La contaminación y el humo de los incendios forestales, sumados al aire seco, perjudican la salud humana. Descubre cómo afectan a tu cuerpo y algunos consejos para protegerte.
Cuando la contaminación atmosférica e las ciudades y el humo de los enormes incendios que asolan Argentina, Bolivia, Brasil y Paraguay se suman al aire seco típico del invierno, la calidad del aire puede llegar a ser extremadamente mala.
Además de las partículas finas habituales en la contaminación atmosférica, el aire que contiene el humo de los incendios forestales contiene otras sustancias químicas tóxicas que varían en función de lo que se esté quemando, ya sea biomasa (material formado por árboles muertos, hierba y animales), casas, coches o cualquier otra cosa, lo que genera un aire contaminado de peor calidad, explica la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.
El alarmante número de incendios en los estados brasileños que componen la Amazonia, en el Pantanal y también en zonas del Sudeste, como São Paulo, sumado a los incendios que se están produciendo en Bolivia, han formado una nube de humo con potencial para alcanzar más países sudamericanos, como Argentina y Uruguay.
Pero, ¿cómo siente el cuerpo humano los efectos del aire seco y cargado de humo y qué grupo de edad se ve más afectado? ¿Hay alguna forma de protegerse o minimizar los efectos del aire de mala calidad? National Geographic habló con un experto en salud para aclarar estas y otras cuestiones.
Los efectos del aire seco y contaminado en el organismo
“El aire seco es un irritante para las mucosas de las vías respiratorias, por lo que inmediatamente se empieza a sentir irritación en la nariz al inhalarlo”, explica Paulo Camiz, médico general y geriatra del Hospital das Clínicas de São Paulo y profesor de la Universidad de São Paulo (USP) en Brasil.
El médico explica que todas las partes del cuerpo que entran en contacto con el aire del ambiente exterior sienten los efectos, por lo que, además de las mucosas nasales, las mucosas bucales (boca) y las vías respiratorias inferiores (garganta), así como los ojos y la piel, empiezan a sufrir con el aire seco y contaminado.
Cuando se inhala ese aire contaminado, se produce un aumento de la producción de secreciones (mucosidad) para intentar compensar la falta de humedad del aire, explica el profesional brasileño. “Esto puede provocar congestión nasal, nariz tapada,estornudos y tos debido a la irritación. Esto favorece la colonización de estas secreciones por bacterias, provocando infecciones respiratorias asociadas a esta situación”, señala Camiz.
Las investigaciones también indican que esta combinación de aire seco y humo de incendios forestales puede ser aún más peligrosa. En un artículo de National Geographic titulado La contaminación atmosférica nos roba inteligencia y pulmones, el investigador Xin Zhang, de la Universidad de Pekín (China), afirma que el aire contaminado causa daños no solo en los pulmones, sino también en la materia blanca del cerebro. Otros estudios también han relacionado la contaminación atmosférica con la mala salud del corazón y la diabetes, según el mismo artículo.
Con información National Geographic
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