Dos sismos de alto nivel suscitados el mismo día en diferentes años han generado que la ciudadanía capitalina y de la zona metropolitana vivan con el miedo de un nuevo terremoto que, otra vez, afecte sus vidas
El 19 de septiembre no es una fecha cualquiera en México. Dos sismos considerados de importancia “mayor” y “grave” por el Servicio Geológico Mexicano sacudieron el país y afectaron a miles de vidas a lo largo del territorio.
La Verdad Noticias realizó un recorrido por algunas de las zonas que resultaron más afectadas durante el llamado 19S, y estos son los testimonios de personas que, a raíz de los sismos de 1985 o 2017, vieron cómo sus vidas se afectaron por completo.
En septiembre de 1985 México era diferente, cuenta la señora Carolina, que desde su infancia vive en la Ciudad de México. La gente no temía por la llegada de un eventual terremoto, ni existían las alertas sísmicas.
Por eso, el terremoto del 19S de aquel año fue una sorpresa absoluta para todos. Aquel sismo de 8.1 grados Richter comenzó poco después de las 7 de la mañana, por lo que, además de su altísima magnitud, el horario en el que ocurrió agravó aún más la tragedia: mucha gente aún dormida o alistándose.
Aquel terremoto dejó en la Ciudad de México al menos 3 mil edificios derrumbados, con más de 20 mil víctimas, de acuerdo con organizaciones civiles. En Tlatelolco, una de las zonas más novedosas de la época dado el gran tamaño de algunos de sus edificios y la zona céntrica en la que se ubicaba, la tragedia se repetiría.
La señora Carolina, que vivió el sismo en esa zona, cuenta que a la fecha mucha gente vive con psicosis por un posible sismo, “pero más cuando vives en Tlatelolco”, aclara.
Aquel terremoto dejó en aquella zona al menos 10 edificios con grandes afectaciones, pero la mayor afectación ocurrió en el edificio Nuevo León, que colapsó por completo.
Adriana, que cuando empezó el sismo se dirigía a la secundaria e iba caminando en medio de Tlatelolco, cuenta a este portal el terror que vivió: “la gente gritaba, salía humo de los edificios, se escuchaba como si la tierra crujiera. Yo corría para llegar a mi casa y en ese lapso vi a personas en lo más alto de los edificios intentando lanzarse por la ventana”.
Las cosas no se limitaron a la capital mexicana. La señora Graciela, quien vivía en Ecatepec —que en aquella época era totalmente rural y el terreno era fangoso—, cuenta que tras el sismo alguien tocó su puerta, era una vecina que le pedía auxilio desesperadamente: un árbol cayó en su casa y aplastó a su marido, que no logró sobrevivir al impacto.
La mayoría de personas que presenciaron este sismo coinciden en algo: ha sido de las peores cosas que han vivido. Las personas, ya adultas en su mayoría, narran sirenas a todo volumen y en todas direcciones, sollozos de aquellos que perdieron su hogar o familiares, o el aroma a gas que salía de los edificios.
2017, la pesadilla se repite
Tuvieron que pasar 32 años, y dos generaciones nuevas, para que México volviera a sufrir el 19 de septiembre. En ese lapso el país vivió varios sismos, pero nada igual a aquella tarde.
Poco después de las 13:00 la tierra se cimbró como pocas veces. La cercanía del epicentro (Puebla) provocó que el movimiento sorprendiera hasta la alerta sísmica, que tardó varios segundos en sonar. México vivía un nuevo terremoto.
Si bien el sismo fue ligeramente menor (7.1) al del 85, las afectaciones psicológicas y materiales que dejó en la sociedad también se acrecentaron: para los más jóvenes fue vivir en carne propia un terremoto de tal magnitud, y para los más viejos significó revivir la tragedia de tres décadas atrás.
Armando, por ejemplo, vivió el sismo dentro del metro. Apenas había entrado al vagón en Isabel La Católica cuando comenzó el movimiento. Pudo salir de la estación pero solo para percatarse de como dos edificios chocaban entre sí provocando una polvadera que impedía la visión.
“Fue traumático. Empezaba a ver ventanas rotas, gente corriendo, no sabías si tú familia estaba bien porque no había red ni luz”, cuenta el joven.
Casos como el de Aranza, que vivió el sismo en un edificio de alto riesgo de colapso en San Antonio Abad también refleja la gravedad del siniestro. “Era tan fuerte el movimiento que no podía pararme tuve que salir gateando”, cuenta. Al llegar a la salida se percató que la puerta de cristal se había roto, y que las paredes chocaban con los techos, además de que el elevador se había caído.
“La gente lloraba mientras rezaba, había personas heridas porque caían pedazos del techo. Entré en modo supervivencia y decidí correr”, cuenta la joven comunicadora.
“En ese momento solo pensaba en que salí de casa sin decirle a mi familia que los amo. Después de ahí me es muy difícil escuchar la alerta sísmica o siquiera oler el polvo de construcciones. Genuinamente creí que iba a morir”, confiesa.
Las crisis mentales pueden llegar al límite, tal como le pasó a Erandi. Aquella tarde durante el sismo del 19S de 2017 la joven recuerda pocas cosas, y es que en pleno temblor su miedo llegó al punto del desmayo.
“Solo recuerdo que abrí los ojos y mis amigos estaban a mi alrededor. Los sonidos de las sirenas y la alerta sísmica son lo único que recuerdo”, cuenta.
Tras los hechos, Erandi no quería regresar a su departamento. Temía que otro temblor ocurriera mientras estaba en aquel lugar.
“Al dormir cerraba los ojos y sentía como si temblara y sonara la alarma; aunque no estuviera pasando nada”. A la fecha, la joven no puede escuchar una alerta sísmica sin sentir temor y entrar en crisis; inclusive, ha sido diagnosticada con estrés postraumático.
Pese a la crisis que aconteció en muchas personas, el joven Armando rescata algo de lo más valioso: la unidad que surgió en México. Como él, miles de personas acudieron a las zonas de mayores afectaciones en los sismos tanto de 2017 como de 1985.
Gente que ayudaba a mover escombros, que donaba víveres para damnificados e inclusive aquellos que donaban dinero para reconstrucciones figuraron en México horas y días posteriores a las tragedias.
El 19 de septiembre no es una fecha cualquiera en México. Dos sismos considerados de importancia “mayor” y “grave” por el Servicio Geológico Mexicano sacudieron el país y afectaron a miles de vidas a lo largo del territorio.
Con información La Verdad Noticias
Síguenos en nuestras redes sociales: