“Eso te enseñará a no conducir por el agua”: la terrible respuesta de una operadora del 911 a una mujer que se ahogaba

En los 22 minutos que duró la conversación, la asistente Donna Reneau cuestionó a la víctima, le reprochó su imprudencia y le contestó de forma “insensible e indiferente” (Video: 911)

Con el agua a la altura del pecho, atrapada dentro del auto y aterrorizada, Debra Stevens sacó su teléfono y marcó las teclas 911. Aquella madrugada del 24 de agosto, completaba su ronda como repartidora del diario Southwest Times, en Arkansas, cuando su vehículo se vio arrastrado por una feroz inundación.

“Tengo una emergencia, una emergencia severa”, gritó al contactar al 911.

Al otro lado del teléfono se encontraba la operadora Donna Reneau. El servicio de emergencias se había saturado en cuestión de minutos por las llamadas entrantes de auxilio de ciudadanos desesperados que se habían quedado atrapados en el agua. Debra, abrumada y aterrorizada porque no sabía nadar, seguía gritando nerviosa, y no era capaz de facilitar su ubicación. 

“No puedo salir y estoy muerta de miedo. Señora, ¿puede ayudarme por favor?”, rogó la víctima.

El agua continuaba filtrándose en el vehículo. Debra no sabía su localización y no podía tocar la bocina, ni escapar del agua. “Voy a morir”, repetía una y otra vez. Sus nervios se agudizaron y también, sus sollozos. 

“No sé por qué se altera así. Se está volviendo loca y no está consiguiendo más que perder su oxígeno, así que cálmese”, le exigió la operadora, mientras trataba de dar con la localización de la repartidora.

Esa, sin embargo, no fue la única respuesta tosca e insensible que Debra escuchó minutos antes de morir. Donna Reneau la cuestionó, se mostró “indiferente” e incluso, le dio lecciones, durante los 22 minutos que duró la llamada, hasta que los gritos desesperados de la repartidora se ahogaron bajo el agua. Ahora, ante la presión mediática, la policía de Forth Smith accedió a difundir el audio íntegro de la llamada de emergencias.

“Así aprenderás a no conducir por el agua”

A la izquierda, Debra Stevens, a la derecha, Donna Reneau (Foto: especial)
A la izquierda, Debra Stevens, a la derecha, Donna Reneau (Foto: especial)

Debra le explicó a la operadora que no se había metido voluntariamente en la corriente.Salió del estacionamiento de un bloque de apartamentos y cuando entró en la carretera principal, la sorprendió la crecida del agua. Pero sus palabras no convencieron a Donna Reneau.

“Señora, el agua me está llegando al pecho”, le advirtió Debra, aún en el interior del auto.

“Yo sé que al agua te llega al pecho. Sólo quédate conmigo al teléfono. Tengo a un agente y al departamento de bomberos yendo a por ti, así que aguanta por favor”, respondió la trabajadora de emergencias.

“Gracias. Lo siento si estoy siendo grosera, pero estoy asustada”, se disculpó la repartidora.

“No, no eres grosera, sé que estás asustada, pero tienes que calmarte”.

“Estoy asustada, nunca me ha pasado algo así antes”.

“Eso te enseñará a no conducir por el agua la próxima vez. No veo cómo no lo viste, tenías que pasar por encima, así que… El agua no aparece de pronto”, le reprochó la operadora.

“Rece conmigo” 

En un momento de la llamada, Debra siente ganas de vomitar, y se lo comunica a la asistente.

“Estás en el agua, no importa si vomitas”, contesta despreocupada Donna Reneau.

Minutos después, la mujer teme por su vida, y entiende que si no la localizan pronto, morirá ahogada. Entonces, le pide a la funcionaria que rece por ella.

“Hágalo usted. Empiece usted con la oración”, volvió a contestar distante la operadora.

Sin molestarse por la respuesta de la funcionaria, Debra comienza a rezar: “Por favor, ayúdame y sácame de estas aguas querido padre”, ruega la repartidora.

“Está respirando bien porque me está gritando”

Dos semanas antes de la inundación, la operadora había comunicado que dejaría su trabajo, y en la madrugada del 24 de agosto estaba cumpliendo su último turno (Foto: especial)
Dos semanas antes de la inundación, la operadora había comunicado que dejaría su trabajo, y en la madrugada del 24 de agosto estaba cumpliendo su último turno (Foto: especial)

En los minutos finales de la llamada, el auto de la víctima empezó a moverse por la corriente.

“Oh, señor, ayúdame”, imploró Debra. “¡Voy a morir!”, le dijo a Donna Reneau, tras explicarle que no podía respirar.

“Señora Debbie, está respirando bien porque me está gritando. Así que cálmese”, le contestó tajante la operadora.

Pero entonces, los gritos de Debra se tornaron agónicos.

¿Señora Debbie?, ¿Señora Debbie?, insistió Donna. “Oh Dios mío. Parece que ahora está bajo el agua”.

La operadora no incumplió las políticas departamentales

La llamada se cortó a las 05:00 am de la madrugada del 24 de agosto, pero los bomberos no localizaron a Debra Stevens hasta 58 minutos después. Se había ahogado dentro del auto, y aunque los paramédicos intentaron reanimarla, no pudieron hacer nada por ella.

Tras la difusión de la llamada, el Departamento de Policía de Fort Smith defendió a la operadora, y dijo que aunque algunas de sus respuestas sonaran “insensibles e indiferentes”, ella no había incumplido con la normativa departamental y había realizado su trabajo diligentemente al agilizar a los servicios de emergencias para que localizaran y asistieran a la señora Debra Stevens.

A pesar de que pudo “no haber comprendido o entendido la gravedad de la situación no hizo nada criminalmente incorrecto“, dijo el jefe interino de la policía, Danny Baker.

“Ni siquiera iría tan lejos como para decir que violó las políticas”, añadió.

Aunque en opinión del Departamento, la operadora no cayó en ninguna omisión, la presión mediática llevó a la policía de Fort Smith a abrir una investigación interna para analizar si se incumplió alguna política durante la llamada. El portavoz de la policía, Aric Mitchell, confirmó a la cadena CNN que Donna Reneau había anunciado hacía dos semanas que dejaba su trabajo, y aquella noche cumplía su último turno como asistente del 911.

Scroll al inicio