Los indignados de Chile piden reformas que incluyan un cambio constitucional

Lo que empezó como una protesta por el aumento del precio del transporte público ha derivado en Chile en una movilización como no se recuerda en esa república desde los tiempos en que se luchaba contra la dictadura del general Augusto Pinochet. El gobierno, en aparente bloqueo y habiendo sacado a los militares a las calles, busca una solución, sin embargo, todo indica que la actual es una crisis estructural. Hasta ahora se contabilizan, al menos, 18 muertos confirmados por el gobierno. Muchos piensan que una reforma ministerial en profundidad, aunque deseable, dicen ciertos analistas, quizá no sea suficiente para encauzar la situación. En las calles y en determinados círculos se habla de abrir un proceso constituyente.

La actual carta magna chilena data de 1980. Fue aprobada durante la dictadura militar, aunque ha sido reformada muchísimas veces. Los sectores más conservadores, muchos de raigambre pinochetista, temen que la actual situación de tensión desemboque en un cambio constitucional de corte socialista o de inspiración chavista.

Estado en que quedó un convoy de metro en los primeros días de las protestas
Estado en que quedó un convoy de metro en los primeros días de las protestas (Esteban Felix / AP)

Mientras, en la capital, en Santiago de Chile, los graves problemas de transporte se han visto ligeramente aliviadas con una mayor flujo de autobuses a primera hora de la mañana. Hay muchas líneas de metro -el más importante de los medios de transporte de la ciudad- saboteadas por los activistas más violentos que tardarán semanas en volver a estar listas para el servicio. A las 06.00 hora chilena, se levantó ya el toque de queda instaurado desde el pasado fin de semana en varias ciudades, regiones y provincias y que volverá a establecerse al anochecer.

El presidente de Chile, Sebastian Piñera, dirigiéndose a la nación tras días de disturbios y protestas
El presidente de Chile, Sebastian Piñera, dirigiéndose a la nación tras días de disturbios y protestas (Esteban Felix / AP)

El presidente Sebastián Piñera dio marcha atrás a la subida de tarifas del transportes, pero la llama ya estaba prendida y las protestas y tumultos no se atenuaron. Después, lanzó una serie de propuestas de mejora del salario mínimo y las pensiones que tampoco sirvieron para frenar la movilización en las calles. Respecto al levantamiento del estado de alarma, el inquilino de la Casa de la Moneda afirma que antes que hacerlo hay que “ser prudentes”, a pesar de que en algunas áreas del país podría estar empezando a dar señales de apaciguamiento.

Son muchos los analistas que coinciden en que uno de los problemas con que se enfrenta el ejecutivo de Piñera es que el movimiento contestatario carece de un portavoz. “Es un movimiento que no tiene liderazgo y no tiene orgánica”, afirma el profesor de Derecho Constitucional en la Universidad de Chile, Rodrigo Pica. Para él, las actuales demandas de la ciudadanía en Chile guardarían ciertas similitudes con el movimiento de los indignados español.

Chile vive una crisis de expectativas. El nuevo gobierno en su campaña prometió cifras de crecimiento altísimas”

Rodrigo Pica Profesor del derecho constitucional en la Universidad de Chile

“Chile vive, bajo mi punto de vista, una crisis de expectativas. El nuevo gobierno en su campaña electoral prometió cifras de crecimiento altísimas. Los cambios sociales, en cambio, quedaron abandonados, aunque se anunciaron contrarreformas”, añade el profesor. “Sin embargo, el coste de la vista está cada vez más alto, la educación es muy cara, al igual que la salud”, añade. Sin olvidar el transporte origen del estallido social.

Aunque las protestas arrancaron con un desafío de los colectivos estudiantiles que empezaron a saltarse el torno del metro en señal de protesta contra la subida de tarifas, esa acción deliberada contra el pago del billete se extendió muy rápidamente a todos los estratos sociales y profesionales. “Claramente, falló la inteligencia policial. El gobierno no supo ver que ese fenómeno no se quedaría ahí”, afirma Pica. “Hay protestas incluso en barrios de Santiago de clases acomodadas. Se reclama más justicia social”, subraya.

Miles de personas protestan con un corte de carretera en la ciudad de Santiago
Miles de personas protestan con un corte de carretera en la ciudad de Santiago (ESTEBAN GARAY / EFE)

Esa transversalidad es una de las grandes novedades del movimiento contestatario que hoy se moviliza en Chile. El estado de alarma decretado por el gobierno, ese que permite que los militares asuman competencias en seguridad ciudadana y que se limite la libertad deambulatoria, rige en estos momentos en más de la mitad del país.

Antidisturbios chilenos, interceptando a una manifestantes en Santiago de Chile el miércoles
Antidisturbios chilenos, interceptando a una manifestantes en Santiago de Chile el miércoles (IVAN ALVARADO / Reuters)

“La instauración del estado de alarma fue una respuesta del gobierno muy poco gradual y la admisión de un gran fracaso. El recuerdo de los militares en las calles para aquellos que éramos niños en los años 80 (dictadura del general Pinochet) es algo muy sensible”, comenta el profesor Pica en conversación con La Vanguardia.

La fiscalía chilena está recopilando información sobre supuestos abusos contra civiles que hayan podido cometer militares o policias en varios puntos del país.

Policías de control de masas a caballo, en la ciudad chilena de Concepción
Policías de control de masas a caballo, en la ciudad chilena de Concepción (JOSE LUIS SAAVEDRA / Reuters)

El debate sobre el levantamiento de las medidas extraordinarias en materia de seguridad ciudadana no es una demanda unánime, relata Pica. Hay algunos sectores que prefieren que se mantengan “porque se están evitando los saqueos”, en cambio otros creen que la retira de los militares “de las calles servirá para que todo se encauce y se normalice”.

“En estos momentos, no se me ocurren más que dos escenarios de futuro: que el movimiento se fatigue o que el gobierno opte por disuadir con más fuerza todavía”, concluye este profesor de derecho constitucional.

El Portal Una Nueva Era

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