Por: Wolfgang Erhardt, Vocero Nacional de Buró de Crédito
¿Ser un avaro que solo acumula dinero; ser una persona espléndida dentro de un presupuesto, o ser alguien fuera de control que gasta dinero y sus líneas de crédito para quedar bien?
En resumen, la historia “Un cuento de Navidad” de Charles Dickens, trata del señor Ebenezer Scrooge, un hombre muy avaro, tacaño y solitario, que no celebra la Navidad, y que solo piensa en ganar mucho, pero mucho dinero. En una víspera de Navidad, el señor Scrooge recibe la visita del fantasma de su antiguo socio, Jacob Marley, muerto varios años atrás. Este le cuenta que, por haber sido avaro y egoísta en vida tendrá ahora que arrastrar una larga y pesada cadena por la eternidad. Jacob le anuncia a Scrooge que a él le espera un destino aún peor, y le avisa de que tendrá una última oportunidad para cambiar su forma de ser cuando reciba la visita de los tres espíritus de la Navidad.
Esa misma noche aparecen los tres espíritus: el primero, el espíritu de la Navidad Pasada, le hace recordar a Scrooge su infancia. El espíritu de la Navidad Presente le hace ver la actual situación de la familia de su empleado Bob, que a pesar de su pobreza y de la enfermedad de su pequeño hijo Tim, celebra la Navidad. También le muestra cómo todas las personas celebran; incluso su propio sobrino, Fred, quien había invitado a Scoorge a celebrar Navidad, rechazando este último la invitación. Finalmente, el espíritu de la Navidad Futura le muestra a Scrooge el destino de los avaros: su casa es saqueada por los pobres, sus amigos sólo guardan un recuerdo gris de él, ve la muerte del pequeño Tim y, lo más impactante para el protagonista es ver su propia tumba. Scrooge suplica al espíritu por una oportunidad para cambiar. Entonces, Scrooge despierta de lo que parece haber sido un vívido sueño y se convierte en un hombre generoso y amable, que celebra la Navidad y ayuda a quienes le rodean.
¿Será que este cuento ha tenido tal impacto qué muchas personas son por ello generosas en Navidad y lleguen hasta a gastar de más para así evitar la visita de los tres espíritus de la Navidad y evitar de paso la pesada cadena que cargan los avaros al fallecer?
Quién sabe… Lo que si no hay duda es que es bonito y gratificante reglar, ayudar, y también lo es el recibir. Tal vez lo que tenemos que hacer es buscar un punto medio entre Scrooge y alguien que está en el otro extremo gastando fuera de todo control metiéndose en problemas financieros solito.
La clave para dar y no tener problemas después es hacer, actualizar y respetar nuestro presupuesto. Este nos ayudará a conocer nuestra capacidad de pago y también nuestra capacidad crediticia. Si nos mantenemos dentro del presupuesto podremos dar sin preocuparnos por la posterior visita de un cuarto espíritu que no menciona Dickens en su cuento: el espíritu de la Deuda Navideña Acumulada. Ah, y hay un quinto que ojalá no llegue inmediatamente después: el espíritu de la Cuesta de Enero.
Aprovechemos que en este mes de diciembre recibiremos el aguinaldo. No lo gastes todo en regalos; si tienes alguna deuda redúcela o liquídala. Si tienes algún retraso en tus pagos ponte al corriente y sigue por el buen camino del cumplimiento; comienza a ahorrar; si ya tienes un ahorro entonces invierte; compra seguros; y haz aportaciones adicionales a tu plan para el retiro.
Una vez que hayas hecho esas acciones, dispón – si gustas- del resto de tu aguinaldo para disfrutarlo de la forma en la que desees y tu presupuesto permita.
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