DUBÁI, Emiratos Árabes Unidos .-— Dolientes iraníes comenzaron a reunirse el martes para los funerales y procesiones fúnebres por el presidente, el canciller y los otros fallecidos en un accidente de helicóptero, una serie de ceremonias organizadas por el gobierno que buscan tanto honrar a las víctimas como proyectar una imagen de fortaleza en el inestable Oriente Medio.
Para la teocracia chií de Irán, las manifestaciones multitudinarias han sido cruciales desde que millones de personas salieron a las calles de la capital, Teherán, para recibir al gran ayatolá Ruhollah Jomeini en 1979, durante la Revolución Islámica, y una década después, en su funeral. Se estima que un millón de personas participaron en 2020 en el cortejo fúnebre del general de la Guardia Revolucionaria Qassem Soleimani, quien fue asesinado por un dron estadounidense en Bagdad.
Está por ver si el presidente Ebrahim Raisi, el ministro de Exteriores, Hossein Amirabdollahian, y los demás fallecidos atraerán una asistencia similar, especialmente porque Raisi falleció en un accidente de helicóptero, llegó al poder en las elecciones con menor participación en la historia del país y durante su mandato se produjo una amplia represión de la disidencia. Las autoridades ya advirtieron en contra de cualquier celebración pública por su muerte y, desde el siniestro, en las calles de la capital se ha visto una fuerte presencia de las fuerzas de seguridad.
Raisi, de 63 años, parecía estar en la lista de posibles sucesores del líder supremo del país, el ayatolá Ali Jamenei, de 85 años. Su muerte pone esta elección en duda, sobre todo porque no hay ningún clérigo que pueda heredar el cargo antes las elecciones previstas para el 28 de junio.
“La muerte de Raisi se produce en un momento en el que el régimen islamista está consolidado”, escribió Alex Vatanka, experto en Irán del Instituto de Oriente Medio. “En el corto plazo, en Teherán no habrá vacío de poder; sin embargo, el Irán post Jamenei parece de pronto mucho menos predecible de lo que era unos días atrás”.
El martes por la mañana, el cortejo fúnebre encabezado por un vehículo que transportaba los féretros de los fallecidos, avanzó lentamente por las estrechas calles del centro de Tabriz, la ciudad más importante cerca del lugar donde se produjo el siniestro el domingo. Miles de personas vestidas de negro caminaban lentamente junto a los ataúdes, algunos arrojando flores, mientras un locutor lloraba a través de un altavoz por unos hombres a los que describió como mártires. El miércoles, un funeral presidido por Jamenei se convertirá también en una procesión.
Los ataúdes llegaron más tarde a Teherán donde se realizó una guardia de honor en el aeropuerto. Continuarán hacia la ciudad santa del seminario chiíta de Qom antes de regresar a la capital iraní.
Aún no está claro qué presencia internacional atraerá ese funeral, ya que Raisi enfrentó sanciones estadounidenses por su participación en ejecuciones masivas en 1988 y por abusos contra manifestantes y disidentes mientras dirigía el poder judicial del país. Irán, bajo el mando de Raisi, también envió drones bomba a Rusia para ser utilizados en la guerra contra Ucrania.
Con información AP
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