Este deterioro progresivo, atribuido al creciente número de visitantes que acuden a este tesoro histórico, ha llevado a la implementación de medidas decididas para salvaguardar la integridad de este sitio arqueológico único.
Machu Picchu, la icónica ciudad inca situada en las elevadas montañas peruanas, enfrenta un fenómeno poco conocido pero crucial: su suelo se hunde a un ritmo asombroso de aproximadamente 15 centímetros anuales. Este deterioro progresivo, atribuido al creciente número de visitantes que acuden a este tesoro histórico, ha llevado a la implementación de medidas decididas para salvaguardar la integridad de este sitio arqueológico único.
La sorprendente noticia de que Machu Picchu está experimentando un hundimiento de tal magnitud plantea interrogantes sobre la sostenibilidad de uno de los destinos turísticos más emblemáticos del mundo. Las autoridades peruanas han respondido con acciones concretas, siendo una de las más llamativas la prohibición del ingreso de turistas que utilicen tacones o zapatos de planta dura.
Ahora, solo se permite el acceso a personas con calzado de suela suave o goma, una medida destinada a reducir el impacto directo sobre el suelo de este sitio declarado Patrimonio de la Humanidad.
Sin embargo, la restricción de calzado no es la única estrategia empleada para abordar este problema. Se han implementado medidas más ingeniosas, como la instalación de parrillas drenantes en puntos estratégicos de Machu Picchu. Estas parrillas no solo contribuyen a prevenir la erosión del suelo, sino que también ayudan a controlar el flujo de agua, especialmente en épocas de lluvias intensas, minimizando así el impacto ambiental.
A medida que el misterioso y majestuoso Machu Picchu enfrenta este desafío de hundimiento, es crucial comprender que su preservación no solo depende de las medidas de control implementadas, sino también de la conciencia y responsabilidad colectiva de los visitantes. El número de turistas que se aventuran a este enclave arqueológico aumenta año tras año, y la urgencia de encontrar soluciones sostenibles se intensifica. Los datos geológicos recientes revelan que, además del impacto humano, la ubicación estratégica de Machu Picchu sobre fallas geológicas contribuye a su singularidad.
A pesar de este dilema, la capacidad del sitio para adaptarse a los cambios ha sido una constante a lo largo de los siglos, desde su construcción en el siglo XV hasta los desafíos contemporáneos de la crisis climática y la afluencia turística. Machu Picchu, con su imponente historia y su vulnerabilidad actual, nos recuerda la necesidad imperante de equilibrar la admiración por nuestro patrimonio cultural con la responsabilidad de preservarlo para las generaciones futuras.
Con información El Imparcial
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