La Venganza es un platillo que se come frío

Por: Fernando Espinosa Rúa

¡Mi venganza acaba de empezar! La esparciré a través de los siglos, y el tiempo está de mi lado (Bram Stoker)

Muchas personas experimentan el deseo, al menos una vez en su vida, de vengarse por un agravio sufrido, por una injusticia cometida en contra de alguien que les hizo el mal. Uno se siente tratado peor de lo que cree merecer, por ejemplo, una falta de respeto, entonces se piensa en pagar con la misma moneda. Se dice que la búsqueda de venganza es un sustituto de poner límites a tiempo.

Del latín ira, pasión del alma que causa indignación y enojo, la venganza es un conjunto de comportamientos dirigidos a perjudicar a una persona o colectivo que es percibido como culpable o responsable de un perjuicio, pues ha lastimado nuestra dignidad, ese daño pudo haber sido por violencia, maltrato, falta de atención, cuando uno se siente traicionado, ya sea ante alguna expectativa o un acuerdo. Y puede ser dentro de una relación sentimental, amistosa o laboral. Por romper el pacto implícito o dañar la confianza de forma irremediable y repetida puede marcar profundamente el sentido de la confianza y generar un significativo dolor psíquico caracterizado por la ira que conduce al rencor, como diria Lady Gaga, la confianza rota es como un espejo que no se puede regenerar. En fin, es un daño material o moral, el cual pudiera ser de diversa gravedad, que se pretende aplicar a otros para satisfacer la ofensa recibida o bien para liberar viejos rencores. La idea es hacer justicia, pero, lastimando al otro ya sea más o al menos de la misma manera que suponemos que fuimos heridos o humillados, llegando a creer que solo castigando al responsable del propio dolor se podrá recuperar el equilibrio psicológico al sentir que se hizo pagar por el agravio recibido.

Este sentimiento nos conduce al desasociego, esa ira no dirigida contra un hecho, una persona, incluso contra nosotros mismos. Porque muchas veces no se concreta o se resuelve seguimos sintiendo hostilidad hacia alguien por falta de reciprocidad que esperabamos o por la decepción al ver frustradas las esperanzas que teniamos del otro, aunque estas fueran irreales. De esta forma, el resentimiento en ocasiones busca la venganza a toda costa, supone que alguien nos hirio y desata un sufrimiento que puede durar años, como asi lo refieren las canciones, novelas, comedias, películas. Quizás lo que más nos alienta a desear la venganza son aquellos comentarios que nos impulsan a no perdonar, nos susurra, “no te dejes, merece un castigo”.

La venganza es un sentimiento atemporal, tanto los teólogos como los estudiosos del comportamiento animal lo han observado en grupo de primates, esta sensibilidad representa una defensa arcaica, una reaccion primaria que es parte del proceso de elaboracion del sufrimiento psiquico. Cuando los simios reciben una ayuda de un semejante, lo recuerdan, pero cuando sufren un ataque, no dejan de devolverlo y demuestran una excelente memoria en cuanto a faltas de respeto. Este sentimiento persiste porque probablemente promueve la supervivencia en contextos sociales básicos, ya que es una manera de corregir a los otros individuos del grupo.

En varias sociedades orientales y occidentales, la venganza es un uso sancionado por la tradición: en caso de asesinato, la familia del asesinado puede, y en algunos casos debe, vengarse directamente de la familia del asesino, siguiendo ciertas prescripciones para apaciguar el espíritu del muerto y restablecer el equilibrio del propio grupo, esta es conocida como venganza de sangre, como el caso de Romeo y Julieta, que trascendio familias con duras reglas morales.

Desde los tiempos del padre Abraham ya se regían por la Ley del Tailon, la cual tiene que ver con la idea de reparar daño por daño, recordemos lo del “ojo por ojo, diente por diente” donde el castigo es igualado al crimen, esta máxima estuvo presente hasta en las monarquías absolutas, asi lo hace notar Michael Foucaul luego para dar un castigo más civilizado se optó por la pérdida de la libertad, ya que se cuestionó que tan asesino era uno como el otro.

Una persona ocupada con sus deseos de venganza hacia otra persona tiene la función, evidentemente, de permanecer psicológicamente aferrados a tal idea. Por lo tanto, albergar intenciones vengativas con respecto a quien nos ha herido es común, especialmente cuando es reciente el trauma. En las primeras semanas y dentro de algunos meses de la ofensa, quien insiste en el tema de la revancha hacia la persona que le ha afectado, experimenta una vida dolorosa pero en última instancia sana. Eso es parte del proceso de elaboración del sufrimiento psíquico.

Si el deseo de venganza puede ser considerado como un sentimiento que forma parte de nuestros impulsos más básicos e inmediatos, la obsesión de vengarse, en cambio, es un aspecto patológico del que hay que liberarse. En efecto, el resentimiento por una injusticia sufrida puede dominar la mente de una persona y puede durar mucho tiempo, aunque el hecho haya ocurrido años atrás y ni siquiera haya una introspeccion minima para saber porqué ocurrió el evento y cómo podría evitar que se repita con otra persona o circunstancia o bien en el peor de los caso, uno mismo se revictimiza y asume culpa por lo sucedido.

La venganza no estimula sentimientos positivos en las personas que la quieren llevar a cabo. Por el contrario, estimula todos los sentimientos negativos probadas por el daño sufrido, como la ira o el resentimiento.

La venganza frecuentemente se medita en secreto, el vengativo intenta ocultar la rabia, atormentandose por el resentimiento y procurando acallar su pasión rabiosa.

Se dice que la venganza y el resentimiento enferman, mientras que el perdón cura. Pero ¿Se puede perdonar cuando en un accidente muere nuestro ser querido y el que lo ocasionó sale más o menos ileso?, o ¿A un ladrón que robo todos nuestros ahorros que estaban destinados para nuestra vejez?, a ¿Un violador? Pienso en la novela de Fiódor Dostoyevski “Los Hermanos Karamazov” en la que un niño de 8 años es destrozado por los perros de caza que un terrateniente azuzó porque el muchacho mientras jugaba lanzó una piedra que casualmente lastimó la pata de uno de sus perros favoritos. Podrán existir diferentes tipos de venganza según las causas que hayan provocado el daño sufrido inicial, sin embargo, perdonar significa abandonar la venganza y el deseo de daño para otro. Sí bien podemos dejar que las leyes sigan su camino, el perdón será como un acto de fe, que nos hará recuperar la paz, dejar a un lado ese rencor que nos remuerde y nos carcome.

Podemos considerar que querer vengarse contra el autor del daño, físico o moral, es un sentimiento sano que puede ser acogido psicológicamente. En algunos casos, el solo pensamiento puede dar alivio y ser funcional para un proceso de curación del daño sufrido.

Puedes tomar la opcion de no perdonar, pues te puede resultar mas comodo, pero ten presente que a quien mortificas es a ti, pues el enojo es el castigo que te das a ti mismo y como domina la subjetividad, ideas trastocadas por mucho tiempo, tambien viene la desproporcion, el cobro puede exceder por mucho la responsabilidad real del agresor original.

A veces solo queda un deseo y esto marca una profunda diferencia entre quien piensa en la venganza solo en un plano simbólico y quien sí decide vengarse en la realidad. Pero también, puedes sentirte frustrado por no poderte vengar o reconciliar, pues el individuo en cuestión ya está muerto o bien no hay forma efectiva de reparar el daño.

En algunos casos recurrimos al karma para satisfacer nuestra sed de venganza, es decir, le deseamos el mal a ese ser que suponemos que nos hizo daño. Y asi saciar la justicia. Ideas como “ojalá te vaya mal con aquel que me traicionaste”, “Que el dinero no te rinda”, “que Dios te castigue”. Y sí le llega pasar algo, agradecemos a la Justicia Divina. Tambien podemos suponer que, si la persona reconoce su daño, vivira en el remordimiento toda su vida, pero la verdad, es que no podemos controlar lo que haga o le pase a otros y muchas veces hasta les va mejor, no reconocen su conducta por más que hagamos la muina. Según el pensamiento estoíco, el mal moral consiste en privar a la voluntad humana del recto orden de la naturaleza. Marco Aurelio decía que “La mejor venganza es ser diferente a quien causó el daño, es decir, en algunos casos ayudar a quien nos hizo el agravio, debemos ser siempre fieles a nuestra forma de ser. Ahora bien, si no hay forma de lograr esto, incluso si no hay condiciones objetivas, la mejor opción es lograr una neutralidad, una indiferencia, incluso una sana distancia, la falta de contacto, trato familiar o interacciones con el agresor o hasta una orden de alejamento y protección, mucho más si ello compromete a integridad, la seguridad y la vida, y para ello se debe recurrir a las instancias y autoridades legales y judiciales sin dudarlo.

Por otro lado, pensandolo racionalmente perjudicar al victimario jamas reparará el daño y solo logrará que luego de efectuar la agresión, puedas sentirte vacío, pues lo sucedido ya no cambiará. Ninguna venganza contra el torturador y ninguna tortura del infierno podrían rehacer el hecho irreversible, ninguna fórmula mágica podrá devolver la vida o reparar el daño.

Manifestar y sentir enojo en forma apropiada, sin odio ni insultos, es saludable y se convierte en un antídoto para evitar el veneno de la hostilidad retenida que después se traduce en venganza y en agresividad que te ocasionan enfermedades. Tambien propicia el propio convencimiento para alejarnos del agresor.

Sí la finalidad de la venganza es la correccion del otro, es posible que en algunos casos se pueda llevar a cabo a traves del diálogo, en otras ocasiones quedara sólo en un deseo, puesto que puede suceder que el implicado ya no viva o nunca se enteró que hizo algun mal o aún peor, si cree que hizo lo correcto y que lo volveria hacer, asi que, el castigo no aplica como un agente correctivo.

En algunos casos, un recorrido terapéutico será un instrumento útil para comprender y procesar ese sufrimiento y lograr de un nuevo equilibrio psicológico.

Síguenos en nuestras redes sociales:

Scroll al inicio