NUEVA YORK (AP) — Libertad y Fraternidad, sí. ¿Igualdad?, no tanto.
Nacidos de una revolución por la libertad, los lazos entre Estados Unidos y su aliado más antiguo, Francia, han sido fraternales desde hace mucho tiempo, pero también han estado marcados por una profunda inquietud francesa sobre su equilibrio.
Las preocupaciones francesas sobre ser considerado el socio menor en la asociación se desbordaron la semana pasada cuando Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia anunciaron una nueva iniciativa de seguridad para el Indo-Pacífico dirigida a contrarrestar la creciente influencia de China. El llamado acuerdo AUKUS hundió un acuerdo multimillonario de submarinos que Francia tenía con Australia, pero, más alarmantemente para Francia, la pasó por alto, reforzando la sensación de inseguridad que ha obsesionado a París desde el fin de la II Guerra Mundial.
Francia ha resentido desde hace mucho tiempo lo que considera la arrogancia anglosajona en el escenario mundial y no ha titubeado para promover resistencia a percepciones del dominio anglo alemán en varios asuntos, desde comercio hasta conflictos.
Los presidentes estadounidenses a lo largo de décadas han desestimado las advertencias francesas sobre intervenciones militares, desde Indochina hasta Irak. Las lecciones aprendidas por Francia en Vietnam y Argelia no fueron escuchadas. Y, cuando Francia ha apoyado ocasionalmente intervenciones militares, como en Siria en 2013, los estadounidenses se han abstenido de dar un tratamiento recíproco.
Por ello, la última afrenta, AUKUS, resultó en un estallido de ira, con los franceses protestando airadamente y retirando sus embajadores en Estados Unidos y Australia, al tiempo que desdeñaban a Gran Bretaña en una manifestación abierta de siglos de rivalidad.
Francia argumenta que es un socio natural en una iniciativa para combatir una creciente asertividad de China en el Pacífico, con mucho más territorio, soldados e influencia en la región que Gran Bretaña, cuyo imperio se ha encogido a apenas una islita deshabitada allí. Como tal, Francia habría esperado haber sido consultada, particularmente por un gobierno estadounidense que ostensiblemente promueve la diplomacia multilateral y valora a sus aliados.
“Eso deja un sabor desagradable de ser desdeñado y apartado”, dijo Pierre Vimont, exembajador francés en Washington que ahora es socio en Carnegie Europe, una filial del Carnegie Endowment for International Peace. “Francia fue marginada totalmente por esta nueva alianza, incluso si no queríamos ser parte de la misma”.
Y, aunque funcionarios del gobierno de Biden se sorprendieron por la intensidad de la reacción francesa, muchos reconocen que el anuncio de la iniciativa fue manejado inadecuadamente, sin considerar cómo respondería París.
Con información AP