Pobladores de los límites del Estado de México y Michoacán celebraron la caída de lluvias que, al menos dos semanas, les darán tregua, en medio de la sequía.
Valle de Bravo, Mex.La noche del pasado miércoles 19 de junio, en los límites del Estado de México y Michoacán, hubo prácticamente fiesta en las comunidades por el inicio de la temporada de lluvias, después de una racha de nueve meses sin que se presentara una precipitación importante en la región.
Justo a tiempo, las anheladas lluvias tocaron a la puerta del Sistema Cutzamala, que hoy cuenta con 203 millones de metros cúbicos de agua, equivalente a 26% de almacenamiento.
Al parecer, las plegarias y oraciones fueron escuchadas, con lo que se espera termine una intensa sequía que agarró fuerza desde 2019, y que hoy tiene al Valle de México sumido en una emergencia hídrica.
“Bendito sea el señor, por decirlo así, afortunadamente cayeron estas lluvias que nos alivian a todos”, celebró Hugo Plata Tinoco, gerente operativo de las Comisiones de Cuenca Valle de Bravo-Amanalco y Villa Victoria-San José del Rincón.
Con la tormenta tropical Alberto, la primera de 2024 en el océano Atlántico, llegó la esperanza convertida en agua para las presas Villa Victoria y Valle de Bravo, en el Estado de México y el Bosque, en Zitácuaro, Michoacán.
El llamado Día Cero, marcado en el calendario para el próximo miércoles 26 de junio, tendrá que esperar, luego de la caída en dos días, de al menos 150 milímetros de lluvia, es decir, 150 litros de agua por cada metro cuadrado, en la región donde se encuentran los embalses.
“Yo creo que con el inicio de la temporada de lluvias ya en pleno, podríamos descartar esta fecha. ¡La libramos!”, señaló Hugo Plata Tinoco, representante del organismo auxiliar del Consejo de Cuenca del Valle de México, conformado por los tres niveles de gobierno, usuarios y representantes de la sociedad civil.
El monstruo de la sequía
Como nunca antes, pobladores, pescadores, agricultores y prestadores de servicios turísticos, en territorio limítrofe entre el Estado de México y Michoacán, miraron a los ojos al monstruo de la sequía prolongada.
Josefina Núñez Domínguez, habitante del barrio El Vivero, en Villa Victoria, tiene que bajar dos veces a la semana hasta la orilla de la presa para poder lavar la ropa de la familia.
“En la casa no tengo agua, si se acaba la laguna, no sabríamos a quién pedir ayuda; se están secando muchos pozos; yo ya viví, pero ¿y mis nietos qué van a hacer?, se cuestionó.
Productores de Zitácuaro, en la presa El Bosque, estuvieron a días de perder 30 mil árboles de guayaba, que son la base de su economía, por no tener agua para regar las parcelas.
“En 15 o 20 días, si no llovía, iba a ser pérdida total la siembra, porque los árboles ya no aguantaban más sin agua. Ahora con estas lluvias que cayeron, ganamos un respiro de por lo menos dos semanas”, indicó José Luis Zarza, comisariado ejidal de Lindavista.
A medida que se iban vaciando las presas, el turismo se alejaba de sitios tan emblemáticos como Valle de Bravo, pueblo mágico famoso por sus paseos en lancha, el esquí acuático y el parapente.
Emiliano Berice Mercado El Carmita, lanchero desde hace 40 años, lamentó que en los últimos meses, las visitas a Valle de Bravo cayeron más de 30 por ciento.
“Los fregados somos nosotros en la presa que está bajando, al igual que el turismo, porque de aquí muchos comemos, los de los restaurantes, lancheros, los taxistas”, comentó.
Más agua menos bombeo
La estrategia de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) es ganar tiempo al tiempo, un día a la vez, semana a semana, aprovechando, por un lado las primeras lluvias y por el otro, aplicando un nuevo recorte al suministro que se envía a 12 alcaldías de la Ciudad de México y 14 municipios del Estado de México, que desde el viernes bajó de ocho a seis metros cúbicos por segundo.
De esta forma, se busca tener un balance entre las recargas y las extracciones en el Sistema Cutzamala, para evitar que continúe el declive histórico de sus tres principales presas, en espera de que se cumplan los pronósticos y tengamos una intensa temporada de huracanes del lado del océano Atlántico.
El repunte en Villa Victoria, Valle de Bravo y El Bosque podría iniciar a finales de julio con la aparición del fenómeno de La Niña, que generará condiciones propicias de nubosidad para ir dejando atrás el fantasma del Día Cero.
“Ahorita lo que se quiere es tener un equilibrio, entre lo que entra y sale de las presas; ya la recuperación como tal se va a notar a finales de julio, en agosto o septiembre, que es cuando se verá un incremento considerable con el grueso de las lluvias”, explicó Hugo Plata Tinoco, gerente operativo de las Comisiones de Cuenca Valle de Bravo-Amanalco y Villa Victoria-San José del Rincón.
Lo importante es ir alejando el riesgo de alcanzar el límite mínimo de operación en el Sistema Cutzamala. Evitar caer por debajo de los 155 millones de metros cúbicos de agua, algo que hasta hace unos días parecía inminente.
Además, borrar pronto del paisaje esas imágenes apocalípticas, con los peores almacenamientos de la historia en las presas: 22% en Villa Victoria, 26% en Valle de Bravo y 28% en El Bosque.
Con información Excélsior
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