Después de 30 años y tres meses al servicio de la seguridad pública en el estado, el Primer Oficial Gerardo Velázquez, jefe de la Sección Motociclistas de la Guardia Civil Estatal (GCE), dio por finalizada una carrera llena de experiencias, memorias y aventuras en el servicio policial.
El experimentado elemento estatal dio hoy un paso a un nuevo espacio en su vida, agradecido por lo que cosechó durante su tiempo en esta corporación al servicio de todas y todos los potosinos.
Como cada día, alistó su uniforme, colocó sus insignias, entre ellas un par de alas doradas que siempre lo acompañan y lo distinguen como parte de la sección motociclistas.
Este miércoles fue un inicio distinto, se colocó por última vez sus guantes, su casco e inició un último recorrido a través de kilómetros tan conocidos para él en su caballo de acero en dirección a la comandancia, inmueble donde escribió valiosas y valerosas páginas en su carrera.
Conmovido por los años que transcurrieron como un soplo, el comandante “Geras”, como lo conocen y le dicen de cariño sus compañeros y amigos, se muestra listo para pasar la batuta a las nuevas generaciones de esta institución que con tanto cariño recuerda. En el año 1993 egresó de la entonces Academia Estatal de Policía, con tan solo 20 años de edad, iniciaba su trayectoria con la motivación de trabajar por un mejor San Luis Potosí.
Cada paso que dio, fue con la perseverancia de alcanzar sus objetivos, aún con las dificultades que apremian a todo elemento encargado del orden como lo es estar lejos de sus seres queridos, por varios meses o incluso años, sirvió fuera de su ciudad natal para brindar seguridad a las familias potosinas, mientras esperaba volver a estar con los suyos, seguro de poderles otorgar un mejor futuro y sustento.
A pesar de los sacrificios de mantenerse lejos de su familia en distintas etapas, menciona sentir orgullo al ver a sus hijos realizados: “a pesar de todo valió la pena”. Dos de sus hijos decidieron seguir sus pasos y lo ven con orgullo y principal referente gracias a su ejemplo de entrega y disciplina.
Acostumbrado a la adrenalina de las motocicletas, siempre se ha caracterizado por ser un agente vivaz, con valentía y espíritu de servicio. Un tiempo tuvo que separarse de su gran pasión al ser jefe de la zona Media y posteriormente retomó sus labores en la sección que años atrás lo ha visto crecer como profesional de la seguridad pública.
Sus ojos se llenan de lágrimas al recordar con dolor la recién pérdida de dos compañeros caídos en cumplimiento del deber. Son historias que no se superan con facilidad, no son las únicas que guarda en la memoria, pues le ha tocado vivir varias experiencias similares y agradece el poder haber ayudado en lo que estuvo en sus manos, sin miedo y sin tregua, combatiendo a la inseguridad y luchando por sus hermanos de sangre azul.
Desempeñar sus funciones operativas a bordo de una motocicleta no es tarea fácil, incluso varios de los aspirantes han decidido separarse de la sección al no poder cumplir las habilidades que se requieren, pero se muestra satisfecho con el equipo que deja, contemplando la unión que no es de un día, sino de años de trabajar como una familia, bajo los principios de responsabilidad, certeza, pero sobre todo ese espíritu de servir y proteger a las familias potosinas con el valor del compañerismo, porque como bien indica: “pasas más tiempo aquí que con tu familia, ellos no sólo son mis compañeros, son mi segunda familia y también me duele dejarlos”.
Con la voz entre cortada, brindó un emotivo mensaje a quienes integran esta sección de motociclistas, mujeres y hombres le escucharon atentos, conmovidos por el fin de un ciclo, pero agradecieron por las enseñanzas del jefe “Geras”, quien sembró en cada uno de ellos el amor por la policía, por servir y honrar su uniforme.
Una última alerta del Operador del Centro de Control, Comando, Comunicaciones y Cómputo (C-4) fue parte de su despedida en esta tarde: “recuerda que siempre serás parte de este quipo llamado Guardia Civil Estatal, enhorabuena comandante, nuestros mejores deseos ahora que embarcas a un nuevo destino, a donde quiera que vayas”.
Hoy, lo abrazan sus hijos e hijas, felices de ver lo que su padre ha logrado, orgullosos de su fortaleza y del cariño que sembró en cada uno de los elementos a su cargo. Ser policía es una labor que no se olvida, “una vez que inicias, no lo puedes dejar, aun cuando ya no portes tu uniforme, es una pasión con la que se nace y se muere”, y que sin duda nos demuestra que elementos como el comandante Gerardo, dejan una huella imborrable que perdurará en la historia de la Guardia Civil Estatal. ¡Enhorabuena! Muchas gracias por el tiempo y vida otorgados al servicio de la seguridad.
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