El rap conquista al fin los Grammy con ‘This Is America’, el alegato antirracista de Childish Gambino
Es difícil nombrar triunfadores de edición número 61 de los premios Grammy de la música fijándose solo en el número de estatuillas. Los triunfadores fueron otros. Primero, el rap como género. Childish Gambino hizo historia con tres premios para This Is America. Dos de ellos, mejor canción y mejor grabación, nunca habían sido para una canción rap. Y segundo, fue la gala de las mujeres. En el escenario, en los premios, en los discursos. Desde la presentadora, Alicia Keys, hasta la mujer más nominada de la noche, Brandi Carlile, que ganó tres premios. Las dueñas de la gala fueron Camila Cabello, Miley Cyrus, Jennifer López, H.E.R., Dua Lipa, Cardi B, Kacey Musgraves, Lady Gaga, Michelle Monáe, Chloe x Halle y las homenajeadas Dolly Parton y Diana Ross, con la aparición sorpresa de Michelle Obama.
Los Grammy de este año partían con un peso que iba a marcar la ceremonia. Históricamente, los premios han ignorado a los grandes artistas de hip hop en las categorías principales. Daba igual cuántos grammys se llevara un rapero, el premio de canción del año o el de álbum del año siempre son para una canción pop o rock. Esta realidad hizo que tres de los grandes del rap de este año, Kenrick Lamar (siete nominaciones), Drake (seis) y Childish Gambino (cinco), se negaran a actuar según confesaron los productores de la gala. Solo acudió Drake.
El gesto no pudo tener más impacto. Childish Gambino, nombre artístico de Donald Glover, ganó el premio a la canción del año por This Is America. Nada de baladas ni prefabricados. Ganó una canción de rap, de denuncia del racismo cultural norteamericano y con uno de los vídeos más polémicos del año, que también ganó en su categoría. Es la primera canción rap en obtener el premio a la canción del año y Glover no estuvo allí para recogerlo. Cuando le dieron el galardón más importante de la noche, Grabación del Año (un premio al producto completo), fue todavía más incómodo. Ludwig Göransson, coautor de la canción, no pudo decir a la prensa dónde estaba Glover, ni si había hablado con él, ni confirmar si efectivamente su ausencia era una forma de protesta.
A continuación, un disco de country, Golden hour, de Kacey Musgraves, ganó como álbum del año por encima de Cardi B, Kendrick Lamar, Drake o Post Malone. Todo lo que Childish Gambino supuestamente quería decir con su ausencia de la ceremonia se dijo solo. Musgraves venía de arrasar en la categoría de country, con cuatro premios en total que la convierten en la artista country del año sin discusión.
En la categoría propia de rap, ganó God’s Plan, de Drake. El rapero canadiense sí estaba en la gala y apareció por sorpresa por detrás del escenario. Y el álbum de rap del año es Invasion of Privacy, de Cardi B, un favorito absoluto de la audiencia. Sin respiración por los nervios, Cardi B dijo: “Igual tengo que empezar a fumar hierba”. No hubo nadie más fiel a sí mismo sobre el escenario que Cardi B.
El codiciado premio de mejor nuevo artista fue para la londinense Dua Lipa, que además ganó un grammy al mejor disco de dance por Electricity. Fue una categoría de mujeres (seis de los ocho nominados) que han removido la industria en el último año. Otra de las nominadas, H.E.R., ganó dos grammys, al mejor disco y mejor interpretación de R&B. Dua Lipa reconoció sobre el escenario la impactante colección de mujeres que optaban al premio que viene a consagrar a artistas jóvenes en la industria.
Estos serán también los Grammy que enseñaron al gran público a Brandi Carlile. La poderosa intérprete de americana, de 38 años, era la mujer más nominada de la noche con seis candidaturas, desafiando a las estrellas de rap y pop con la música de raíces americanas. En medio de los excesos de la industria de la música, Carlile es una mujer abiertamente lesbiana que vive en una granja con su esposa y sus dos hijos e irradia tanta sencillez como potencia. Su actuación en directo hizo retumbar el Staples Center.
Carlile arrasó con los premios a la mejor interpretación y mejor canción de raíces americanas (una categoría que incluye americana, bluegrass y blues tradicional o contemporáneo) por The Joke y mejor álbum por By the Way, I Forgive You. “Salí del armario a los 15 años en el instituto y os aseguro que nunca me invitaron a ninguna fiesta ni baile”, dijo Carlile cuando agradeció emocionada el tercer premio. Carlile definió la música americana como “una isla de juguetes inadaptados” donde le gusta jugar. Ante la prensa, explicó lo que quería decir: “La compartimentación del género no es del todo justa, pero esta categoría abraza a gente que no encuentra un lugar y les da una plataforma”.
Lo que define verdaderamente el éxito de los Grammy como ceremonia no son los premios, sino las actuaciones en directo como la de Carlile. En este capítulo, la edición número 61 dejó varios vídeos para repasar en YouTube. Primero, una impactante actuación de Camila Cabello, Ricky Martin y J Balvin, con Arturo Sandoval a la trompeta, que inauguraron la gala a ritmo latino con Havana. Janelle Monáe y Cardi B triunfaron con grandes espectáculos para You Make Me Feel y Money, respectivamente. Lady Gaga cantó Shallow, una canción que no será en ningún formato tan emocionante como en las imágenes de la película Ha nacido una estrella. Uno de esos momentos Grammy que intenta crear la Academia, con Post Malone y Red Hot Chilly Peppers juntos, resultó un poco artificial.
En música latina, Claudia Brant ganó el mejor álbum de pop latino por Sincera. La categoría era una mezcla extraña, con álbumes de folk como Musas Vol.2, de Natalia Lafourcade o el pop de Prometo, de Pablo Alborán. El mejor disco de música alternativa o rock latino fue para Aztlán, de Zoé. El de música regional mexicana, ¡México por siempre!, de Luis Miguel y el mejor disco tropical para Anniversary, de Spanish Harlem Orchestra. El segmento fue precedido por Ángela Aguilar, Aida Cuevas y Natalia Lafourcade, que interpretaron Llorona.
La mejor recopilación de canciones para televisión o cine fue la banda sonora de The Greatest Showman. Y la banda sonora del año fue la composición de Ludwig Göransson para Black Panther. Sin embargo, en el duelo de grandes canciones de películas del año ganó Shallow, la canción de Lady Gaga, Mark Ronson, Anthony Rossomando y Andrew Wyatt para Ha nacido una estrella, frente a All the Stars, de Kendrick Lamar para Black Panther. Ya ganó el Globo de Oro y será muy difícil que no gane también el Oscar.
En el capítulo de premios semiclandestinos para el público general pero que merece la pena señalar, Alan Parsons ganó su primer grammy por Eye in the Sky, 35th anniversary edition. Intérprete y productor, Parsons empezó su carrera nada menos que como ingeniero de sonido de los Beatles, y después de 13 nominaciones nunca había ganado un grammy hasta este domingo, a los 70 años de edad, en la categoría de mejor álbum de audio inmersivo. Tori Kelly ganó el premio a la mejor interpretación de góspel por Never Alone y al mejor álbum góspel por Hiding place. Los hijos de Chris Cornell aceptaron en nombre de su padre el premio a la mejor interpretación rock por When Bad does Good. Cornell se suicidó en mayo de 2017.
Con respecto a la música clásica, según la Academia la mejor grabación de ópera del año es Bates: The (R)evolution of Steve Jobs, una ópera contemporánea norteamericana, en la versión dirigida por Michael Christie e interpretada por The Santa Fe Opera Orchestra. El mejor compositor contemporáneo es Aaron Jay Kernis por sus conciertos de violín. Y el mejor disco de música clásica es el de la directora JoAnn Falletta con piezas de Robert Fuchs.
En la gala hubo sendos homenajes a Dolly Parton (nombrada Persona del Año) y a Diana Ross, por su 75 cumpleaños. Parton sigue dando conciertos por Estados Unidos en plena forma a los 73 años y demostró por qué. Ross se esforzó con dos canciones y terminó con un cómico “¡feliz cumpleaños para mí!”. La que conquistó la noche de verdad fue Jennifer López con un popurrí de éxitos de Motown que cantó con Alicia Keys y Smokey Robinson. Fue de largo el mejor de los homenajes de estos Grammy a otros tiempos.
Normalmente, en las categorías menos seguidas de los Grammy suelen colarse verdaderas leyendas. Buddy Guy ganó el Grammy al mejor disco de blues tradicional del año por The Blues Is Alive and Well y recibió una ovación en pie que no se vio en televisión. Guy tiene 82 años y empezó a tocar en los años cincuenta. “Aprendí solo a tocar escuchando a T-Bone Walker, BB King y gente así que no tenía ninguna educación musical”, dijo en la sala de prensa. Guy ha ganado siete grammys en su carrera en un género, como admitió, que no sale en las radios. “Son solo los mismos discos todo el rato. Tengo hijos que no supieron quién era yo hasta que a los 21 años empezaron a ir a clubes de blues”. Buddy Guy vino a ser un recordatorio de los fundamentos sobre los que se construyó todo lo demás que se oyó en la ceremonia: “Yo empecé con el blues y acabaré con el blues”.
El País.
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