Existe la creencia de que todo aquel que obra mal, obtendrá un mal; que es el karma, que el universo, que un castigo divino… Ve tú a saber, mi cuestionamiento es: ¿y por qué a los que hacen las cosas bien, también les va mal? No parece muy justa esta infamia, pero quién soy yo para cuestionarlo. Este es un tema que me he encontrado en la consulta en diversas ocasiones y quiero departirlo en este escrito.
¿Adónde nos llevan nuestras creencias?
Para empezar, es importante hablar de las creencias, pues estas son las que le dan sentido y dirección a nuestros pensamientos; de acuerdo a nuestras creencias adoptamos determinada postura ante una situación. Aquello en lo que crea es lo que por consiguiente veré, escucharé, hablaré y la actitud que adoptaré.
Respuestas específicas a acciones específicas
Tendemos a valorar como recompensa o castigo un evento que creemos que ocurrió en respuesta a alguna acción que previamente hicimos: si en una molestia le espeto a mi papá: «¡Ojalá no hubieras sido mi padre!», y al poco tiempo se muere, es probable que relacione lo que dije con el infortunio, como si lo que dije hubiera sido la causa. Por ser un mal hijo, recibí algo malo. No hay ciencia que lo respalde, pero así lo asentamos.
Ahora, ¿cómo sabemos cuáles son las acciones específicas que la vida nos recompensa o castiga? ¿Qué tal que solo recibí una bendición porque al otro le nació dármela y no existe una relación con algo que yo haya hecho? O si alguien me pide que derribe el nido de unas golondrinas de mi casa, ¿cómo sé que esa recompensa fue por haberle ayudado y no por darle unas monedas al cantante del camión de ayer? Realmente es difícil saber qué cable está conectado con qué.
Por muy bueno que creas ser, también eres malo
Revisemos otro escenario. Por los hechos podemos afirmar que también al que obra bien le va mal, y al que obra mal, también le va bien. Pero, ¿cómo determinamos que somos buenos o malos? Si me quedo con el cambio de las tortillas, ¿me hace malo? Pero si más tarde toco la guitarra en la iglesia, ¿me hace bueno y ya estamos a mano?
Todos hacemos cosas buenas y malas, pero nuestra alma juzgona nos lleva a juzgar a los demás y lo que creemos que se merecen. Decía Erich Fromm: «Toda acción del enemigo se juzga según una norma, y toda acción propia según otra». Un asesino serial puede ser muy bueno con los meseros en un restaurante, así como un devoto puede ser un desgraciado con su familia.
Lo que ven tus ojos no necesariamente representa la verdad
Muchas veces tenemos la osadía de cuestionar: ¡¿pero cómo los malandros andan en buenos coches, tienen mucho dinero y lujos aun cuando sus conductas son chuecas, y uno que es honesto, le va mal?!
Lo que vemos de los demás no representa toda su vida, mi amigo, solo son destellos; recuerda que tú también escondes los defectos, igual que cualquier otro, honesto o deshonesto.
El sol sale para todos
A decir verdad, no podremos corroborar que al que obra bien, le va bien, y al que obra mal, se le pudre el tamal, pero el análisis de esto nos ayuda a ampliar nuestra forma de pensar. Por otro lado, tampoco sirve de nada importante compararnos con los otros, todos vivimos temporadas de oro, pero no en todos es igual, unos las vivirán con pagos grandes; otros, teniendo el trabajo de sus sueños; otros, con el amor de su vida; otros, viajando; otros, gozando de excelente salud. No caigamos en el error de creer que el éxito se mide con dinero y lujos, para alguien con problemas serios de rodillas, un lujo es salir a caminar.
Lo anterior refuerza la idea de lo absurdo que es extrapolar los conceptos sobre lo bueno y lo malo, el sol no proyecta siempre al mismo lugar, todos nos bañamos con su calor y luz según lo necesitemos.
Ci vediamo!
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