Maestros indígenas denuncian discriminación institucional en plan de retorno a clases

Los maestros señalan que el plan de regreso a clases es centralista y no se toman en cuenta las condiciones de precariedad de sus poblados.

Para las comunidades indígenas de la Montaña de Guerrero, la historia es circular y siempre se repite, cambiando sólo de forma. Para los maestros de escuelas a las que asisten menores indígenas, el plan oficial de retorno a clases presenciales es otra medida gubernamental diseñada desde un centralismo que ignora las condiciones de precariedad en que viven los pueblos. 

Instruidos a volver a las aulas el 30 de agosto en una entidad con semáforo rojo, los maestros de la Montaña –región indígena que reúne los municipios con mayor pobreza de Guerrero– acusan que gran parte de sus escuelas no cuentan con infraestructura ni servicios básicos, como agua y drenaje, amén de que la Secretaría de Educación estatal no les ha provisto de materiales de limpieza y desinfección.

Además, añaden, en las comunidades hay adultos que rechazaron vacunarse, y, si alguien cae enfermo de COVID, tampoco existen facilidades para tratarlo, pues los hospitales están lejos y las farmacias escasean de medicamentos; y por si fuera poco, las autoridades apelan a una “carta responsiva” que deben redactar y firmar padres de familia que, en su mayoría, son analfabetas.

“El regreso seguro tiene que ver con que las escuelas tengan agua potable, los espacios adecuados, y nos estamos dando cuenta que hay escuelas con mala infraestructura, que ni siquiera llegan a un salón de clases”, comenta. “Hay escuelas que tienen una matrícula muy alta, y, tratándose de niños de preescolar, que es el nivel donde yo me encuentro, ellos conviven, son niños que tienen la inercia de estar juntos, es muy diferente como en otros niveles donde podamos mantener la sana distancia y respetar estas indicaciones que se dicen. El regreso a clases tiene que ver con muchísimas otras cosas y no solamente la voluntad del docente o del padre de familia”.

La maestra Elvira, que supervisa 43 escuelas en comunidades de Metlatónoc y Cochoapa El Grande –el municipio más pobre del país–, advierte que en su sector no volverán a las clases presenciales en las aulas, hasta que el semáforo epidemiológico cambie a verde o adviertan compromiso de las autoridades para proteger la salud del cuerpo docente y los alumnos.

“Porque la Secretaría de Educación no manda ni gel antibacterial, ni sanitizante, ni siquiera (termómetros) para checar la temperatura de los niños; prácticamente va a ser (pagado) del bolsillo del docente y de los padres de familia”, critica.

En entrevista telefónica, la maestra explica que sus compañeros mantendrán el esquema que los docentes de escuelas indígenas adoptaron para culminar el ciclo escolar pasado desde que inició la pandemia: visitar directamente las comunidades de sus alumnos cada dos semanas para dejarles guías de estudio, recoger tareas y repasar lecciones.

Es una situación muy complicada, no hay una estrategia clara, y nadie se quiere hacer responsable, más que el docente y los padres de familia”, critica.

“El plan no está pensado para nosotros”

El maestro Pragedis Martínez de la Cruz da clases de primaria en el municipio de Atlixtac, en una comunidad indígena a tres horas de distancia y a la que se llega caminando por brechas. Tras el anuncio del retorno a clases presenciales a partir del 30 de agosto, será un camino que deberá recorrer todos los días, de lunes a viernes.

Con información de Animal Político

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