir de un privilegio, más aún cuando este es blanco, rico y heterosexual. Su mirada del mundo será a partir de ese privilegio.
La contraparte de esta supremacía es que hoy por hoy son hombres quienes mayoritariamente incrementan las estadísticas de violencia, ya sea muertes o lesiones, son perpetradores de crímenes de alto impacto y más propensos al fraude y la corrupción, también son más proclives a las adicciones, los desórdenes mentales y las enfermedades, principalmente las crónico degenerativas. Bajo esta óptica algunos expertos empiezan a poner en duda de alguna manera al patriarcado como sistema de opresión, porque resulta que los opresores pagan un altísimo costo, aun así, confirman que el machismo campea y seguirá muy presente como fenómeno medible y demostrable.
Una de las propuestas que propone Grayson Perry, es renunciar a la voluntad de poder y asumir las emociones como parte esencial de nuestra felicidad.
¿Qué pasaría si redefiniésemos la vieja, machista y anticuada versión de la masculinidad para abrazar una nueva manera de “ser hombre” ?, hasta ahora han sido las mujeres las que han encabezado el debate sobre el género, al fin y al cabo, han sido ellas las que se han visto más oprimidas por sus restricciones, en el sentido de que se le adjudica un rol pasivo al respecto.
Sin embargo, como ya dijimos, también el hombre ha sido víctima de sus propios entuertos, aun y cuando éste ha estado privilegiado, porque recibe beneficios y no quiera arreglar algo que supone que está bien. Por lo mismo, retomando a Grayson, la masculinidad podría ser una camisa de fuerza que está impidiendo ser ellos mismos y en su afán de dominio se están descuidando aspectos esenciales de su propia humanidad. En esa lucha por querer ser masculinos, podrían estar impidiendo que su Yo sea más feliz y menos atormentado. Sin embargo, cada hombre tiene la capacidad de decidir si está de acuerdo con los patrones de conducta impuestos, o bien, prefiere vivir su masculinidad de manera diferente, a modo de que no exista una, sino muchas masculinidades.
Afortunadamente existen hombres que fueron educados fuera del machismo tradicional y otros que desde pequeños se han estado cuestionando acerca del “deber ser un hombre”, y han optado por un cambio, situación que no es fácil, ya que tanto hombres como mujeres no lo ven con buenos ojos, así que muchos de ellos tendrán que afrontar en sus culturas todo tipo de burlas, hostilidad y cuestionamientos acerca de su hombría. Saben que, al actuar con valentía, cuestionar las normas, alzar la voz y hacer públicas sus creencias y emociones se arriesgan a ser marginados y atacados por ser considerados raros y trasgresores.
Es de vital importancia que sepan que existen grupos de hombres que están apoyando a otros y en búsqueda de nuevas masculinidades, donde se reconoce que no es suficiente con ser buenos o sensibles con las mujeres, que no es suficiente con combatir el sexismo y la violencia masculina y su poder autodestructivo, sino que su lucha debe encaminarse en acciones proactivas, estratégicas, positivas, concretas y asumirlas con determinación y compromiso para erradicar las pautas de opresión, y junto con ello también sumar causas como el caso de la lucha contra el clasismo, el racismo y la homofobia.
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