BEIRUT (AP) — El 13 de noviembre de 1970, un joven oficial de la fuerza aérea de las colinas costeras de Siria lanzó un golpe de estado sin sangre. Fue la última en una sucesión de tomas militares desde la independencia de Francia en 1946, y no había razón para pensar que sería la última.
Sin embargo, 50 años después, la familia de Hafez Assad sigue gobiernando Siria.
El país está en ruinas de una década de guerra civil que mató a medio millón de personas, desplacó a la mitad de la población y aniquiló la economía. Regiones enteras se pierden del control gubernamental. Pero el hijo de Hafez, Bashar Assad, tiene un control incuestionable de lo que queda.Anuncio
Su gobierno, la mitad de lo que pasó en la guerra, es diferente del de su padre de alguna manera, dependiendo de aliados como Irán y Rusia en lugar de proyectar nacionalismo árabe, dirigido con una cleptocracia amiguista en lugar de socialismo. Las herramientas son las mismas: represión, rechazo al compromiso y derramamiento de sangre brutal.
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Al igual que la familia Castro en Cuba y la dinastía Kim de Corea del Norte, los Assad han unido su nombre a su país de la manera que pocos gobernantes no monárquicos han hecho.
No estaba claro si el gobierno tenía la intención de marcar el hito de 50 años este año. Si bien el aniversario ha estado marcado con fanfarria en años anteriores, ha sido una celebración más tenue durante la guerra.
“No cabe duda de que 50 años de gobierno de la familia Assad, que ha sido despiadado, cruel y contraproducente, han dejado al país lo que sólo puede describirse como roto, fallido y casi olvidado”, dijo Neil Quilliam, un miembro asociado del programa de Chatham House para Oriente Medio y el Norte de Africa.
“DESPIADADO PERO GENIAL”
Después de su toma de control en 1970, Hafez Assad consolidó el poder. Llevó a puestos clave a miembros de su secta alauita, una minoría en la Siria de mayoría sunita, y estableció un estado policial de un solo partido al estilo soviético.
Su poder era absoluto. Sus Mukhabarat —o oficiales de inteligencia— eran omnipresentes.
Convirtió Siria en una potencia de Oriente Medio. En el mundo árabe, se ganó el respeto por su posición intransigente en los Altos del Golán, el terreno estratégico perdido ante Israel en la guerra de 1967. Participó en conversaciones de paz mediadas por Estados Unidos, a veces apareciendo ablandándose, sólo para frustrar a los estadounidenses retrocediendo y pidiendo más territorio.
En 1981, en la guerra de Irak con Irán, se puso del lado de los iraníes contra todo el mundo árabe respaldando a Saddam Hussein, iniciando una alianza que ayudaría a salvar a su hijo más tarde. Apoyó a la coalición liderada por Estados Unidos para liberar Kuwait después de la invasión de Saddam en 1990, ganando crédito con los estadounidenses.
“Era un hombre despiadado pero brillante que una vez había aniquilado un pueblo entero como una lección a sus oponentes”, escribió el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton, quien se reunió varias veces con Assad, en sus memorias “Mi vida”.
Con información AP