Estas fotografías muestran animales no vistos en la naturaleza en décadas

Cuando el fotógrafo Marc Schlossman tuvo en sus manos un pájaro extinto y muerto, tuvo lo que él llama un “momento de conversión”.

Estando en la división de aves del Museo Field de Chicago con sus dos hijos pequeños en 2008, se dio cuenta de que el cajón de especímenes del que se había extraído el pájaro era el único lugar en el que alguien podía ver la especie aviar.

“Fue como un golpe en el estómago y pensar: ‘Hemos hecho mucho daño. ¿En qué clase de mundo queremos vivir? Ya es suficiente'”, dijo Schlossman, que reside en Londres.

La experiencia llevó a Schlossman, que se dedica a la fotografía medioambiental y de viajes, a preguntarse por qué la pérdida de biodiversidad se estaba produciendo tan rápidamente, si era demasiado tarde para hacer algo al respecto y, en caso contrario, qué se podía hacer. Lo que descubrió se convirtió en parte de su nuevo libro de fotografía, “Extinction: Our Fragile Relationship With Life on Earth”.

En la imagen, la portada de “Extinction: Our Fragile Relationship With Life on Earth”. Crédito: Marc Schlossman

A través de impactantes fotos de especímenes capturados durante casi 15 años después de aquella transformadora visita al museo, “Extinction” sirve tanto de advertencia como de esperanza: presenta animales extintos y en peligro de extinción que han sufrido pérdidas debido a la destrucción de su hábitat, la caza, el comercio legal e ilegal de animales silvestres, las enfermedades y otras amenazas de origen humano. Pero Schlossman señaló que no es demasiado tarde para algunas de estas especies en peligro.

En la foto, un ejemplar del Museo Field de un periquito de Carolina, una especie extinta que en su día fue codiciada por su colorido plumaje y que desapareció por una enfermedad. Crédito: Marc Schlossman

De las 82 especies que aparecen en el libro, 23 están extintas, explica Schlossman. “El resto han sido recuperadas del borde de la extinción como éxitos de conservación, o pueden salvarse con un sólido trabajo de conservación y preservación del hábitat”.

“Hemos hecho mucho daño como especie. Pero hay que seguir con lo que tenemos que hacer, porque estamos en un punto crítico de la historia”.

Se muestra un detalle de un ejemplar de tortuga gigante de Floreana de la colección del Museo Field. La especie fue cazada hasta su extinción en 1850. Crédito: Marc Schlossman

La llamada a la acción de Schlossman llega en un momento crucial, ya que la acelerada pérdida de biodiversidad mundial amenaza la interconexión y el futuro de todas las formas de vida, incluidos los seres humanos.

Pérdidas mundiales

La pérdida de biodiversidad significa que, a pesar de que hay unas 8,7 millones de especies en la Tierra, de las cuales entre el 85% y el 90% aún no se han descubierto, los científicos se encuentran en una carrera contrarreloj para entender cómo la disminución del número, la variedad y la variabilidad genética de las especies afectan a los ecosistemas, según Thomas Gillespie, profesor del departamento de ciencias ambientales de la Universidad de Emory en Atlanta.

“Estamos perdiendo especies potencialmente más rápido de lo que las descubrimos”, dijo, “y antes incluso de que nos demos cuenta de cuáles son sus funciones en los ecosistemas del mundo”.

La capacidad de Schlossman para documentar algunas de estas especies perdidas se remonta a la década de 1970, cuando, siendo adolescente, trabajó como voluntario en la división de mamíferos del Museo Field durante algunos veranos, dijo. Tras la visita al museo con sus hijos, se puso en contacto con el conservador del Field Museum, John Bates, para ver qué podía hacer como fotógrafo para contar las historias de ciertos especímenes de la colección del museo y ver hasta dónde podía llegar.

A lo largo de la siguiente década, fotografió su camino a través de especímenes de aves, anfibios, reptiles, peces, mamíferos, insectos y plantas. “En cualquier museo de historia natural, por término medio, se expone el 1% de la colección. A mí me dieron acceso al 99% que no se ve. … Cada gestor de la colección tenía que estar de acuerdo con ello, así que tardé un tiempo en conseguirlo”, dijo Schlossman. “Tengo esa relación con el Museo Field, y la cultura del Museo Field es muy progresista”.

El ethos que subyace en la curaduría de Schlossman es que todas las especies son importantes, especialmente los polinizadores que participan en el proceso de llevar los alimentos a nuestras mesas, pero incluso las especies “poco carismáticas”, dijo.

El abejorro Bombus affinis, conocido como de parche oxidado, incluido en “Extintion”, es uno de esos polinizadores cruciales. En el pasado prosperaba en Estados Unidos y Canadá, pero ha experimentado el declive más grave de todas las especies de abejas de Norteamérica. Los científicos calculan que esta especie, en peligro crítico de extinción, ha desaparecido del 87% de su área de distribución natural, y en las últimas décadas la población ha disminuido en un 95%, señala el libro.

Este espécimen de abejorro Bombus affinis, en peligro crítico, pertenece a la colección del Museo Field. Crédito: Marc Schlossman

Entre algunas de las especies extintas que Schlossman fotografió, solo quedaba un ejemplar, como un pequeño pez de aleta raya mexicano, cuya inclusión reflejaba el mensaje más desgarrador del libro.

“Estaba en un afluente que pasaba por la Ciudad de México y, debido al desarrollo urbanístico, se vio sometido a demasiada presión”, explica Schlossman.

La urbanización, la concentración de seres humanos en zonas transformadas para fines residenciales, comerciales, industriales y de transporte, también provocó la extinción de la mariposa azul Xerces, que se vio por última vez en estado salvaje en 1941. Fue la primera mariposa norteamericana que se extinguió debido a la acción humana.

El último tilacín conocido, o tigre de Tasmania, murió en cautiverio en 1936. Este ejemplar pertenece a la colección del Museo Field. Crédito: Marc Schlossman

A medida que Schlossman trabajaba en su libro, se revelaron temas o patrones de comportamiento humano. “¿Por qué necesitamos cazar estas cosas hasta la extinción? ¿Qué pasa con nuestra especie para que no gestionemos nuestro uso de los recursos de forma sostenible?”, se preguntó.

“Nos estamos envenenando a nosotros mismos al actuar de manera imprudente en esta forma de sobreexplotar los recursos naturales”, dijo Schlossman. “Es muy importante que la gente lo entienda. No sé cómo pensamos que vamos a esquivar esta bala que nos estamos creando”.

El pangolín chino (espécimen de la colección del Museo Field) está en peligro crítico de extinción debido a que los humanos los cazan por sus escamas, carne y sangre. Crédito: Marc Schlossman

Un rayo de esperanza

Schlossman espera que sus imágenes inspiren ideas y optimismo para la conservación de las especies restantes. “Las actividades humanas pueden nutrir, así como perjudicar”, afirma Jeremy Kerr, profesor y director del departamento de biología de la Universidad de Ottawa, Ontario.

Un ejemplo es el éxito del Programa de Recuperación del Cóndor de California, que Schlossman incluyó en “Extintion” como ejemplo de cómo la intervención humana ha salvado una especie. La iniciativa, que comenzó en 1975, es el resultado de los esfuerzos de cooperación dirigidos por el Servicio de Pesca y Vida Silvestre de EE.UU., en los que participan una serie de agencias federales y estatales y organizaciones no gubernamentales.

“La población se redujo a 22, y los capturaron a todos y establecieron este programa de cría en cautiverio. Y animan a las aves a poner dos huevos al año para aumentar rápidamente la población”, explica Schlossman.

“Los polluelos de los huevos de la incubadora se manipulaban y criaban con marionetas de cóndor para que no hicieran impronta con los humanos. Esto es, básicamente, si el polluelo de cóndor veía una cara humana, pensaba que era su madre”, añadió. “[Así que] utilizaban marionetas de cóndor para criarlos. … Para 2020, había más de 500 cóndores”.

Los kākāpos neozelandeses (ejemplares de la colección del Museo Field) se han conservado gracias a un programa de reubicación y recuperación apoyado por el gobierno, según “Extinction.” Crédito: Marc Schlossman

Levantarse y luchar con más fuerza

La deforestación para la producción de carne de res, soja (producida en grandes cantidades para el ganado) y aceite de palma perjudica la biodiversidad de las selvas tropicales y los arrecifes de coral, dijo Gillespie, de Emory.
Gran parte de la carga de la pérdida de biodiversidad recae en las grandes industrias y empresas, como la agricultura, dijo Schlossman, pero cada uno puede hacer cosas para ayudar, como realizar cambios en la dieta para reducir la demanda de productos de esos sistemas.

Dado que la conservación del hábitat es el antídoto más importante contra la pérdida de biodiversidad, se pueden fomentar los hábitats de especies como la mariposa monarca, declarada en peligro de extinción en julio por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, cultivando algodoncillo, una de sus principales fuentes de alimento, explicó Schlossman.

En la foto, especímenes de mariposa monarca de la colección del Museo Field. Crédito: Marc Schlossman

En el caso de las especies de abejas, puedes reducir el uso de pesticidas o plantar una variedad de flores y arbustos en tu jardín para evitar la pérdida de hábitat y proporcionar a las abejas un refugio contra los elementos extremos.

Si te sientes impotente o abrumado por estos problemas medioambientales, debes saber que no es demasiado tarde para empezar a hacer cambios para construir un futuro mejor, según Schlossman. “Todo lo que ocurrió ayer o en los días anteriores ya no existe”, dijo. “La ecoansiedad no mejora las cosas; solo tenemos que levantarnos y luchar más”.

“Extinction” ya está disponible en el Reino Unido y Estados Unidos.

Con información de CNN

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