Los sucios secretos de las bodas multimillonarias

Hoy, luego de que el Covid-19 detuviera los eventos a gran escala durante 18 meses, Estados Unidos vive un frenesí de bodas sin paralelo.

Hay algo leonino en el célebre organizador de fiestas Colin Cowie. Es tranquilo, pero cuando se pone el sol, ruge. Nacido en Zambia y criado en Sudáfrica, saltó a la fama cuando Oprah lo nombró su planificador de eventos preferido a principios de la década de 2000. Ahora, Cowie tiene entre sus clientes a príncipes cataríes, Nicole Kidman y Ryan Seacrest.

Hoy, luego de que el Covid-19 detuviera los eventos a gran escala durante 18 meses, Estados Unidos vive un frenesí de bodas sin paralelo. Según una encuesta de Wedding Report, habrá 2 millones y medio de casamientos en 2022 en ese país, el año con mayor actividad para los organizadores de eventos desde 1984.

Y 45 de esas ceremonias serán diseñadas por Colin Cowie Lifestyle, un 50 por ciento más que antes de la pandemia. Cowie tiene dos pilares que lo sostienen: el trabajo duro y un grupo de talentosos productores y diseñadores independientes. Según un estudio de CareerCast, los organizadores de fiestas tienen la quinta profesión más estresante, después de los militares y los bomberos.

Lo descubrí de primera mano cuando trabajé una semana con Cowie para ver cómo funciona la máquina desde adentro. En solo siete días, lo seguí en un recorrido por varias ciudades, comenzando con una degustación de cinco horas en Manhattan y terminando con una boda multimillonaria en México. Aquí está todo lo que aprendí sobre lo que realmente sucede detrás de una fiesta con un presupuesto millonario.

① CÓMO GASTAR 25 MILLONES DE DÓLARES EN UN FIN DE SEMANA

La marca Colin Cowie Lifestyle se divide en dos niveles: para un proyecto de 250 mil dólares o más, trabajará para ti un subordinado. Pero el propio Cowie “no toca una boda si cuesta menos de un millón”, dicen sus planificadores. La más cara de la historia reciente fue una fiesta en un resort mexicano que costó 191 mil dólares por invitado, más de 25 millones de dólares (mdd) en total.

Idealmente Cowie necesita nueve meses para organizar una boda, aunque una vez preparó una fiesta en seis días para una pareja que acudió a él histérica después de despedir a su anterior productor. Cowie y su equipo intervienen en todos los aspectos del proceso de planificación: conectan a las novias con los diseñadores de vestidos e invitaciones, contratan una iluminación del calibre de Broadway y un banquete de calidad Michelin, y gestionan los permisos especiales y la recolección de basura en propiedades privadas. El trabajo incluso incluye entregar canastas de regalos para que los vecinos estén contentos antes de un fin de semana ruidoso.

Entonces, ¿cómo gastas 25 mdd entre el viernes por la noche y el brunch del domingo? Cuando el equipo de Cowie asume el control de un hotel, tanto la comida como el servicio se disparan. Chefs de fama mundial y metres llegan en avión, se reemplaza la vajilla, en un evento en Medio Oriente, 40 invitados cenaron en ambientes cuya decoración costó 12 mil dólares por mesa. Se pueden diseñar estructuras elaboradas a la medida para un solo uso, como una terraza de madera que se extiende sobre el borde del océano y un pabellón repleto de candelabros, ambos construidos para la celebración en la que trabajé en México.

Tomemos como ejemplo la boda de 11 mdd que Erin Halley Reddy, una de las productoras ejecutivas de Cowie, dirigió recientemente: casi 3 mdd se destinaron a flores, un millón más a la carpa, el bar de sushi a la hora del cóctel costó alrededor de 30 mil dólares, al igual que las invitaciones en papel. La boda promedio en Estados Unidos cuesta 30 mil dólares en su totalidad, pero en el mundo de Cowie eso ni siquiera cubre las “presentaciones conceptuales”, donde los moodboards cobran vida con degustaciones de alimentos, flores y decoraciones.

② EN EL FONDO, A LOS PLANIFICADORES LES ENCANTA CUANDO LAS COSAS SALEN MAL

La marca de un buen planificador es tener un Plan B a prueba de todo, y nos referimos a todo. ¿Lluvia el día de tu boda? Puede resolverse. Cowie generalmente tiene un segundo sitio preparado y presupuestado, por si acaso. En una boda, Reddy gastó 500 mil dólares de un presupuesto de ocho cifras en un salón de baile de respaldo que afortunadamente (¿en serio?) no se usó.

En una boda, el padre de la novia insistió en servir vinos de su reserva privada solo para descubrir en el último minuto que todas las botellas estaban picadas. “El sommelier se puso muy mal”, recuerda Robin Selden, un proveedor de catering que trabajó con Cowie. “Mientras tanto, los empleados corrían frenéticamente por la ciudad para comprar cajas de cualquier cosa que pudieran encontrar”.

¿Otros desastres? Al principio de su carrera, Cowie construyó una enorme carpa junto a la playa forrada con suntuosas telas marroquíes; luego la marea alta la destruyó 30 minutos antes de que comenzara la celebración. En una importante boda en Malibú, el violinista se desapareció, por lo que Cowie tuvo que poner un micrófono en las bocinas de su auto mientras la novia caminaba hacia el altar.

En otra boda casi ningún invitado se presentó: la pareja había insistido en usar una rara tinta de pan de oro en las invitaciones, solo para que se borrara en el camino. “Básicamente enviamos tarjetas en blanco a 150 personas”, dice Cowie. Ahora primero hace un envío postal de prueba.

③ LA BARRA LIBRE ES EL DIABLO

“Una vez tuvimos una invitada tan borracha que se cayó sobre su copa de vino y se reventó su seno de silicona”, dice entre risas Sophie Landry, una de las diseñadoras de Cowie. El equipo de Cowie siempre tiene una ambulancia lista para lo peor, especialmente porque controlar el consumo de alcohol en un evento privado es complicado.

Resultó difícil en México, donde en la fiesta nupcial el tequila fluyó como un río. Trabajando ese día como asistente de producción, hice que el personal del resort ofreciera constantemente vasos de agua helada.

④ EL CONTRABANDO Y LOS “REGALOS” EN EFECTIVO SON PARTE DE LOS CONTRATOS

No hay boda destino que se precie si no hay un avión privado involucrado. No para trasladar a los invitados, sino para llevar pastel y bolsas de Fritos. Cowie ha enviado contenedores de carga y aviones comerciales llenos de muebles, decoraciones y alimentos a bodas que tienen lugar en países remotos como el Medio Oriente. En el interior hay maletines llenos de bistecs, cajas de licor (él le enseñó a Oprah a servir tequila, Don Julio 1942 nada más y nada menos), miles de baterías AA y equipos de iluminación de última generación.

Una vez llevó un espectáculo completo de fuegos artificiales en un vuelo fletado. “Esa vez sentí que llevábamos una bomba por el cielo”, dice con una sonrisa.

Cowie ha importado legalmente un millón de plantas de los Países Bajos y Ecuador de una sola vez. Pero ofrecer remedios para la resaca en cientos de bolsas de bienvenida requiere tácticas de contrabando: hacer que una sola persona pase por la aduana miles de pastillas de Advil no estaría bien visto. “El día antes de salir a una boda destino, hago que mis chicos cuenten una tonelada de pastillas y las dividan en bolsitas”, dice Reddy.

Distribuidas entre unas pocas docenas de empleados, explica, es fácil fingir que son para uso personal. La comida chatarra también viaja: para nuestra boda en México, fui responsable de cargar dos gigantescas maletas con ruedas llenas solo con Fritos Honey BBQ Flavor Twists.

Y luego está el dinero para “propinas”. Varios miles de dólares en efectivo se distribuyen entre el equipo en cada viaje “para desaparecer problemas”, como dice Cowie. Gracias a eso, cinco mil orquídeas reaparecieron milagrosamente en Anguila después de que desaparecieron al aterrizar. “Resulta que la hermana del jefe de aduanas tenía de casualidad cinco mil orquídeas en su ‘tienda’ en la ciudad”, cuenta Cowie con una mueca burlona.

Laine Sutten, una de las productoras más veteranas de Cowie, “fue básicamente secuestrada” por el capitán de su barco en el Pacífico Sur cuando este aumentó su tarifa a 20 mil dólares por un viaje de regreso a su hotel desde la isla desierta donde estaba preparando una boda para famosos. Y todo fue en vano: el evento finalmente se canceló.

⑤ LA GRAN IDEA ES LO QUE IMPORTA

“Nuestros clientes no acuden a nosotros con grandes solicitudes, acuden a Colin para que él pueda darles las grandes sugerencias”, apunta Alia Wilcox, jefa diseñadora de Cowie. Él ha sincronizado una flota de barcos para que dispararan cañones para una cena de ensayo en Nueva Inglaterra; hizo que Grace Jones llegara en una tirolesa para una presentación en vivo (la de la tirolesa era una doble, pero funcionó), incluso convenció a la novia de un ejecutivo de la música para que caminara al altar con un vestido de encaje negro de Givenchy mientras Mary J. Blige entonaba la famosa canción When a Man Loves a Woman.

Selden una vez hizo el catering de una boda con el tema de Game of Thrones en una propiedad privada, mientras junto a la piscina mujeres desnudas cubiertas con pintura corporal eran servidas como bandejas humanas para la comida.

La caminata de la novia rara vez se desvía de la norma, pero uno de los socios de Cowie todavía habla de la novia a la que seis ovejas acompañaron por el pasillo. “Era como una Little Bo Peep cachonda”, dice. “Llevaba el sombrero, pero su vestido no dejaba nada a la imaginación”.

Los elefantes son más comunes que las ovejas. “Hay tres o cuatro proveedores en Estados Unidos que se especializan en elefantes para bodas indias”, refiere Hannah Cregg, experta en tramitar permisos para cerrar calles por estampidas y montar remolques equipados para los paquidermos. Una producción de ese tipo costará de 10 mil a 15 mil dólares, más cara que montar un caballo percherón, pero más barata que llegar en helicóptero.

⑥ EL VILLANO RARA VEZ ES LA NOVIA

“Todo el asunto de Bridezilla simplemente no existe en este nivel, donde obtienes todo lo que quieres”, dice Reddy. Una excepción: “Una novia me encerró una vez en un armario y me exigió, a gritos, que yo le sus votos”, recuerda Krista Cremidan, quien es productora ejecutiva de Cowie. “No creo que ese matrimonio haya durado mucho”.

Las madres que son nuevas ricas son las peores, dice Landry: “Finalmente pueden tener la boda que no tuvieron cuando eran jóvenes”. Reddy narra que “El año pasado, la madre de una novia hizo que nuestro camarógrafo reeditara un video completo porque ella no salía de protagonista”.

Los padres también pueden ser problemáticos. En México, la futura novia se disculpó de antemano por el mal comportamiento de su padre, y efectivamente así pasó: tras llegar exigió que reemplazáramos a los rabinos que habían venido para bendecir la comida con un nuevo contingente de hombres santos de Miami (uno de estos “buenos rabinos” enviados en el último minuto fue atrapado robando 5 mil dólares en bistecs kosher y seis cajas de vino).

En una boda en la playa, nadie pudo encontrar al padre del novio, que estaba en el mar besuqueándose con su amante. Un miembro del personal tuvo que nadar para recordarles que no se perdieran la ceremonia. La siguiente tarea: encontrarle un esmoquin seco y tranquilizar a su esposa con champán. Los cantantes que amenizan estas bodas suelen exigir mucha comida para su banda y su séquito, pero algunos van más allá: varios miembros del equipo de Cowie vieron cómo Bruno Mars devoraba él solo 25 hamburguesas en su camerino. Mientras que una diva del pop dejó tantas manchas de bronceador en aerosol sobre las paredes y los muebles de un hotel, que la cuenta del retapizado y limpieza fue exorbitante.

⑦ LOS ACUERDOS PRENUPCIALES PUEDEN ALLANAR EL CAMINO

En las raras ocasiones en que una novia o un novio se echan para atrás, generalmente se debe a que alguno está tratando de aumentar el dinero en el acuerdo prenupcial, utilizando una cancelación vergonzosa como moneda de negociación final. Ejemplo: después de un ataque de duda en vísperas de la boda, un millonario novio ofreció una ceremonia extravagante como un mea culpa. “El pastel estaba en el horno, el foie gras estaba en el jet privado y el novio me había enviado a elegir un collar de un millón de dólares como regalo para su novia”, recuerda Cowie. “De repente, recibo una llamada: la prometida quería un bono de último minuto de 10 millones de dólares por firmar el acuerdo prenupcial. Volví a poner el collar en su estuche, ¡se vino abajo el asunto!”.

Steven Mindel, el más famoso abogado prenupcial de Los Ángeles, cuyos clientes a veces también son los de Cowie, afirma: “La gente piensa que comprar una casa es la transacción más cara de su vida, pero en realidad es su pareja matrimonial”. Él elabora de 40 a 60 acuerdos de este tipo al año.

⑧ LOS POSTRES DE BODA NO SON PAN COMIDO

Se necesita un año de antelación para contratar al repostero preferido de Cowie, Ron Ben-Israel, que hace 400 piezas de “pastel de alta costura” al año, con un costo de 4 mil a 100 mil dólares (una bagatela si tu menú cuesta 4 mdd). Para una pareja de la realeza del Medio Oriente, Cowie encargó 2 mil 500 pastelitos pintados a mano, cada uno sellado herméticamente para sobrevivir a un viaje transcontinental en un jet privado. El costo: medio millón de dólares, sin incluir mano de obra ni flete.

No todos los clientes adinerados pueden tener elaborados pasteles de diez niveles. “Si la pareja es chaparrita, no hago un pastel alto porque se verán pequeños al lado”, explica Ben-Israel. Los motivos animales también están prohibidos. “Me resulta repulsivo cortar a un perro”, dice. También hay desastres al estilo Great British Bake Off, a menudo relacionados con betún derretido y niveles colapsados en climas cálidos. Para una boda en Sri Lanka, hornear los pasteles en medio de una humedad agobiante y lluvias monzónicas significó que Ben-Israel tuviera que “reclutar a diez niños locales para abanicar el pastel y ahuyentar a miles de hormigas gigantes”.

¿Y los emblemáticos pasteles torcidos de Ben-Israel con niveles apenas equilibrados en diagonal? Esos son intencionales. Son una “metáfora del matrimonio”, dice.

⑨ ¿Y SI TÚ NO TIENES UN PRESUPUESTO MILLONARIO?

El secreto de las buenas vibras, confiesa owie, es simple: poner las mesas próximas para que la energía de una se derrame a la siguiente, “y sentar a 10 personas en una mesa que en otras bodas tienen ocho”. Los buffets se desaconsejan, inspiran el comportamiento vulgar que Cowie llama “síndrome del buitre”, donde los invitados llenan los platos con elementos incongruentes.

Un menú de tres tiempos presentados en 90 minutos es lo ideal. “Cuatro tiempos pueden sonar elegantes, pero es demasiado tiempo para estar sentado”. En México, los platillos se entregaron con una diferencia exacta de 13 minutos. Los elementos esenciales del festejo, como el baile de padre e hija, no deben durar más de 45 segundos antes de que los invitados puedan unirse, y el corte del pastel se realiza al final de la noche, es de mala educación irse de una boda antes de que se parta el pastel.

Una recomendación sobre los discursos: limítalos a dos o tres, y jamás permitas que nadie exceda los tres minutos en cada uno. “Hazlos reír, hazlos llorar y listo”, sugiere Cowie. ¿Mi propio consejo? No hagas que el discurso para la pareja gire sobre ti, como la dama de honor en México que compartió anéctodas de cómo se vomitó encima, cómo la echaron de un avión y reprobó un examen final de la universidad. Los profesionales, por su parte, pueden simplemente ahorrarse el estrés por completo.

Landry, quien tiene poco más de 30 años y es soltera, nos dice: “Cuando me case, juro que será una boda en un juzgado”.

Con información Bloomberg Businessweek

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