Por: Fernando Espinosa Rúa
Paja, manuela, chaqueta, jalar el ganso, hacer justicia por su propia mano, lavar a mano, chaira, en fin, cualquier lector podría hacer una larga lista de sinónimos, apodos, eufemismos o motes, sin embargo, la palabra masturbación viene del latín “manus turbare”, que puede traducirse como turbarse o violentarse con la mano, suele definirse como el acto de tocarse a sí mismo, con la finalidad de obtener placer sexual, se dice que es hacer el amor con quien más amas, seas mujer u hombre.
En el caso de la masturbación masculina, el término de onanismo fue tomado del pasaje del libro del Génesis, donde se menciona que Onán eyaculaba fuera de Tamar para no darle descendencia a su hermano, aunque se podría pensar que esto sería una mala interpretación del texto bíblico, puesto que relata una interrupción del coito.
Sin embargo, los católicos medievales entendieron la acción de Dios en esta historia como una condena de la masturbación por ir en contra de la concepción. Los antiguos judíos, cuyas leyes influyeron mucho sobre las primeras ideas de los cristianos respecto a este punto, interpretaban el derroche voluntario del semen como un acto pecaminoso, como una transgresión al mandato divino que obligaba a todos los hombres a multiplicarse, es decir, que la finalidad última es la reproducción.
De ahí que fuese algo prohibido, aunque afortunadamente no en todas las sociedades se llegó a condenar a la masturbación.
En la época victoriana se generó la máxima de que el placer era algo prohibido, que solo se vive a través de la “perversión”, y esta se volcó en situaciones dedicadas al goce masculino, como el sadismo, masoquismo, fetichismo, en un ambiente de asfixiante hipocresía. La represión sexual se encarnizó contra la masturbación masculina, la condenó por ser pecaminosa y además la ciencia la hizo responsable de todo mal físico y mental, a este respecto Krafft-Ebing en su cuadro psiquiátrico dice que toda perversión tiene como base la masturbación.
En esa época se había observado en las personas que estaban encerradas en manicomios o las que sufrían “afecciones mentales”, se masturbaban en lugares visibles y se supuso que esa era la causa de sus problemas, cuando en realidad, no era nada más que un síntoma de la falta de vida privada o de la indiferencia a las restricciones sociales.
Entre las tradiciones religiosas y morales, traducidas al ámbito de la medicina, se decía que esta podría producir resultados horrendos como la muerte, la condenación eterna o incluso la locura, por lo que los padres se sintieron con derecho a utilizar recursos extremos para “salvar a sus hijos de sí mismos”. Así, por ejemplo; durante la guerra civil española existían clínicas contra la masturbación, incluso se vendían aparatos de aluminio para aprisionar las manos de los hijos, y fue ahí mismo donde se patentaron los cinturones de castidad para los varones.
Hoy en día tanto la medicina, la psiquiatría y algunos grupos religiosos ya no conservan esos criterios tan extremos, sin embargo, en el domino popular persiste el deseo de controlar en los adolescentes esta práctica con frases como “te van a salir pelos en la mano o callos”, “te volverá loco”, “por eso sale el acné”, las sentencias más sofisticadas dictan que como único medio de obtener placer vuelve antisocial a las personas, o bien, que reducirá la gratificación en el matrimonio.
En las órdenes religiosas, el voto del celibato también condiciona a la masturbación, a los novicios se les indica que poco a poco dejen de hacerlo, porque se sabe que así baja el nivel de hormonas en la sangre, con ello la pulsión sexual y al final, la necesidad de auto estimulación, ya no se diga de la interacción sexual con otra persona. Por otro lado, un gran número de personas la relacionan con la adolescencia y se ha llegado a juzgar a quien la practique como una persona inmadura.
Existen otros dos elementos que suelen tener más preocupados de forma especial a los adolescentes, la presencia de erecciones matutinas o las nocturnas, ya que con estas últimas, cuando van acompañadas de sueños eróticos se producen las llamadas poluciones nocturnas, que están muy emparentadas con la masturbación pues ambas no están destinadas a la procreación. Sin duda, el adolescente que lo experimenta puede sentirse asustado o avergonzado cuando le sucede por primera vez.
Más aun, porque se llegaron a considerar que eran un signo de debilidad física y que absorbían la energía mental y psíquica del joven, que también producían la locura, y hasta la muerte por agotamiento cerebral. En la edad media se hacía responsable a un demonio, el súcubo, que se introducía de noche en la cama del joven inocente que dormía y provocaba una polución, posteriormente se culpabilizaba a las brujas.
Más recientemente, se llegó a pensar que estas se debían a que los riñones estaban llenos de orina, hoy se sabe que durante el sueño se produce una etapa en que los ojos cerrados se mueven rápidamente, la cual se presenta de 4 o 5 veces durante la noche, y se caracteriza por sueños precisos, actividad muscular, variaciones en el pulso y respiración, erección parcial o total y en las mujeres lubricación vaginal. El que un hombre se despierte durante esta etapa su pene puede dar muestras de tumescencia o erección.
Esto corrobora que los mecanismos que producen la erección funcionan perfectamente desde el punto de vista fisiológico, que el sujeto está perfectamente sano, en pocas palabras. Sin embargo, por falta de entedimiento puede ser motivo de discusiones en la pareja cuando el hombre en cuestión manifiesta estar cansado y es sorprendido por la pareja cuando experimenta una erección nocturna, la mujer puede pensar que todo fue un engaño para evitar el coito, o en el caso contrario, el hombre puede ser quien quiera aprovechar su erección matutina y de forma brusca tratra a la mujer, quien puede estar aún medio despierta y pueda ser lastimada por semejante asalto, pues tal vez no esté lo suficientemente excitada.
Para los victorianos la masturbación femenina era algo imposible de imaginar, simplemente no existía, porque las mujeres eran asexuadas. Una prueba de ello es se ha carecido de un termino especifico para el “onanismo” femenino, pues los adjetivos son más modernos como:”buscar a nemo”, “hacer el spiderman”, “tocar la campana”, “un tribilin”, “dedeo”, “digiturbarse”, esta ultima expresión sería el termino más adecuado porque alude a la utilización del dedo, sin embargo, puede usarse el frotismo
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Con todo y lo antes señalado, muchas personas están convencidas de que las mujeres no sienten necesidades sexuales intensas y en caso de ser así, que deberían buscarse un hombre para no tener esa necesidad. También, existe la creencia de quienes la practican son sexualmente insaciables y se les catalogas como ninfómanas.
No fue sino hasta que apareció el informe Hite, un estudio sobre la sexualidad femenina, que se rebeló que muchas más mujeres de lo que se suponía, lo practicaban. No queda duda de que los tabúes culturales contra todos los aspectos de la sexualidad pesan más sobre las mujeres y no visibilizan lo que Masters y Johnson concluyeron después de estudiar a cientos de mujeres, que las técnicas de masturbación de ellas son mucho más variadas que las masculinas.
Ahora bien, todas esas ideas alrededor de la masturbación lo único que consiguieron fue estimular la astucia del niño para poder ocultar sus actos y crearle más remordimientos y angustia por la práctica de estos o fomentar un criterio aun mas represivo para el manejo de sus actitudes sexuales básicas.
Hoy en día se sabe que la masturbación que es un excelente masaje a la próstata y que los estudios demuestran que las mujeres que lo han practicado antes del matrimonio alcanzan más fácilmente el orgasmo, asimismo, que la práctica de ella es un recurso aceptable para desahogar la tensión sexual y nerviosa, y que no hay porque preocuparse por la frecuencia con que se realice. Finalmente, que una de las formas en que el niño aprende a ver su cuerpo como una posible fuente de placer, reside en el autodescubrimiento mediante la autoestimulacion masturbatoria.
Aceptada así, la masturbación ayuda cuando en la vida matrimonial algunas veces no se puede llevar a cabo el coito con la pareja, por enfermedad, estrés, discapacidad, y se puede recurrir a esa práctica, pero se ha llegado a pensar que un adulto que lo hace es porque esta insatisfecho con su pareja o falto de amor, sin embargo, este es un concepto erróneo.
La masturbación puede ser incluida cuando haya algún impedimento o bien para compartir una forma diferente de mantener el contacto físico y que no necesariamente deba haber penetración, incluso muchos terapeutas sexuales la recomiendan para revitalizar las relaciones entre la pareja.
Masturbarse es el arte prohibido de conocer tu propio cuerpo y descubrirte en cada sensación, cada toque, utilizando el órgano más erógeno que se tiene, que es la mente.
Es la habilidad de saberte desnudar de los prejuicios y entregarte al placer de sentirte libre de experimentar cada sentido por tu propia cuenta, para que, cuando ya no te encuentres en soledad, puedas guiar a tu compañero como si de un mapa se tratara tu cuerpo, en la ambrosía de un oasis en medio de un ardiente desierto.