Un futuro con menos hielo hará la Tierra más peligrosa

El calentamiento del planeta tiene entre sus efectos más evidentes un deshielo masivo en la práctica totalidad de las capas heladas de la Tierra. El resultado es un derretimiento de glaciares y otras superficies heladas que trae consigo una elevación de los niveles del mar.

Un planeta con menos hielo en el futuro lo hará más peligroso, con territorios costeros más expuestos (a la subida de las aguas, la erosión, la intrusión marina, a la pérdida de valiosos ecosistemas litorales). Algunas zonas se harán inhabitables. La gravedad del asunto procede del hecho de que 680 millones de personas (el 10% en el 2010) viven en zonas costeras bajas, y que esta cifra llegará a los 1.000 millones en el año 2100. Así lo señala el nuevo informe (Special Report on the Ocean and Cryosphere in a Changing Climate), elaborado por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático de la ONU (IPCC).

El nivel medio de las aguas del mar ha subido 0,16 metros entre 1902 y 1915. Pero esta elevación tiene tasas crecientes (de 3,6 milímetros al año entre el 2006 y el 2015), algo sin precedentes el último siglo. Es 2,5 veces más que la del período 1901-1990 (1,4 milímetros al año).

El deshielo de los glaciares y la expansión térmica son las factores que lo explican.

Y la “causa dominante” del ascenso marino desde 1970 es la mano del hombre (“el forzamiento antropogénico”, en el argot científico).

El futuro de esas subidas

Además, las previsiones marcan una agudización de esta tendencia. Para final de siglo (2081-2100) la subida del nivel del mar oscilará entre los 0,30 metros y los 0,43 metros en un escenario muy optimista (siempre con relación al período 1985-2005).

Pero si las emisiones de gases siguen desbocadas, esa elevación se situará entre los 0,71 metros y los 0,84 metros.

Todas estas proyecciones significan un incremento de 0,1 metros respecto al último informe del IPCC (2014).

No obstante, los expertos creen probable además que el citado ascenso supere el metro de altura en el año 2100 debido a la prevista pérdida de hielo en la Antártida.

La incidencia regional de estas subidas es muy desigual. Todo depende sobre todo de factores que se superponen al cambio climático, como son el hundimiento de las zonas costeras (subsidencia), ya sea debida a causas naturales locales o a las actividades humanas.

'Sepelio' del glaciar Pizol (Pizolgletscher, en Suiza)
‘Sepelio’ del glaciar Pizol (Pizolgletscher, en Suiza) (Fabrice Coffrini / AFP)

Y continuará los próximos siglos

En lo que también existe consenso es en que la subida del mar continuará en los próximos siglos. Hacia el año 2100 el ascenso de las aguas será de entre 4 y 15 milímetros al año, pero puede ser de varios centímetros anuales el siglo XXII y totalizar entre 2,8 y 5,4 metros en el 2300 en el peor de los casos. Todo ello subraya “la importancia de reducir las emisiones para limitar el ascenso del mar”, expresa el documento.

Los expertos reclaman un control de las pérdidas de las capas heladas y de las inestables plataformas heladas de la Antártida, pues, considerando las consecuencias que acarrean y el riesgo de colapso de algunas partes de estas plataformas de la Antártida, “este alto riesgo merece atención”.

Más frecuencia de subidas extremas

Los efectos de esas subidas se traducirán en un aumento de la frecuencias de los sucesos de elevación extremo de las aguas, lo que, a su vez, “puede tener graves impactos en muchas emplazamientos” costeros, aunque dependiendo del grado de exposición..

Los sucesos de elevación extremo del mar, que son históricamente raros (pues se dan una vez por siglo) se repetirán con mayor frecuencia, al menos una vez por año, en muchas localidades y emplazamientos a mitad de siglo.

Megaciudades, acosadas

Por ejemplo, para el año 2050, muchas megaciudades situadas en cotas bajas, así como pequeñas islas, registrarán cada año sucesos históricos que antes solo se daban cada cien años.

Estos sucesos “históricos” ahora anuales se darán antes en las latitudes medias de planetas, y en función de si el volumen de las emisiones de gases sea más elevado.

Los episodios de grandes oleajes se incrementarán en el océano antártico y en el este de Pacífico tropical y en el mar Báltico y decrecerá en el Atlántico norte y el mar Mediterráneo.

Y los patrones de las mareas cambiarán.

Además, la subida del nivel del mar contribuirá a fenómenos de subida extremas de las aguas en asociación con los ciclones tropicales.

En este sentido, se apunta, que la proporción de ciclones tropicales de la categoría 4 y 5 se incrementarán (respecto a la media) cuando las temperaturas se sitúen de media por encima de los 2 ºC, aunque esta afirmación merece un grado de certeza “medio”.

Un iceberg cerca del asentamiento de Kulusuk, en el  municipio de Sermersooq, en el surte de Groenlandia
Un iceberg cerca del asentamiento de Kulusuk, en el municipio de Sermersooq, en el surte de Groenlandia (Jonathan Nackstrand / AFP)

Impactos humanos

El informe alerta de que en ausencia de más ambiciosos planes de adaptación, las comunidades locales costeras resultarán cada vez más expuestas a riesgos como la erosión y la pérdida de tierras, inundaciones, intrusión salina, así como impactos en cascada debido al aumento de los sucesos extremos derivados de las altas emisiones de gases.

La mayor vulnerabilidad es para los territorios de baja altura, ambientes de arrecife de coral, islas, atolones, zonas árticas de baja altura. “Los límites de adaptación se han alcanzado”, recalca el informe antes de definir este concepto como el punto en que los objetivos humanos o las necesidades del sistema natural no pueden ser asegurados ante estos “riesgos insuperables”.

Algunas islas nación “probablemente se volverán inhabitables” debido a la interacción entre los cambios en las zonas heladas del planeta (derretimiento) y el clima de los océanos, aunque la capacidad para reconocer este umbral de resistencia es “difícil de evaluar”, se señala.

Las comunidades árticas y las de atolones habitados sufrirán el mayor riesgo (de medio a alto), incluso en un escenario de bajas emisiones de gases.

Pérdida de glaciares

Los expertos recopilan todas las pruebas de la retirada de los hielos entre el 2006 y el 2015 (278 Gt al año en Groenlandia y 155 Gt al año en las plataformas del oeste de la Antártida).

El hielo retrocede en el océano Ártico a razón de un 12,3% por década desde 1979; y la nieve en las tierras árticas hace lo propio con una tasa del 13,5% por década. Y las temperatura en el permafrost van al alza (0,29 grados en sólo nueve años: 2007-2016).

Todos estos procesos de vertido de caudales al mar continuarán a largo plazo (entre el año 2031 y 2050) debido al incremento de las temperaturas del aire en superficie.

Investigación de la  expedición MOSAiC (Multidisciplinary drifting Observatory for the Study of Arctic Climate) en el mar de Weddell, en la AntártidaS
Investigación de la expedición MOSAiC (Multidisciplinary drifting Observatory for the Study of Arctic Climate) en el mar de Weddell, en la AntártidaS (ALFRED-WEGENER- / EFE)

Glaciares de montaña

La previsión es que entre el año 2015 y 2100, la masa de los glaciares retroceda entre un 18% y un 36%, según el escenario que se derive del volumen de emisiones de gases que se arrojen a la atmósfera.

Las regiones con glaciares más pequeños (Europa central, Cáucaso, norte e Asia, Escandinavia, Andes tropicales, México, este de África e Indonesia) registrarán una pérdida de más del 80% de su actual masa para el año 2100 en el escenario más negativo. El resultado también es que muchos glaciares desaparecerán.

Groenlandia

El deshielo en las capas de Groenlandia contribuirán a final de siglo a un subida de nivel del mar de entre 0,07 metros y 0,15 metros, mientras que en la Antártida esa aportación oscilará entre 0,04 y 0,12 metros en esa fecha.

Las capas heladas de Groenlandia contribuyen actualmente más que la Antártida a este fenómeno, “pero la Antártida podría convertirse en el más importante factor que contribuya al final del siglo XXI” a causa de la “rápida retirada” de los hielos.

Glaciar Santa Inés, en el fiordo de Seno Ballena, en Punta Arenas (región de Magallanes, al sur de Chile)
Glaciar Santa Inés, en el fiordo de Seno Ballena, en Punta Arenas (región de Magallanes, al sur de Chile) (Martin Bernetti / AFP)

Ártico y altas montañas

En el Ártico, a largo plazo (2031-2050), la superficie de hielo en primavera y otoño disminuirá entre un 5% y un 10% respecto al período 1986-2005, aunque esas pérdidas serían entre un 15-25% mayores en un escenario de fuertes emisiones de gases.

En las áreas de alta montaña, el espesor de la nieve en las zonas de baja elevación se reducirá entre un 10% y un 40% para el período 2013-2050 con relación al comprendido entre 1986 y 2005 (según el escenario de emisiones).

Para final de siglo (2081-2100), esa merma alcanzaría el 90% en el peor de los casos.

Permafrost

Los suelos helados (permafrost, capa de tierra congelada de entre 3 y 4 metros de espesor) son unas de las “victimas” del calentamiento.

La previsión aquí es que para el 2100 desaparezca entre el 24% y el 69% de estos suelos.

La consecuencia será una liberación de decenas de cientos millones de toneladas de carbono acumuladas bajo tierra así como metano y CO2, lo que comporta un gran potencial para acelerar el cambio climático.

El huracán Dorian bloqueó la isla de Cedar (Carolilna del Norte, EE.UU.)
El huracán Dorian bloqueó la isla de Cedar (Carolilna del Norte, EE.UU.) (Tom Copeland / AP)

Impactos en personas y ecosistemas

Desde mitad del siglo XX, el derretimiento de las zonas heladas en el Ártico y las áreas de alta montaña ha comportado impactos negativos tanto en la seguridad alimentaria como en la provisión de recursos o la calidad de agua e, incluso, ha tenido efectos sobre la salud, el bienestar o las infraestructuras de las zona afectadas. La cultura de estas sociedades se ha visto afectada, particularmente la de las sociedades indígenas.

Las comunidades y municipios afrontan los fallos de las infraestructuras por inundaciones y el derretimiento del permafrost, y algunas comunidades costeras han planificado su relocalización y realojamiento.

Los modos de vida, de caza, de pesca o el manejo del ganado se ha visto convulsionados por estos cambios.

Esta retirada de la nieve ha perjudicado los campos de cultivo en regiones montañosas del Himalaya (Hindu Kush) o los Andes tropicales.

En el futuro estos asentamientos estarán expuestos a peligros como inundaciones, fuegos, avalanchas, deslizamientos y mayor vulnerabilidad de las infraestructuras.

También las actividades del turismo de alta montaña y recreo se verán perjudicadas por los cambios.

Las tecnologías para producir nieve y favorecer la práctica del esquí serán cada vez “menos efectivas” para reducir los riesgos que sufrirá este sector turístico, sobre todo en la mayor parte de Europa, Norteamérica y Japón y, especialmente, si el calentamiento supera los 2 ºC.

Caudales y deslizamientos

El deshielo alimentará caudales y corrientes fluviales (tanto en las zonas de hielo como en los glaciares de montaña) que superarán la media en invierno y tendrá picos especialmente intensos al inicio de la primavera.

Las corrientes procedentes de los glaciares tendrán sus picos máximos a finales de siglo (aunque en las montañas de Asia será hacia el año 2050) .

Los riesgo de deslizamientos del terreno acompañan estos fenómenos.

Océanos

En paralelo, a lo largo del siglo XXI, los océanos van a continuar su proceso de calentamiento a causa del incremento de temperaturas en superficie. Las capas superiores serán entre 5 y 7 veces más cálidas (en un escenario de fuertes emisiones) de lo que lo eran en 1970.

La captación del CO2 de la atmósfera exacerbará la acidificación. El pH de las aguas será mucho más bajo, con lo que se eleva el riesgo de que determinados organismos que necesitan condiciones químicas muy especiales dejen de tener capacidad para formar sus conchas o esqueletos calcáreos (crustáceos, moluscos…).

Otra consecuencia será un “incremento en la frecuencia de las olas de calor en el mar, así como en su frecuencia, duración, extensión espacial e intensidad”.

Fenómenos extremos de El Niño (calentamiento cíclicos de las aguas en el Pacífico ecuatorial con un efecto dominó sobre todo el planeta) se repetirán con el doble de frecuencia en las diversas hipótesis planteadas.

Ecosistemas en riesgo

Los futuros cambios en las tierras heladas alterarán los sistemas terrestres de agua fresca en las altas montañas y en las regiones polares. En las tierras árticas, su biodiversidad endémica quedará recluida en algunos refugios y tendrá la competencia de nuevas especies.

El derretimiento del permafrost incluso puede dar lugar a incendios y a otros impactos en la vegetación. El 20% de los suelos árticos son vulnerables al deshielo abrupto del permafrost y al hundimiento de los suelos, lo que incrementará un 50% la formación de pequeños lagos.

Los impactos también se dejarán sentir en la producción de biomasa marina animal, en las capturas potenciales de peces y en los cambios de distribución de especies. La tasa y magnitud de este declive serán mayor en los trópicos.

Vanguardia

El Portal Una Nueva Era

Síguenos en:

Twitter:@ElPortalMx

Facebook: El Portal San Luis Potosí

Scroll al inicio