Si hubo una lección que Kamala Harris aprendió de la Convención Nacional Demócrata de 2004, fue la de recargar energías para unas jornadas largas.
“Definitivamente tienen que comer sus Wheaties”, dijo la entonces fiscal de distrito de San Francisco, de 39 años, a una multitud en Boston antes de dirigirse a lo que se había convertido en el evento más solicitado de la semana: una fiesta para celebrar al orador principal revelación, el candidato al Senado de Estados Unidos, Barack Obama, de Illinois.
Ahora, 20 años después, Obama —que pasó de ser la estrella de esa convención al primer presidente negro del país en apenas cuatro años— hablará en nombre de Harris, la nueva abanderada del partido, pronunciando una “contundente afirmación de que Harris es la líder adecuada para el momento”, dijo un asesor.
Llegar a este momento fue raro, laborioso e incómodo para muchos demócratas, considerando que la convención de 2024 estaba destinada desde hace tiempo a ser una celebración del presidente Joe Biden, exvicepresidente de Obama. Obama es uno de los veteranos del partido cuyas maniobras silenciosas ayudaron a Biden a darse cuenta de que los demócratas se encaminaban a una derrota casi segura si permanecía en la papeleta.
El rápido ascenso de Harris a la cima del Partido Demócrata habría sido improbable sin el rápido respaldo de Biden, cuya propia presidencia fue posible en gran parte gracias a Obama.
“Ella le sirvió a él, y ahora él le sirve a ella y la apoya para que sea presidenta”, dijo el representante de Illinois Jonathan Jackson, que representa a gran parte del South Side de Chicago. “Es un hombre honorable, y la historia será su mejor amiga”.
Sin embargo, en muchos sentidos, el ascenso de Harris a la nominación presidencial equivale a una continuación del arco que comenzó con Obama en esa noche de verano en Boston hace dos décadas.
Es la primera mujer de color en convertirse en la candidata de un importante partido político estadounidense. Y en sólo cuatro semanas de movilizar a los demócratas en torno a ella, la energía que alimenta su candidatura y las multitudes atronadoras que corean su nombre han generado comparaciones con la histórica campaña de Obama en 2008.
“Esta es una candidata que ha energizado al partido de una manera que no he visto ciertamente desde 2008”, dijo el gobernador de Illinois, JB Pritzker, a CNN. “No he sentido este tipo de energía y electricidad en ninguna convención que no sea la de Barack Obama”.
Si bien la convención demócrata de esta semana representa un paso de antorcha de Biden a Harris, mucho antes de lo que él imaginó, también subraya cómo su candidatura está entrelazada para siempre con Biden y Obama.
A pesar de los resentimientos que Biden pueda albergar hacia algunos aliados demócratas de larga data, sus asesores insisten en que ninguno está dirigido hacia Harris y que él está comprometido a ayudarla a ganar en noviembre, una elección que también dará forma a su legado.
Y durante los próximos 77 días, Obama le ha dejado en claro a Harris que hará lo que sea necesario en su búsqueda porque se convierta en la presidenta número 47º de la nación.
La primera tarea de Obama, dijeron sus asistentes, será en la noche de este martes durante su discurso en la convención, que ve como una oportunidad para defender a Harris y al gobernador Tim Walz, a quien Obama admira y apoyó anteriormente en sus campañas de Minnesota.
Por el momento, no se espera que Harris esté entre el público escuchando a Obama como lo estuvo hace dos décadas en Boston. Se desviará rápidamente a un mitin en Wisconsin, tratando de seguir los pasos de Obama y Biden en la victoria en ese estado crítico en disputa.
Con información CNN
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