El conjunto de los 33 productos considerados mínimos indispensables en la dieta de las familias mexicanas por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) acumuló un alza anual de 9.3%, prácticamente el doble que la inflación general.
De acuerdo con el levantamiento de precios que mes a mes realiza Excélsior, actualmente se necesitan dos mil 224 pesos con 90 centavos para adquirir esta canasta de alimentos básicos.
El producto que reportó una mayor alza en mercados y tiendas de autoservicio fue el jitomate, cuyo kilo se elevó a 54 pesos por kilo, lo que representó un aumento anual de 135%; le siguió la cebolla cuyo kilo aumentó a 59 pesos, un encarecimiento de 111 por ciento.
Asimismo, el azúcar se elevó 37%, la naranja 33%, el huevo, 29%, la manzana 23% y la papa 22 por ciento.
Otros productos que elevaron sus precios por arriba del promedio de la canasta alimentaria básica fueron el pescado fresco y el plátano, 20% respectivamente; la leche entera de vaca, 18% y el bistec de res, 12.4 por ciento.
Octavio de la Torre, presidente de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco Servytur), consideró que el incremento anual de la canasta alimentaria es reflejo del nivel de la inflación.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en la primera quincena de julio, los precios de frutas y verduras registraron un incremento de 25.69% anual, el más alto en siete años.
Así, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) presentó un incremento de 0.71%, y con ello, la inflación general anual se ubicó 5.61%, su mayor nivel desde mayo de 2023.
Juan Carlos Anaya, director general del Grupo Consultor de Mercados Agrícolas, explicó que el aumento en los precios de frutas y verduras durante el último año, principalmente el jitomate y la cebolla, se debe, en parte, a “que ha caído la oferta por la sequía”, seguida del “exceso de lluvias que ha disminuido el corte en el campo”.
Impacto al consumidor
Las familias han tenido que ajustar su dieta ante el encarecimiento de alimentos. Algunas han optado por reducir la ingesta de frutas y verduras, otras realizan sus compras por piezas, en tanto que algunas más han optado por reducir el consumo de carne.
Angélica Castro, ama de casa, explica que el pollo era la carne más barata, sin embargo, ahora que ya cuesta más de 120 pesos el kilo de pechuga, se ha vuelto un lujo.
“En casa se consume carne dos veces a la semana, normalmente de pollo, el resto de los días he optado por cocinar, principalmente, verduras, pastas y huevo”.
Comer fuera de casa considera que es, prácticamente, imposible, dado que los precios de las cartas se han ajustado “demasiado”.
“Actualmente, ir a algún restaurante implica, al menos, 300 pesos por persona, cantidad con la puedo hacer el desayuno para todos en casa”.
Óscar Restrepo, dueño de la cocina económica El paraíso del sabor, en la Ciudad de México, reconoce que en el último año ha ajustado dos veces los precios de la comida, lo que ha llevado a perder clientes.
“Si no hubiéramos ajustado los precios, se hubiera tenido que reducir o la calidad o la cantidad de los platillos, pero no quisimos arriesgarnos por ese lado. Incluso el margen de ganancia se ha reducido”, sentenció el microempresario capitalino.
Con información Excélsior
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