Qué es el falso sapo y por qué se lo considera el “santo grial” de los anfibios

En la última noche de una expedición de siete días, un grito triunfal atravesó la noche: “¡Telmatobufo!”. Los científicos vadeaban un arroyo frío, linterna en mano, para maravillarse ante el tesoro que tanto tiempo llevaban buscando en una grieta: un anfibio diminuto, de color marrón oscuroojos negros saltones, manchas anaranjadas brillantes y espalda abultada.

El sapo hermoso de las montañas de Chile (Telmatobufo venustus) es un raro anfibio que a menudo se confunde con un sapo debido a las protuberancias glandulares de su espalda. Esta especie pertenece a un antiguo clado de anfibios de cuando los continentes se unieron como Gondwana hace casi 200 millones de años.

Sus antepasados coexistieron con los dinosaurios, y los falsos sapos se desarrollaron al elevarse los Andes, adaptándose a la vida de montaña. Pero están más emparentados con las ranas de Oceanía que con las de Sudamérica, lo que las convierte en las únicas supervivientes de este linaje prehistórico en el continente. 

Hay cuatro especies de Telmatobufos, todas endémicas de Chile, pero son escasas y están amenazadas por la pérdida de hábitat.

“Los sapos hermosos son tan raros que siempre han sido como el santo grial de los herpetólogos”, dice José H. Grau, jefe de la expedición y biólogo especializado en genómica de la conservación en el Instituto Smithsonian de Biología de la Conservación.

José J. Nuñez, profesor de la Universidad Austral de Chile y director del proyecto, subraya la urgencia de los esfuerzos de conservación. Espera criar T. venustus en laboratorio y reintroducirlas en la naturaleza.

Núñez afirma que la secuenciación genética permitirá comprender mejor la evolución de este antiguo clado y cuestionar la creencia de que Chile no tiene anfibios venenosos

Hace referencia a relatos de principios del siglo XX sobre chamanes mapuches que utilizaban una rana de río para rituales curativos y conexiones espirituales, sospechando que estas ranas eran Telmatobufos, que posiblemente producían una toxina de sus glándulas.

“Nos esforzamos por proteger una especie que no sólo tiene un legado histórico debido a su antiguo linaje, sino también legados como patrimonio natural y cultural”, afirma Núñez.

Con información National Geographic

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