El organismo internacional estima que la economía mexicana crecerá 2.1 por ciento este año, cifra menor al 2.3 por ciento previsto en noviembre.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) redujo a 2.1 por ciento su perspectiva de crecimiento económico para México en 2019, desde el 2.3 por ciento estimado en la Consulta del Artículo IV de noviembre pasado.
De acuerdo con el documento Perspectivas de la Economía Mundial, el ajuste en las proyecciones de México se debe a una menor inversión privada. Para 2020 estima un nivel de crecimiento de 2.2 por ciento.
En la economía mundial el organismo prevé tasas de crecimiento de 3.5 por ciento en 2019 y de 3.6 por ciento en 2020, que son menores en dos y una décima, respectivamente, a las previstas en octubre pasado.
Para el FMI, los principales riesgos para la economía mundial se relacionan con el resultado de las negociaciones comerciales y la dirección que tomarán las condiciones financieras en los próximos meses.
Explicó que si los países resuelven sus diferencias sin aumentar las barreras comerciales y se recupera el sentimiento del mercado, se daría una mayor confianza y mejores condiciones financieras que podrían reforzarse para elevar el crecimiento por encima del pronóstico de referencia.
En materia comercial, el FMI destacó que la firma del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) para reemplazar al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), así como el anuncio de una “tregua” comercial de 90 días entre Estados Unidos y China, son pasos bienvenidos hacia la reducción de las fricciones comerciales.
No obstante, abundó, los resultados finales siguen sujetos a un proceso de negociación posiblemente difícil en el caso de la disputa entre los Estados Unidos y China y los procesos de ratificación interna para el T-MEC.
Por lo tanto, el comercio mundial, la inversión y la producción siguen estando bajo la amenaza de la incertidumbre política, así como de otras tensiones comerciales en curso.
El FMI aseguró que si no se resuelven estas diferencias y el aumento resultante de las barreras arancelarias, se obtendrían mayores costos de bienes de capital e intermedios importados y precios más altos para los consumidores.
Más allá de dichos impactos directos, habría una mayor incertidumbre en la política comercial y las preocupaciones sobre la escalada y las represalias reducirían la inversión empresarial, interrumpirían las cadenas de suministro y reducirían el crecimiento de la productividad.
MILENIO
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