El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, libró una intensa batalla durante el fin de semana para salvar su candidatura a la reelección tras su desastrosa actuación en el debate, pero no pudo desechar las preguntas existenciales sobre su candidatura, que son más evidentes que nunca.
Biden está recluido con su familia en Camp David tras varios actos en los que trató de calmar el pánico entre los votantes demócratas, funcionarios y donantes después de que el debate multiplicara las preocupaciones de que es demasiado viejo para vencer al expresidente Donald Trump o para un segundo mandato. Su comportamiento débil e incoherente durante el evento del jueves por la noche en CNN creó un giro extraordinario en la campaña y lo dejó enfrentando llamados a ceder el escenario a un candidato más joven, a poco más de cuatro meses del día de las elecciones.
Los partidarios de Biden se pasaron el fin de semana arremetiendo contra los críticos de los medios de comunicación que le pedían que se apartara e insistiendo en que los primeros datos mostraban que el calamitoso resultado de Biden no había alterado la configuración fundamental de la carrera. Los grandes del Partido Demócrata, por su parte, se agolparon en las tertulias dominicales para tratar de desviar la atención de la confusa y penosa actuación de Biden en el debate y devolver el protagonismo a Trump.
“No juzguemos a una presidencia por un debate”, dijo la expresidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi a Dana Bash, de CNN, en “State of the Union”. “Hablemos de lo que significa para la gente en sus vidas […] la diferencia entre Joe Biden y el expresidente es tan clara”. El representante de Carolina del Sur, James Clyburn, partidario de Biden desde hace tiempo, admitió ante Bash que su amigo tuvo un debate “malo”, pero achacó la culpa a que Biden fue sobrecargado de datos por el personal.
La familia del presidente, que sería fundamental en cualquier decisión sobre el futuro de la campaña, cree actualmente que Biden debe permanecer en la carrera y seguir luchando a la espera de los datos de las encuestas, mientras se preparan para una cierta erosión de su posición, informaron el domingo MJ Lee y Jeff Zeleny, de CNN. Sin embargo, esa opinión podría cambiar si se produce una espiral descendente y se convence al presidente de que abandonar la carrera sería la mejor decisión.
La estrategia demócrata de control de daños consistente en argumentar que una mala noche no resta valor a los éxitos pasados de Biden, ignora la cuestión crítica con la que muchos votantes lucharon durante meses: ¿Está Biden demasiado mermado física y cognitivamente para servir otros cuatro años?
Los republicanos están redoblando la apuesta. “Todo EE.UU. lo vio. ¿Y saben quién más lo vio? Nuestros adversarios lo vieron. Putin lo vio, Xi lo vio, el ayatola lo vio”, dijo el gobernador de Dakota del Norte, Doug Burgum, posible candidato de Trump a la vicepresidencia, en el programa “Meet the Press”, de NBC, refiriéndose a los líderes de Rusia, China e Irán.
Los principales demócratas apoyan públicamente a Biden
De momento no hay señales de que el presidente, de 81 años, esté contemplando abandonar su campaña para dar paso a un apresurado intento del partido por encontrar otro candidato.
“Joe Biden no va a retirarse de esta carrera, ni debería hacerlo”, dijo el gobernador demócrata de Maryland, Wes Moore, en el programa “Face the Nation”, de CBS.
Dado que Biden es el posible candidato tras dominar las primarias demócratas, no hay forma realista de que el partido siga adelante a menos que el presidente decida que es el momento. Algunos líderes del partido temen que un nuevo concurso de designación de candidato en este momento pueda desencadenar una guerra civil interna que podría dar a Trump la presidencia. Mientras tanto, Biden insistió repetidamente en que está en condiciones de servir. Y cualquier demócrata emergente que diera el paso sería acusado de traición por muchos en el partido y arriesgaría sus propias carreras futuras.
Este sábado por la noche, en un acto de recaudación de fondos en Nueva Jersey, el presidente dijo que comprendía la preocupación, y admitió que “no había tenido una gran noche” en Atlanta y que caminaba más despacio y hablaba con menos soltura que antes. Pero prometió seguir luchando.
Por ahora, el equipo de Biden parece haber alejado el peligro inmediato para su campaña. Su recaudación de fondos sigue siendo sólida, con más de US$ 33 millones recaudados en los días posteriores al debate, según su equipo. Los pesos pesados dispuestos a salir en televisión para defenderlo demuestran que aún no perdió a su partido, aunque entre bastidores se esté produciendo un colapso total.
Pero cualquier mala serie de encuestas que demuestre que una candidatura a la reelección ya de por sí difícil se vio seriamente dañada por el debate podría desatar de nuevo el pánico. Y ningún presidente moderno o presunto candidato se enfrentó a algo comparable a las llamadas de los comentaristas de los medios de comunicación, normalmente amistosos, que ahora instan a Biden a anunciar que no aceptará la candidatura demócrata en Chicago, en agosto.
CNN informó este sábado que los donantes demócratas están divididos sobre si seguir con Biden o buscar otro candidato, por complicado que sea. Cualquier indicio de que el presidente podría acabar también con las esperanzas demócratas de mantener el Senado y recuperar la Cámara de Representantes podría reforzar los argumentos de quienes desean un cambio, especialmente después de una semana en la que la Corte Suprema demostró hasta qué punto un Gobierno conservador sin control puede remodelar la nación.
Con información CNN
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