La revolución sanderista avanza viento en popa pero no hay tiempo que perder. “Hemos creado una coalición multigeneracional y multirracial que no sólo va a ganar en Nevada sino que va a arrasar en todo el país”, auguró el senador Bernie Sanders antes de que se conociera la magnitud de su victoria en este estado, dirigiéndose a sus simpatizantes ya desde Texas, uno de los 14 estados que votará en el supermartes del 3 de marzo. Sus rivales advierten de que quedan once días para frenar a Sanders. Para desazón de los mandos del partido, es el favorito incontestable a la nominación presidencial demócrata.
Sanders ganó el voto popular en los caucus de Iowa. Se impuso en las primarias de Nuevo Hampshire. Y el sábado arrasó en Nevada impulsado por primera vez por una amplia coalición de votantes con la que el senador por Vermont, socialista declarado, asegura que puede sacar a Donald Trump de la Casa Blanca. Los sondeos a pie de urna en Nevada demuestran que el suyo no es sólo un movimiento apoyado por los jóvenes o el ala izquierdista (liberal, en la jerga política estadounidense) del partido sino la amplia coalición de la que presume pero que hasta que no ha votado un estado demográficamente diverso como Nevada no se había materializado.
Una amplia base popular
El senador fue el más votado entre blancos, latinos, mujeres, menores de 64 años…
Sanders, de 78 años, fue el candidato más votado por todas las franjas de edad por debajo de los 64 años (paradójicamente, es su generación la que más se le resiste). Con educación universitaria o sin ella. Entre las mujeres, el grupo más activo políticamente del partido. Los latinos (el 53% apostó por él). Y por supuesto los blancos. Otro dato a su favor es su buen resultado con los negros y moderados, entre los que fue el segundo candidato más votado, a escasa distancia de Joe Biden.
Con un 60% de los resultados contabilizados, Sanders habría conseguido un 46% de los votos en Nevada, muy por delante del resto. Biden, que hasta hace poco lideraba los sondeos en este estado de tres millones de habitantes, con casi un 30% de población de origen hispano, se quedaría en un 19,6%, seguido por Pete Buttigieg (15,3%) y Elizabeth Warren (10,1%). Ninguno de los rivales más inmediatos de Sanders ha tirado la toalla. El exceso de centristas no ha hecho si no reforzarle pero todos creen que al final caerá y, mientras tengan dinero, seguirán allí para emerger como alternativa, una estrategia que ya aplicaron los republicanos en el 2016 para frenar a Trump y que fracasó estrepitosamente.
Estrategia arriesgada
A pesar de sus malos resultados, ningunode los candidatos centristas se ha retirado
Biden insiste en que podrá ganar las primarias de este sábado en Carolina del Sur. Las últimas encuestas indican sin embargo que su apoyo entre los negros, 60% del electorado demócrata en este estado, está menguando en favor de Sanders y Tom Steyer, un empresario que se ha gastado 21 millones de dólares de su bolsillo en anuncios en las televisiones locales. Warren, por su parte, ha visto en los votantes de última hora los frutos de su sensacional intervención en el debate de la semana pasada y confía en que su candidatura remontará el supermartes .
Aunque Nevada ha demostrado crudamente su falta de tirón más allá de los blancos con educación universitaria, Buttigieg se presenta como el único candidato capaz de unir al partido y anteanoche atacó duramente al líder de la carrera. La “revolución ideológica” del senador “deja fuera a la mayor parte de los demócratas, por no hablar ya de los estadounidenses. “Antes de precipitarnos y designar a Sanders como la única opción para enfrentarnos al presidente, observemos con serenidad lo que nos jugamos”, dijo. De perfil centrista, Buttigieg ataca a menudo los efectos de la reforma sanitaria de Sanders. Sin embargo, aunque la idea de crear un sistema público no goza de un apoyo mayoritario a nivel nacional, sí lo tiene en su partido. El 64% de los demócratas la respalda, según un reciente sondeo de NPR, PBS y Marist.
Muchos políticos demócratas temen sin embargo que, además de perder frente a Trump, Sanders les impida mantener su actual mayoría en la Cámara Baja del Congreso, conseguida en el 2018 gracias a los buenos resultados de candidatos (mujeres en su mayoría) de perfil moderado. Pero el miedo a una candidatura de Sanders es llamativamente mayor entre los mandos del partido, sus representantes en las instituciones y los medios que entre las bases del partido. El senador destaca como el precandidato presidencial mejor valorado en los sondeos entre los votantes demócratas.
El estado de los casinos
Los empates entre candidatos en los ‘caucus’ se resuelven sacando una carta
Tanto Buttigieg como Michael Bloomberg, que competirá por la nominación a partir del supermartes , han publicado informes sobre el estado de la carrera que advierten del riesgo de que Sanders consiga ese día una cantidad insuperable de delegados. El senador lidera las encuestas en California y el sábado predijo que también ganará en Texas. Superpoblados, ambos estados votarán junto con una docena de territorios más el próximo 3 de marzo, fecha en la que quedarán repartidos casi el 40% de los delegados totales necesarios para hacerse con la nominación presidencial.
“La historia se repite. Los demócratas pueden aprender cómo salvar su partido viendo cómo los republicanos perdieron el suyo” con la victoria de Trump, ha escrito el consultor conservador Tim Miller, que en el 2016 dirigió un fondo para frenar a quien hoy es el presidente de EE.UU. “Tienen once días” para parar a Sanders, asegura. Tras el supermartes , la carrera estará sentenciada. “Tic tac”, insiste Miller, que aconseja a las grandes figuras del partido (los Obama, Bill Clinton, Nancy Pelosi…) avalar de inmediato a uno de los rivales del senador y, a estos, que pasen al ataque de inmediato.
El gran perdedor de las primarias demócratas del 2020 es de momento el sistema de los caucus o asambleas vecinales. Tras la desastrosa experiencia de Iowa, donde tres semanas después aún no se sabe quién obtuvo más delegados, si Sanders o Buttigieg, Nevada optó por extremar las precauciones, lo que se ha traducido en retrasos en la transmisión de los resultados (sólo certificó el 4% del voto la noche electoral). Cada vez más voces abogan por celebrar sólo primarias, con urnas y papeletas, dejar atrás este arcano sistema que en Nevada deja estampas tan propias de Las Vegas como que los empates en los recintos electorales (hoteles o casinos en algunos casos) se resuelvan sacando una carta de una maza siete veces barajeada.
Con información La Vanguardia
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