No es una sensación subjetiva: los días en la Tierra realmente se están haciendo más cortos. El 22 de julio de 2025, nuestro planeta completó una vuelta sobre su eje 1.34 milisegundos más rápido que las tradicionales 24 horas, convirtiéndolo en el segundo día más corto del año, apenas superado por el 10 de julio, que fue 1.36 milisegundos más breve.
Aunque estas fracciones de tiempo son imperceptibles para la vida cotidiana, representan un fenómeno científico importante que podría tener implicaciones tecnológicas globales. Desde 2020, los investigadores han observado una tendencia clara: la rotación de la Tierra se está acelerando, desafiando décadas —e incluso siglos— de estabilidad relativa.
¿Qué está acelerando la Tierra?
Durante milenios, la fuerza gravitacional de la Luna ha actuado como un freno natural sobre la rotación terrestre. Sin embargo, en los últimos años, se han identificado nuevas fuerzas que parecen estar acelerando ese reloj natural.
Los científicos apuntan a una combinación de factores como posibles responsables:
- El núcleo líquido de la Tierra, cuya dinámica interna puede alterar la velocidad de rotación del manto externo sólido.
- Corrientes oceánicas y atmosféricas, como la corriente en chorro, que transfieren momento angular y pueden acelerar levemente la rotación terrestre.
- El cambio climático, que está redistribuyendo masas de agua por el derretimiento de glaciares en Groenlandia y la Antártida. Este desplazamiento, aunque debería frenar la rotación al mover peso hacia el ecuador, parece estar enmascarando una aceleración más profunda.
“Sin el calentamiento global y el derretimiento del hielo, es posible que ya hubiéramos necesitado introducir un segundo intercalar negativo”, afirmó el Dr. Duncan Agnew, geofísico de la Universidad de California en San Diego.
El segundo intercalar negativo: un nuevo dilema para la ciencia del tiempo
Desde 1972, los relojes atómicos han necesitado ajustes conocidos como “segundos intercalares” positivos para mantener la sincronización con la rotación terrestre, que normalmente se ralentiza con el tiempo.
Sin embargo, el escenario actual plantea un desafío inédito: la posibilidad de restar un segundo en lugar de añadirlo. Esto se conoce como un “segundo intercalar negativo”, una medida que nunca se ha implementado y que podría tener efectos complejos en sistemas informáticos, redes de telecomunicaciones, navegación GPS y mercados financieros globales, que dependen de una sincronización ultraprecisa.
Según estimaciones actuales, hay un 40% de probabilidad de que se requiera este ajuste negativo antes del año 2035.
Un recordatorio del poder oculto del planeta
Aunque parezca un detalle técnico, este fenómeno es un recordatorio de que la Tierra es un sistema dinámico, profundamente interconectado, donde incluso el más sutil cambio geofísico puede tener efectos globales. Lo que comenzó como una medición de rutina del tiempo ha terminado por convertirse en una historia sobre el cambio climático, la dinámica interna del planeta y nuestra creciente dependencia de la tecnología de precisión.
Por ahora, los días continúan acortándose, milisegundo a milisegundo. Y los científicos, atentos, siguen tomando nota de cada giro.
Redacción
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