Un ‘vampiro‘ de la Edad Media? Un equipo de arqueólogos que trabaja para el Conservador de Monumentos del Voivodato de Lublin ha desenterrado los restos de un niño que fue sepultado como si fuera a convertirse en un vampiro en los jardines del palacio de un obispo que pertenecía a la Iglesia Uniata Rutena, en Polonia. El macabro entierro data del siglo XIII.
¿Cómo fue enterrado el niño?
Se trata de un macabro entierro en el que el niño fue decapitado y le colocaron piedras en el torso para evitar que saliera de la tumba con la firme creencia de que se trataba de un vampiro (chupasangre). En la Edad Media era una práctica habitual no solo realizar estas intervenciones al supuesto vampiro, sino incluso perforarle el pecho con barras de hierro para evitar que se convirtiera en un no-muerto si es que pensaban que la transición a vampiro no se había llevado a cabo todavía pero “estaban seguros” de que podría pasar, ya que, por ejemplo, se consideraba, según las creencias paganas de la época, que una persona podía convertirse en vampiro si su comportamiento a lo largo de su vida había sido maligno. De esa manera, se evitaba que, después de la muerte, el individuo se levantara de su tumba para atacar a los vivos.
Como en tantas ocasiones a lo largo de la historia de la humanidad, un malentendido acabó llevándose a este pequeño también al otro mundo. El hallazgo no ha tenido lugar en ningún cementerio, sino en los jardines de este palacio medieval. El niño, decapitado, con el cráneo puesto boca abajo y con pesadas losas en su pecho, fue víctima de un mito sobrenatural y castigado con el tratamiento preventivo que eliminaba, según la época, cualquier posibilidad de un resurgimiento sobrenatural de entre los muertos.
Según los expertos, el esqueleto destrozado del pequeño pertenecía a uno de los dos niños enterrados dentro del complejo de la catedral de la Basílica de la Natividad de la Santísima Virgen María, que se construyó a principios del siglo XVIII en el sitio de una antigua iglesia ortodoxa y monasterio basiliano, pero los arqueólogos creen que la tumba data del siglo XIII.
Tumbas de ‘vampiros’ por Europa
Este entierro vampírico no ha sido un hallazgo aislado. Se han descubierto numerosos enterramientos de “vampiros” en toda Polonia, incluidos los restos de una mujer en Pień, que fue enterrada con una guadaña atravesada en la garganta y un candado en el dedo del pie. Y es que las historias de vampiros eran frecuentes en la Europa medieval. El folclore solía describir a los no muertos como seres malévolos que se levantaban de sus tumbas para atacar a los vivos, especialmente por la noche, suceso que normalmente se entrelazaba con explicaciones naturales para fenómenos que las comunidades no podían comprender, como ciertas enfermedades.
Es el caso de la tuberculosis, una enfermedad que hacía que los afectados se consumieran. Estamos en una época previa a la teoría de los gérmenes y la medicina moderna, por lo que, sus gentes, convencidas de que los enfermos de tisis estaban siendo drenados por alguna fuerza invisible, atribuían estas misteriosas dolencias a causas sobrenaturales. Y el miedo a los no muertos estaba muy presente, de ahí que llevaran a cabo toda suerte de prácticas funerarias destinadas a impedir que los muertos resucitaran. Estas prácticas también tenían como objetivo cortar simbólicamente los lazos entre los vivos y los muertos.
Tal es el caso del niño descubierto bajo el palacio polaco que, tal y como expone la Oficina Provincial para la Protección de Monumentos de Chelm en sus redes sociales, el pequeño probablemente estaba enfermo de tuberculosis, y de ahí su aterrador enterramiento.
“El entierro muestra claramente signos de prácticas antivampiros, que tenían como objetivo evitar que los muertos resucitaran”, aclara Stanisław Gołub, arqueólogo principal de la excavación.
Además, se encontraron dos agujeros para postes que indicaban que una lápida especial sobre el suelo servía para que los funcionarios de la iglesia pudieran controlar constantemente el lugar en el que se había enterrado el interfecto, para asegurarse de que nada malvado se apoderara del cuerpo y saliera a amenazar a los vivos en la superficie.
Acabando con el mito del vampiro
Es curioso como temiendo este fin fatídico, se llegó a poner un punto y final a la histeria colectiva de los supuestos vampiros, ya que la propia emperatriz María Teresa de Austria le pidió a su médico personal Gerard van Sweiten que realizara una investigación al respecto. Entre otras cosas, explicó que los signos comunes de los vampiros, como la aparición de sangre fresca en los labios de un cadáver o la conservación del cuerpo, eran simplemente aspectos naturales de la descomposición malinterpretados por los desinformados. Finalmente, concluyó que los vampiros no existían y, desde este momento, se prohibió que nunca más se profanaran tumbas y cadáveres con excusas sobrenaturales. Este informe data del siglo XVIII, del año 1755.
Los cuentos de los no muertos no sólo afectaban al orden público; también se consideraban un desafío a la racionalidad y la comprensión científica, principios que empezaban a ganar terreno durante la Era de la Ilustración. De ahí que una vez resuelta la duda, promover el razonamiento científico y desalentar acerca de las prácticas supersticiosas, sofocó eficazmente la histeria vampírica imperante. Fue todo un precedente abordar toda cuestión sobrenatural bajo el prisma científico. Aunque no desapareció por completo la creencia, se diluyó enormemente.
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