Desaparecido en China a finales del siglo XIX, el animal fue reintroducido cien años más tarde y cuenta actualmente con 8 mil individuos, estimó la semana pasada el ministerio chino de Medio Ambiente
Sobrevivió a las inundaciones, al contrabando e incluso a las bombas. Al límite de la extinción, el llamado ciervo del padre David vuelve a bramar en China, su tierra de origen, tras pasar varias décadas en Europa.
La extraordinaria supervivencia de este cérvido de impresionantes cuernos refleja la importancia de la cooperación internacional, en un momento en que se celebra en China una conferencia de la ONU sobre la biodiversidad (COP15).
Desaparecido en China a finales del siglo XIX, el animal fue reintroducido cien años más tarde y cuenta actualmente con 8 mil individuos, estimó la semana pasada el ministerio chino de Medio Ambiente.
Su supervivencia contra todo pronóstico se debe a la suerte y a la determinación de un pequeño grupo de amigos de la naturaleza en China y el extranjero”, resume Zhou Jinfeng, miembro de la asociación que participó en la reintroducción del animal en su país.
Esta especie lleva el nombre del padre Armand David, un misionero francés que la descubrió a mediados del siglo XIX en su último refugio natural, una zona de caza del emperador de China en el sur de Pekín.
En 1895, la manada evitó por poco la extinción tras una inundación de este terreno pantanoso. Cinco años después, el último espécimen fue abatido y devorado por soldados alemanes desplegados en el lugar para ocupar la capital china tras la rebelión de los bóxers.
Afortunadamente, algunos de estos animales habían sido enviados a Europa.
Fue gracias a esta iniciativa que 22 de sus descendientes pudieron ser devueltos a China en 1985, en el marco de un acercamiento entre Pekín y Londres, antes de la retrocesión de Hong Kong al gigante asiático.
Actualmente, unos 200 ejemplares viven en un hábitat semisalvaje en el antiguo dominio imperial de Nanhaizi.
En 1895, la manada evitó por poco la extinción tras una inundación de este terreno pantanoso. Cinco años después, el último espécimen fue abatido y devorado por soldados alemanes desplegados en el lugar para ocupar la capital china tras la rebelión de los bóxers.
Afortunadamente, algunos de estos animales habían sido enviados a Europa.
Fue gracias a esta iniciativa que 22 de sus descendientes pudieron ser devueltos a China en 1985, en el marco de un acercamiento entre Pekín y Londres, antes de la retrocesión de Hong Kong al gigante asiático.
Actualmente, unos 200 ejemplares viven en un hábitat semisalvaje en el antiguo dominio imperial de Nanhaizi.
El ciervo del padre David sobrevivió gracias también a los esfuerzos del duque de Bedford, un noble inglés que consiguió multiplicar la especie en sus tierras del norte de Londres.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el duque tuvo que desplazar la manada varias veces para evitar los bombardeos alemanes.
Su traslado a Europa “fue una bendición inesperada ya que la población pudo sobrevivir tras su extinción en China”, señala Zhou.
Este cérvido sigue clasificado como “extinto en libertad”, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Pero algunos de sus ejemplares fueron llevados a zonas naturales y China espera llegar a reconstituir una especie salvaje.
China es su país… su comida, el clima y el medioambiente les va bien”, añade Zhou.
Con información de AP
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