Lo que un adolescente decide hacer hoy puede marcar el futuro de sus hijos. Así lo demuestra un estudio internacional que reveló un dato inquietante: los hijos de hombres que comenzaron a fumar antes de los 15 años muestran un envejecimiento biológico acelerado, es decir, son más viejos a nivel celular que su edad real.
La investigación, presentada en el Congreso de la Sociedad Europea Respiratoria en Ámsterdam, reunió a expertos de Noruega y Grecia, quienes analizaron el impacto del tabaco en la pubertad masculina y sus consecuencias para la descendencia.
El daño invisible del tabaco
El equipo liderado por Juan Pablo López-Cervantes, de la Universidad de Bergen, utilizó relojes epigenéticos, herramientas científicas capaces de medir la edad biológica a partir de modificaciones químicas en el ADN.
Los resultados fueron claros:
- Hijos de padres que fumaron en la adolescencia tenían una edad biológica entre 9 meses y 1 año mayor que la cronológica.
- Si los propios participantes también fumaban, la diferencia aumentaba a 14 o 15 meses.
Este hallazgo refuerza la hipótesis de que el tabaco no solo daña al fumador, sino que deja una huella epigenética que puede transmitirse a futuras generaciones.
Cómo se hizo el estudio
El trabajo se desarrolló en el marco del proyecto RHINESSA, con la participación de 892 personas de entre 7 y 50 años. Se recolectaron muestras de sangre y cuestionarios sobre hábitos de tabaquismo de los participantes y sus padres.
Los investigadores compararon la edad biológica con la cronológica y detectaron que el daño era significativamente mayor cuando los padres habían iniciado el consumo de tabaco durante la pubertad, un momento clave en el desarrollo celular y hormonal.
Una amenaza intergeneracional
Para Stamatoula Tsikrika, presidenta del grupo de control del tabaco en la Sociedad Europea Respiratoria, los resultados son una señal de alarma:
“Sabemos que fumar causa asma, EPOC y cáncer, pero ahora vemos que el daño puede persistir a través de generaciones”.
Este hallazgo también plantea interrogantes sobre el auge del vapeo en adolescentes, una práctica aún poco estudiada a nivel intergeneracional, pero con potencial de generar consecuencias similares.
Qué significa para la salud pública
El estudio sugiere que las políticas de prevención del tabaquismo deben reforzarse, especialmente en adolescentes varones. Prevenir que un joven de 13 o 14 años encienda su primer cigarrillo podría marcar la diferencia no solo en su salud, sino en la de sus hijos y nietos.
La doctora Tsikrika lo resume con contundencia:
“El tabaco no solo roba años al fumador, también condiciona la calidad de vida de las próximas generaciones”.
Una llamada de atención global
La evidencia científica se suma a décadas de campañas antitabaco y pone sobre la mesa un nuevo argumento: el consumo de tabaco en la adolescencia no es solo un problema individual, sino un legado de riesgo que puede transmitirse en la línea de sangre.
El desafío ahora está en educar, prevenir y limitar el acceso de los jóvenes a productos con nicotina, incluyendo los cigarrillos electrónicos. El daño epigenético, invisible pero profundo, es una factura que las próximas generaciones no deberían pagar.
Con información de La Verdad Noticias.
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