La reina Isabel II, de 93 años, y el príncipe consorte Felipe, de 98, forman el matrimonio más longevo de la realeza británica tras 72 años de vida en común. Sin embargo, rumores de infidelidad han empañado un amor primera vista que comenzó en 1934.
Ingrid Seward, escritora y experta en la realeza británica, repasó en su libro “My Husband and I: The Inside Story of 70 Years of Royal Marriage” (“Mi esposo y yo: La historia detrás de 70 años de matrimonio real”) la unión de más de siete décadas de la pareja. En la publicación, Seward investigó los rumores de las supuestas relaciones extramatrimoniales del duque, que han persistido durante años. Felipe, fue vinculado a distintas mujeres, la más notoria es Pat Kirkwood-en los años 30 y 40-, cuando sus piernas eran consideradas “la octava maravilla del mundo”.
Felipe y Kirkwood -supuestamente- tuvieron varios encuentros, el primero de los cuales ocurrió en 1948, cuando el duque visitó el camarín de la artista después de una sus presentaciones en Londres. La noche habría continuado con una cena y la pareja bailando hasta la madrugada. Isabel, quien todavía era princesa, estaba embarazada de ocho meses del príncipe Carlos. Según The Mirror, Kirkwood negó los rumores de una relación amorosa con el príncipe hasta su muerte, en 2007.
“Yo hubiese tenido una vida más fácil y feliz si el príncipe Felipe, en vez de aparecerse sin invitación en mi camarín, se hubiera regresado a su casa con su esposa embarazada la noche en cuestión“, fueron las palabras de Kirkwood a un periodista.
“Hay tantos rumores de los affaires de Felipe, pero todas las mujeres que han sido consideradas sus posibles amantes lo han negado, bueno, la mayoría han fallecido ahora… y él por supuesto que también lo niega”, explicó Seward a Fox News.
En 2012, The Telegraph reportó que el historiador Michael Thornton -escritor de las biografías de la familia real- tenía guardadas las cartas intercambiadas entre el duque y Kirkwood. Él aseguró que estaba prohibido, según el testamento de Kirkwood, mostrar las cartas, “excepto a quien sea designado el biógrafo oficial de Felipe tras su muerte”.
En medio del escándalo, Felipe se defendió y respondió: “La invasión a la privacidad, los inventos y falsas declaraciones son la pesadilla de nuestras vidas”.
El duque también ha sido vinculado a otras actrices, tales como Helene Cordet, Merle Oberon y Anna Massey. Eso explica, tal vez, por qué Felipe cuestionó y desaprobó el romance de su nieto Harry con la entonces actriz estadounidense Meghan Markle. Dicen que cuando se enteró del compromiso le dijo “uno sale con las actrices, no se casa con ellas”. Harry siguió adelante con sus planes.
En 2017, la exitosa serie The Crown, de Netflix, sugirió que Felipe habría tenido un affaire con legendaria bailarina rusa Galina Ulanova en 1950.
Su boda con Isabel II levantó en sus día las suspicacias en el Palacio de Buckingham.
Tras unos meses de compromiso, el 20 de noviembre de 1947 la hija mayor de los duques de York (más tarde los reyes Jorge VI e Isabel) contrajo matrimonio con el teniente Felipe Mountbatten, hijo de los príncipes Andrés de Grecia y Alicia de Battenberg, en la Abadía de Westminster.
Para llegar al altar con la heredera al trono, Felipe tuvo que renunciar a su religión (la ortodoxa griega) y perdió su título de “príncipe de Grecia y Dinamarca”. Para resolver esto, el día de su boda, el que iba a convertirse en su suegro, el rey Jorge VI, le concedió el tratamiento de Su Alteza Real y lo nombró duque de Edimburgo.
El matrimonio no estuvo exento de polémicas desde su inicio. Felipe no poseía capacidad financiera, y sus cuatro hermanas estuvieron vinculadas con altos dirigentes del régimen nazi.
En 2015, el Canal 4 mostró un polémico documental en que se veía al propio príncipe de Edimburgo en el funeral de su hermana Cecile (muerta en un accidente de aviación) en 1937, saludado con el “Heil Hitler” de rigor a su paso. Felipe, de 16 años, caminó tras el féretro de su hermana en la ciudad alemana de Darmstad, que se encontraba colmada de banderas nazis.
Sus hermanas Margarita y Sophie estuvieron casadas con altos oficiales alemanes, aunque la más ferviente defensora del régimen fue Sophie, fotografiada en 1935 mientras cenaba con Hitler en la boda de Hermann Göring, el comandante de la Luftwaffe.
Sophie llegó a decir que Hitler era “un hombre encantador y modesto” y llegó a alabar sus planes para Alemania tras su llegada al poder.
El príncipe, descendiente de la familia real griega pero con sangre aristócrata alemana por vía materna, se desmarcó con el tiempo de sus hermanas y combatió con la Royal Navy durante la Segunda Guerra Mundial.
Desde que abandonó sus obligaciones institucionales en agosto de 2017, el príncipe elige las ocasiones en las que se deja ver en público en función de su ánimo y su salud.
Este año, en el mes de febrero, fue duramente criticado por irse de un violento accidente de tránsito que él provocó en una carretera cercana a la residencia real de Sandringham, en el condado de Norfolk, donde los monarcas residen durante gran parte del invierno.
Tras las críticas, renunció al carnet de conducir y pidió disculpas a la mujer .
“Quiero que sepa cuánto lamento mi papel en este accidente“, expresó el duque de Edimburgo a Emma Fairweather, pasajera del vehículo. “Solo puedo imaginar que no vi el automóvil que venía y estoy muy arrepentido por las consecuencias“, dice la carta, firmada de puño y letra con tinta azul por el esposo de la reina Isabel II de Inglaterra.
La camioneta Land Rover que conducía el príncipe Felipe chocó con un automóvil Kia cuando salía de un camino para incorporarse en la carretera. El príncipe salió ileso del accidente, pero la conductora del otro auto y su acompañante resultaron heridas.
Andrés de York : reclamos a su madre y fiestas con su amigo Jeffrey Epstein
La reina Isabel y Felipe tiene cuatro hijos Carlos (70), Ana (69), Andrés (59) y Eduardo (55) pero el duques de York es su gran debilidad. Pese a ser muy estricta cuando se trata de modales y protocolo, la Reina perdona y permite a Andrés lo que prohíbe a otros miembros de la familia. En los últimos años dos asuntos personales pusieron en el foco mediático al príncipe de 59 años.
Uno tiene que ver de nuevo con su amistad con Jeffrey Epstein, el multimillonario acusado de haber explotado sexualmente a decenas de adolescentes, que se enfrentaba a 45 años de cárcel, y que se quitó la vida el pasado agosto, y el otro, con su ex esposa Sarah Ferguson que retomó un papel protagónico en la vida del duque tras un escandaloso divorcio.
Epstein era muy cercano del duque desde hace muchos años y el nombre del príncipe está entre los documentos que se investigan en un juzgado de Manhattan donde se sigue la causa de varias mujeres que denuncian abusos en una red dirigida por el fallecido empresario.
El duque de York fue señalado como el responsable de tocar el pecho de una menor y cometer otros actos contra al menos dos víctimas en la mansión neoyorquina del financista.
“Él sabe lo que ha hecho”. Con esas palabras Virginia Giuffre aseguró que cuando tenía 17 años fue obligada por el magnate a tener sexo con el hijo de la reina Isabel II.
Las declaraciones de Giuffre sobre Andrés de York se referían al comunicado que el británico emitió tras conocerse la nueva denuncia en su contra. En el texto, el duque de York aseguraba que jamás “vio, fue testigo o sospechó de ningún tipo de comportamiento de la clase que consecuentemente llevó a ser arrestado y encarcelado” a Epstein.
No es la primera vez que Giuffre acusa públicamente al hijo de Isabel II, octavo en la línea de sucesión al trono británico. Él negó los hechos en varias ocasiones. Incluso Isabel como Felipe de Edimburgo desde el Palacio de Buckingham salieron en su defensa. “Se niega enfáticamente que el duque de York haya tenido alguna forma de contacto o relación sexual (con Giuffre). Las acusaciones hechas son falsas y sin ningún fundamento”.
Sarah Ferguson y el príncipe Andrés viven juntos en el Royal Lodge, una casa catalogada de grado II en Windsor Great Park en Berkshire, Inglaterra, pese haberse separado en 1992 y divorciado en 1996. Así lo confirmó la misma duquesa en una cena con periodistas organizada por el billonario estadounidense Ernie Boch Jr., en el que ha bromeado sobre vivir con su ex marido.
“Sí, vivo con mi príncipe, que es el príncipe más lindo de todo el mundo”, bromeó la madre de las princesas Eugenia –casada recientemente con Jack Brooksbank– y Beatriz de York.
Ferguson, hace años, atribuyó su divorcio, del que ha hablado en más de una ocasión con la prensa, a los constantes viajes del príncipe con la Royal Navy y, según contó, incluso tuvo que pasar por su primer embarazo sola porque el príncipe estaba casi siempre fuera del país.
Al separarse del príncipe se vio afectada la reputación de Fergie (capturada por una cámara oculta del ex periódico sensacionalista News of the World intentando vender a un falso empresario contactos comerciales con su ex marido a cambio de dinero), e incluso fue apodada cruelmente entre los británicos como the duquess of Pork (la duquesa del cerdo) tras ser cazada por los paparazzi tomando el sol en topless y en actitud obscena junto al empresario estadounidense John Bryan.
Fergie “limpió su imagen” y en 2018 apareció como un miembro más de la familia real. Estuvo invitada a la boda del príncipe Harry y Meghan Markle, y también fue protagonista del enlace de su hija Eugenia y tras esta vuelta pública a la corte británica se ha erigido como defensora de la buena relación entre Kate Middleton y Meghan Markle. Ante la prensa, comparó a falsa enemistad que los medios publicitaban entre la duquesas de Cambridge y la de Sussex con la que intentaron dibujar cuando ella era cuñada de Diana de Gales.
La reina parece que acepta el acercamiento de la pareja pese al pasado escandaloso de Fergie . No sucede lo mismo con Felipe de Edimburgo quien se muestra reticente a aceptar otra vez a Ferguson como miembro de la familia. Este verano, de hecho, la duquesa tuvo que marcharse del castillo de Balmoral cuando llegó Su Alteza.
La reina de Inglaterra siempre tuvo que mediar entre sus cuatro hijos y sus roles en la corona. Dicen que Andrés siempre se sintió desplazado en la familia no solo por su hermano Carlos, también por sus sobrinos, es especial por los príncipes Harry y William.
La prensa británica publicó en 2016 que el príncipe Andrés quería que su madre asignara a sus dos hijas, Beatriz y Eugenia, funciones oficiales a tiempo completo. Además, reclamaba un lugar para él y su familia en el Palacio de Kensington, una petición que, al parecer, fue negada por Carlos de Inglaterra.
En la carta dirigida a la monarca, cuyo borrador fue originalmente redactado por la secretaria personal del duque, Amanda Thirsk, su segundo hijo varón se lamenta de que tanto los duques de Cambridge como el príncipe Harry (todavía no estaba casado con Meghan Markle) llegaran a hacer sombra a las princesas cuando fallezca la soberana y Carlos se convierta en rey.
Carlos: divorcio de Lady Di para casarse con su amante
Con conocimiento de todo y actuando como si no supiera nada, la reina Isabel II protegió y cuidó al príncipe Carlos en sus encuentros secretos con su amante, Camilla Parker Bowles, mientras aún seguía casado con Lady Di. Un affaire que nunca se detuvo y terminó en matrimonio gracias a la reina. La mismísima Diana Spencer reconoció en televisión que “siempre fueron tres en su matrimonio”.
Isabel II siempre se mostró distante de quien fue su nuera, Diana Spencer, que se convirtió en poco tiempo en La Princesa de Pueblo y fue amada dentro y fuera de Gran Bretaña.
Antes de anunciar su compromiso en 1981, Lady Di y el príncipe Carlos solo tuvieron 12 citas. Cinco meses después, casi sin conocerse, ya estaban casados. Diana tenía 19 años y Carlos alcanzaba los 32.
El hijo del medio de la reina Isabel II se separó de Diana en 1992, pero el divorcio no fue oficial hasta 1996, un año antes de la trágica muerte de Lady Di. Tratando de escapar de los paparazzi, la madre de Harry y William falleció a los 36 años en un accidente de tránsito en el interior del puente Alma de París junto a su pareja, el millonario Dodi Al-Fayed.
La consorte del heredero de la corona británica vivió prácticamente escondida por el acoso de la prensa y fue una de las mujeres más odiadas en Reino Unido por ser la otra. Tras la muerte de Lady Di a los 36 años, Camila se convirtió en la compañera extraoficial de Carlos en muchos actos públicos.
El 9 de abril de 2005, un día después los funerales por el papa Juan Pablo II, Carlos se casó con Camilla gracias al permiso y bendición de su madre en una ceremonia civil celebrada en el ayuntamiento de Windsor. Con el matrimonio, Camila recibió el título de duquesa de Cornualles ya que no fue aceptable considerarla princesa de Gales, por respeto a la difunta Diana de Gales.
Eduardo, el hijo más mimado y alejado de la corona
El hijo más chico de la reina Isabel II es el príncipe Eduardo de Inglaterra, conde de Wessex. Nacido en 1964 en el palacio de Buckingham, su figura dentro de la familia real siempre generó curiosidad, debido principalmente a su relación con su hermano, el príncipe Carlos de Inglaterra, y a las polémicas en torno a sus ocupaciones empresariales y a su matrimonio con Sophie Rhys-Jones, condesa de Wessex.
Tras licenciarse en Historia en la Universidad de Cambridge en 1986, se alistó en los Royal Marines antes de comenzar de manera oficial con su actividad dentro de la Casa Real. La decisión de abandonar antes de su graduación para dedicarse a su verdadera pasión, la producción teatral y televisiva, fue sorpresivo.
Sophie no comenzó con buen pie su relación con la familia del príncipe Eduardo. El hijo menor de la reina Isabel II y la hoy condesa de Wessex se conocieron en 1993, en un evento de tenis. Su noviazgo duró 6 años hasta que contrajeron matrimonio el 19 de junio de 1999. Dueña de una empresa de relaciones públicas, la nuera de la reina fue acusada de utilizar sin reparos su posición real para atraer nuevos clientes a su negocio. Engañada por un periodista que se disfrazó de jeque árabe para hacerse pasar por un potencial cliente para su empresa, fue grabada criticando a la reina Isabel II, así como al príncipe Carlos y a su esposa Camilla.
Eduardo también tomó decisiones erróneas que contribuyeron a un distanciamiento, sobre todo con su hermano, el príncipe Carlos. Su empeño en la producción audiovisual lo llevó a empujar a la familia real a participar en 1987 en una especie de pelea medieval que fue televisada y que se llamó “It’s A Royal Knockout”. El propósito fue recaudar dinero para varias ONG. El éxito de audiencia en la BBC fue tremendo, pero la imagen de la monarquía quedó empañada, perdiendo seriedad.
Hoy, el conde de Wessex está volcado, en gran parte, en suplir el papel de su padre, además de representar a la Corona en el extranjero, sobre todo en bodas reales y en eventos deportivos.
La atención de la reina sería uno de los motivos del distanciamiento que parece existir entre él y el príncipe Carlos. Además, la voluntad por parte de Carlos de achicar de que el peso de la imagen de la familia real recaiga, sobre todo, en sus padres, en él, en su esposa y en sus hijos y las familias de estos, ha provocado que, con el tiempo, el papel de los tres hermanos hermanos del príncipe heredero perdieron visibilidad.
Harry : noches de fiesta, disfraz nazi y una esposa de Hollywood
A los 13 años marchó ante millones de televidentes detrás del féretro de su madre.Tras la muerte de su madre, Harry se rebeló y se portó como cualquier joven que estaba en pleno duelo. Era llamado el “niño terrible” por sus continuos escándalos. Pero un día se le fue de la manos. Dos semanas antes de que la reina Isabel encabezara los eventos nacionales en memoria de las víctimas del Holocausto, Harry apareció en la tapa del popular diario The Sun disfrazado de oficial nazi con uniforme militar color caqui y un brazalete con una esvástica.
Su hermano mayor, el príncipe William, de ese entonces de 22 años, asistió a la fiesta, aunque vestido con un inofensivo disfraz de león fabricado por él mismo.
Su accionar le generó a la reina problemas diplomáticos. La imagen desató una ola de indignación en Gran Bretaña y en el exterior, además de una invitación para que el príncipe visite el campo de concentración de Auschwitz, en Polonia.
“Lo siento mucho si causé alguna ofensa o vergüenza a alguien. Fue una mala elección de disfraz y me disculpo“, dijo Harry, pero fue suficiente para acallar las críticas desde todo el arco político británico, organizaciones judías y hasta el gobierno de Israel.
Desde Tel Aviv, el canciller israelí, Silvan Shalom, condenó el incidente y señaló que vestir ese disfraz hace que el Holocausto “no parezca tan terrible como realmente fue”.
No era la primera vez que Harry ocupaba la tapa de los diarios británicos. Había sido denunciado por una profesora de hacer trampa, golpeó a un pararazzi tras salir borrocho de una disco en Londres y fue retratado desnudo en una suite de Las Vegas.
Hoy Harry está casado con Meghan Markle y es padre de Archie, nacido el pasado 6 de mayo, pero aún sigue en la portada de los tabloides de la prensa. Su estilo de vida de lujos junto a la ex actriz estadounidense a costa de los dineros de los contribuyentes tiene enojados a los británicos. Su comportamiento es muy distinto al de su hermano William y su esposa Kate Middleton, que intentan siempre mostrarse como un matrimonio “común” y respetando el protocolo.
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