Científicos hallan el elemento gaseoso a 4.000 metros en el fondo del Pacífico, sin luz ni organismos fotosintéticos, lo que suscita nuevas incógnitas sobre el origen de la vida.
A más de 4.000 metros de profundidad, en el noreste del océano Pacífico, la Zona Clarion-Clipperton podría ser la mayor mina del planeta. Habría que llegar ahí abajo, pero no tendrían ni que excavar o perforar: a lo largo de más de un millón de kilómetros cuadrados, desparramadas, hay una ingente cantidad de rocas y piedras compuestas por cantidades variables de manganeso, níquel, cobre, cobalto… Son los nódulos polimetálicos que, para muchos, serán la base de la próxima revolución tecnológica. Para otros, en especial entre la comunidad científica y los ecologistas, su explotación provocaría un desastre. Ahora, un grupo de científicos ha descubierto que estos conglomerados generan oxígeno en un lugar donde no debería de haberlo: el “oxígeno oscuro”. El descubrimiento de otra forma de producir el elemento básico para la respiración de los seres vivos suscita nuevas incógnitas sobre el impacto de la minería submarina, pero también sobre el origen de la vida sobre la Tierra.
El descubrimiento tiene implicaciones a varios niveles. Uno, el más inmediato, es que habrá que considerar con una nueva óptica los planes de extraer los nódulos polímetálicos de la región. No se trata solo de que, con la extracción, el sedimento y toda la vida que hay dentro o sobre él, se vean definitivamente alterados. Es que habrá que determinar el papel que tiene este oxígeno oscuro en los ecosistemas abisales. Según Geiger, la masa total de nódulos polimetálicos en la zona Clarion-Clipperton sería suficiente por sí sola para satisfacer la demanda mundial de energía durante décadas. Pero enseguida recuerda lo que pasó tras las primeras explotaciones mineras realizadas a finales del siglo pasado: “En 2016 y 2017, biólogos marinos visitaron sitios que fueron explotados en la década de 1980 y descubrieron que ni las bacterias se habían recuperado en estas zonas. Sin embargo, en las regiones sin minas la vida marina ha florecido”. Aún se desconoce por qué persisten esas zonas muertas después de décadas, pero podría tener algo que ver con la ruptura del ciclo del oxígeno oscuro.
Yendo más lejos y mucho más atrás, su colega Sweetman conecta su descubrimiento con la explosión de vida tras la Gran Oxidación: “Obviamente, necesitamos explorar más a fondo los mecanismos, identificar las fuentes de energía, comprender la longevidad del oxígeno oscuro, las estabilidades catalíticas, las condiciones electroquímicas en las superficies de los nódulos expuestos versus enterrados…” dice prudente. Para añadir después: “Lo que nuestros estudios muestran es que puede haber otros mecanismos productores de O₂ y si estaban funcionando antes del aumento de la fotosíntesis, podrían haber proporcionado el oxígeno que los organismos quimiosintéticos necesitan para sintetizar biomasa”. Y, termina: “si el proceso está ocurriendo en nuestro planeta, ¿podría estar ayudando a generar hábitats oxigenados en otros mundos oceánicos como Encelado y Europa y brindando la oportunidad de que exista vida aquí?”
Con información El País.
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