Por : Daniel Rangel
Entre pláticas con amigos y conocidos es común escuchar quejas sobre lo que desagrada de las actividades laborales. A algunos, por ejemplo, les suman más trabajo por el mismo salario, lo cual podría decirse que es un abuso; no obstante, tampoco hay valientes que tomen cartas en el asunto como pedir un aumento. Algunos otros son muy esclavizantes, ya sea porque no pueden salirse de su estación de trabajo (como operar alguna máquina, ser cajero en un banco o administrar una tienda) o porque de plano los negrean y no los dejan salir a su hora (o por temor a una reprimenda nunca salen a su hora y se quedan más tiempo).
No entraremos en detalles sobre cuántas horas son las que se deben trabajar según la ley porque existen diferentes tipos de jornadas y esto varía de acuerdo al giro de la empresa, pero una persona puede estar entre 8 y 12 horas en el jale (y algunos hasta más), lo que significa que en realidad se le dedica mucho tiempo… Tiempo que no se ve justificado casi nunca vs la paga recibida.
Hay gente que pasa la mitad o poco más de la mitad del día rompiéndose el lomo, pero no tienen ni un quinto, siempre están endeudados y se privan de algunos lujos. Ustedes dirán: “claro, hay quienes mantienen una familia, hay prioridades y se tienen que hacer sacrificios”, cosa que entiendo, ¡pero eso también ocurre en gente que aún no forma una familia!, lo cual significa que no hay tantos compromisos como cuando se sostiene un hogar.
ENTONCES, ¿QUÉ RAYOS ESTÁ PASANDO?
Si bien es cierto que el dinero es para gastarse y de nada sirve tenerlo acumulado sin un propósito específico, la frase “es mi dinero, para eso trabajo”, se ha convertido en un estandarte para hacer gastos estúpidos y desmedidos que frenan tener una vida socioeconómica de mejor calidad y peor aún, a endeudarse con algún banco, familiar o amigo.
Compras donde se suelen hacer gastos desmedidos y fomentamos un pésimo estilo de administración:
· VIAJES EN UBER, CABIFY O TAXI. Seamos honestos, en ocasiones bien podríamos usar el transporte público, la bicicleta o incluso caminar (de acuerdo a la circunstancia claro está), pero por comodidad, pereza, estatus social o la maldita costumbre de ser impuntual, ya nos hicimos dependientes al uso de transporte privado. Obviamente hay circunstancias que ameritan su uso, pero en muchas situaciones es un gasto absurdo.
· VIAJECITOS DE FIN DE SEMANA. Es cierto… son experiencias, pero agarrarse cada fin de semana para hacer viajes cortos es una fuga de dinero importante. Por muy cerca que esté el lugar sí te andas gastando entre $300 y $500 (considerando ir holgado por cualquier emergencia).
· PLANES DE TELEFONÍA O TV DE PAGA. Me atrevo a decir que pocas son las personas que en verdad necesitan un plan en el teléfono porque sus necesidades laborales o familiares
lo demandan; fuera de una necesidad es mero placer de la esclavitud digital. O peor, los que contratan tv de paga o streaming y no tienen tiempo para ver series o películas.
· EL VICIO (ALCOHOL, CIGARRO, REFRESCOS, PAPITAS, GALLETAS). Como antojo está bien, ¿pero hacerlo con frecuencia o comprar grandes cantidades? A veces no tienen ni agua o frijoles, pero qué tal el refri lleno de alcohol.
· JUGUETES. La diferencia entre los juguetes de un niño y un millenial prácticamente está en el costo. Los chavo-rucos también gustan de comprar juguetes de colección, traer teléfonos de alta gama para sentirse de un estatus socioeconómico más alto, para tomar mejores fotos o para estar a la vanguardia con la tecnología cosa que, siendo honestos, no son prioridad al tener responsabilidades económicas.
Yo sé perfectamente que todo esto son gustos y que, efectivamente, cada quien hace con su dinero lo que quiere, pero justo por eso luego el dinero no rinde para pagar lo que realmente importa, por ejemplo: el gas, la despensa, alguna salida con la pareja, etc. Para recuperar esos gastos hormiga se tienen que romper el lomo otras 8, 10 o 12 horas de lo cual hay quejas con frecuencia.
EL DINERO BIENHABIDO NO NECESITA PRECISAMENTE QUE TE ROMPAS EL LOMO POR HORAS Y SIN VIDA SOCIAL
Platicando con unos conocidos salió el siguiente comentario que llamó mucho mi atención:
“Los chavos de ahora quieren todo fácil, unos trabajos donde sólo estén 4 horas y ganen muy bien”.
Me hizo reflexionar… Okay, ¿qué de malo tiene eso? Es cierto que generalmente aquello que vale la pena cuesta, pero tener ingresos no implica forzosamente estar en una oficina o en una planta encerrado por horas. Hay trabajos que permiten personalizar los tiempos, por ejemplo: hay quienes venden productos y se ajustan a los horarios de sus clientes para entregar; otros son proveedores externos y pueden ganar en una semana lo que una persona promedio tardaría en un par de quincenas.
Trabajar de esa forma también implica esfuerzo, responsabilidad y tiempo, mucho tiempo invertido para prepararse previo a la ejecución. Puedes tardar una semana o dos en prepararte y ejecutarlo en una, dos o cuatro horas… No por ganarlo de una forma diferente significa que esté mal.
CONCLUSIÓN
Hablamos sobre el dinero, pero hay un trasfondo en entrelíneas en este escrito que es la sabiduría sobre la administración del tiempo. El dinero es importante, pero jamás estará por encima ni de tu salud o tu familia, cosas que algunos deciden sacrificar por unos miles de pesos.
Trabajar más de 8 o 10 horas sin que se vea reflejado en tus finanzas es un desequilibrio que debería evaluarse. ¿Es suficiente lo que percibes para tus necesidades o estás siendo un buen administrador de tu tiempo y dinero? Piensa en lo que te conviene a ti y si tienes familia, piensa qué les conviene también a ellos.
En vano es que trabajes horas y horas si no tienes tiempo para disfrutar tu lana, pero peor es no tener ni el tiempo ni la lana para invertirla para tus proyectos personales o familiares.
Recuerda que el ex boxeador Mike Tyson algún día fue millonario y ahora está en bancarrota… Entonces no se trata de la cantidad de tu salario, sino la sabiduría para administrar tus finanzas y tu tiempo.
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