Los efectos de las cadenas de suministro comprometidas y el desabasto de microchips están causando importantes retrasos de entrega para la industria automotriz.
A raíz del desbasto de semiconductores, el inventario de vehículos en las agencias de distribución se ha convertido en un problema que las plataformas de venta de unidades de segunda mano han comenzado a capitalizar.
Miguel Ángel Bulnes, CEO de Caranty, plataforma de compra-venta de autos de segunda mano, explicó que este tipo de unidades experimentan lo que llamó “un congelamiento de su depreciación”, debido al desabasto de unidades nuevas en algunas agencias automotrices.
“Los autos usados se han encarecido de alguna forma y esto está totalmente relacionado al tema de los autos nuevos, derivado de todos estos factores de inflación, escasez que han provocado todo este encarecimiento. Sin embargo, desde mi punto de vista no ha habido un encarecimiento como tal, sino más bien, yo le llamó un congelamiento de la depreciación de los autos usados”, detalló Bulnes.
En el mismo sentido, Victor Castillero, director de suscripción de la firma aseguradora Quálitas reconoció que las unidades usadas han tenido una revaluación, en parte debido a las agencias intermediarias,
“Las unidades usadas empezaron a tener un revalúo por varios fenómenos. Porque el auto nuevo dejó de venderse y la participación en el mercado de estas empresas intermediarias en la venta de autos puso dentro del precio de venta sus honorarios y sus costos y eso hizo que el valor en el mercado se subiera (…) cosa que hizo que la gente empezara a sentir que sus carros (usados) valen más”, comentó Castillero.
En este contexto, los efectos de las cadenas de suministro comprometidas y el desabasto de microchips están causando importantes retrasos de entrega para la industria automotriz.
IHS Markit predice que se reducirá la producción mundial de vehículos ligeros en 2022 a 82.6 millones, un 9.3 por ciento menos que en 2021, mientras que para 2023 volvería a crecer hasta 92 millones de unidades.
Debido a ello, el reto para la industria es gestionar los retrasos sin perder clientela.
Al respecto, la consultora Pulso Psyma preguntó a las personas cuánto tiempo estarán dispuestas a esperar a la entrega de un vehículo nuevo, en la que encontró que, la mayoría de los clientes espera una entrega rápida de su vehículo nuevo, el 42 por ciento podría esperar hasta 15 días y 27 por ciento cinco días.
Incluso ahora, 17 por ciento estaría dispuesto a esperar hasta un mes la entrega del automóvil, 4 por ciento 60 días y sólo 11 por ciento más de 60 días.
Con información de El Financiero
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