Por :Daniel Rangel
¡Cuántos memes abundan en las redes sociales sobre las ex parejas! No es en vano la risa que nos causan, pues guardan una gran verdad cada una de estas imágenes.
Creo que la gran mayoría hemos conocido a gente que ha estado en una relación problemática, donde cortan y la ex pareja se convierte en una figura abominable, de pronto inconveniente, y en algunos casos conocida como: el/la Innombrable.
No obstante, la raíz de esa hierba mala no es bien escardada de la mente y del corazón después de todo por muchos.
Dice un verso del libro más vendido de todos los tiempos que…
…AQUEL QUE ESTÉ LIBRE DE PECADO, QUE TIRE LA PRIMERA PIEDRA
Estamos habituados a oír a la gente y a ver publicaciones referentes a lo tóxica que es nuestra pareja, lo malo es que tendemos a creer que el villano y culpable siempre es el otro. ¡Mira qué bonitos!
Hablar de una relación de pareja implica hablar de dos personas, de manera que el éxito o fracaso de una relación es producto de lo que ambos hacen; obviamente habrá casos específicos en que uno tiene bien puestas las pilas y el otro no, ni tampoco se le ve animado a ponérselas; pero el punto al que voy es que se tiende a adjudicarle la toxicidad al otro volviéndolo un maldito a nuestros ojos y a los de la gente que conoce nuestra historia; lamentablemente al momento de desahogarse se suele contar solo las acciones reprobables del otro, desenfocando las propias para contar una historia incompleta e injusta: «…y Fulano era así y asá conmigo; me hacía esto y aquello».
En otras palabras: la toxicidad no solo emana del otro, también uno coopera para provocarla o para reforzarla. Es difícil darse cuenta de ello, es más propenso percibirse como ángel o como víctima que como cómplice o villano.
«EL TIEMPO LO CURA TODO»
Cuando era un jovencillo creía con tesón en la fuerza de esta frase. No fue sino con ciertas experiencias que viví y lo que aprendía durante mi preparación como psicólogo cuando me di cuenta de esta falacia de esta sandez.
El tiempo es una especie de analgésico con efectos lentos, pero de ninguna manera es la cura.
Al cabo de una ruptura amorosa, conforme pasan los días uno se va enfocando en múltiples pensamientos de acuerdo a su diario vivir, lo cual quita de foco aquellos pensamientos referentes al ex, pero basta el estímulo que dé en el clavo para concentrar la atención de nuevo en ese tema.
Naturalmente, no todos manejan bien las separaciones de pareja, muchos regresan aun contra los pronósticos desfavorables. Hay quien, después de haber cortado, busca a su ex directo y sin rodeos para pedirle que vuelvan, otros se valen de pretextos sutiles como reaccionar con un Like a sus publicaciones, ver sus historias intencionadamente, mandarle un mensaje, etc.; y cuando
menos se da uno cuenta, ya están juntos otra vez, listos para intoxicarse como en los viejos tiempos.
UN CLAVO SACA A OTRO CLAVO
Otro ejemplo de aquellos que no manejan bien la separación amorosa, son aquellos que apenas termina su relación se enrolan con una nueva pareja, a la cual, lamentablemente no aman ni estiman mucho que digamos, pues la función que cumplen estas nuevas parejas es ayudarles a evadir el dolor del “Innombrable”.
Es de sabios guardar distancia para honrar la propia dignidad y evitar ser usado con vileza por un egoísta que lo que menos busca de inicio es disfrutar con plenitud de la vida en pareja. Quien crea poder contra esto y cambiar las cosas a su favor, que Dios lo bendiga…
«SÍ, YA LO SÉ»
Bienaventurado el que aprendió bien y a la primera. Cuántas veces creemos saber algo, e incluso nos puede resultar ligeramente molesto cuando alguien nos lo pretende enseñar porque “ya lo sabemos”.
Es patético y además impotente conocer la situación que se ha vivido con una persona que trasgrede las libertades, derechos y respeto de su pareja, y aun así, no hacer nada útil con lo que supuestamente se sabe para darse paz. Y cada vez que una amistad o un familiar tratan de dar su opinión, se le marca la raya como defendiendo la propia inteligencia y presumiendo así la perspicacia con un: «Sí, ya lo sé», cuando opinan lo que uno asegura ya saber.
Seguramente a muchos les ha pasado por la mente el cuestionamiento más obvio: «Y si ya lo sabes, ¡¿por qué sigues ahí / buscándolo(a)?!».
Pues bien, de nada es útil saber algo si no se le da aplicación a ese conocimiento para que conduzca a una transformación que permita moverse de ese punto en el que se ha estado desde hace mucho a otro más favorable.
Con cierto atrevimiento diré algo que esta gente se ha abstenido de saber: Aquella razón por la que no le han cerrado definitivamente la puerta a su amado es porque tienen esperanzas de que cambiará, pero tristemente eso no pasará en lo próximo. Para que pueda cambiar es necesario reconfigurar su mente, y eso es un proceso lento.
¿CÓMO CORTAR CON ESA RELACIÓN DAÑINA DE UNA VEZ POR TODAS?
Es difícil que alguien se desenganche con facilidad por voluntad de aquel con quien ha creado confidencialidad, con quien ha compartido experiencias, intimidad, con ese individuo en quien se crearon expectativas profundas; y asimismo es difícil hacer cambiar de opinión a alguien que está en una relación insana por diferentes motivos: El enamoramiento, el erróneo concepto de amor, falta de autovaloración, la esperanza de que su pareja cambiará, etc.
No es hasta que sus límites de tolerancia ante las injusticias se desbordan para empezar a plantearse si deben seguir con quien no aprecia su amor y su persona, o sea, hasta que tocan fondo.
En tanto no haya una consciencia que valore la realidad de los hechos que ha vivido, no habrá paso para resarcir el alma y fortalecerla.
Mientras no se establezcan límites para determinar qué y cuánto es tolerable, y mientras no haya una orientación con ayuda idónea para reestructurar y trabajar conceptos de autovalía y de relaciones de pareja, es altamente probable volver a incurrir en esa u otra relación de menoscabo.
La mamá de Forrest Gump dijo que tonto es quien hace tonterías, y tonterías son las que uno comete cuando se ensaña en pagar un precio alto para ser humillado de nuevo absurdamente por un pelafustán y, peor tantito, por sí mismo.
Ojalá que este texto siembre una semilla que siga germinando para cuando nos encontremos nuevamente por aquí.
Ci vediamo!
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