Seis hombres y una mujer, miembros de la célula delictiva de Los Zetas, fueron sentenciados a 35 años de prisión por su relación con delitos de narcotráfico en el estado de Coahuila.
Los sicarios tenían un rol específico dentro del cártel, ya que algunos fungían como halcones o vigías, recababan el dinero de la venta de droga, aseaban casas de seguridad y contabilizaban el producto de las actividades ilícitas.
Los sentenciados por narcotráfico son Víctor “M”, con una multa de 94,972 pesos; Daniel “C” y Francisco “V”, con 25 años de prisión y una multa de 80,797 pesos; Sergio “A” F, Florentino “T”, Vladimir “G” y Dora “G”, pasarán 22 años en la cárcel y fueron condenados a pagar una multa de 77,962 pesos.
Todos ellos fueron condenados por un juez por delincuencia organizada, delitos contra la salud en su modalidad de posesión de drogas con fines de comercio, operaciones con recursos de procedencia ilícita y posesión de cartuchos de armas de fuego de calibre exclusivo para las Fuerzas Armadas.
De acuerdo a un informe de la Fiscalía General de la República (FGR), los narcos fueron detenidos en abril de 2011 por elementos de la Secretaría de la Defensa Nacional.
En el momento de la captura también se encontraban dos mujeres, a quienes un juez otorgó 22 años de prisión.
Ambas condenadas, Norma Isabel Limón y Diana Janeth, trabajaban para Los Zetas. Ellas portaban armas de uso exclusivo del Ejército y al rededor de 10,000,000 de pesos.
Las sentenciadas permanecerán internas en le Centro Federal de Readaptación Social Femenil número 16 en Morelos.
El poder de Los Zetas en México
El colectivo “Pueblos Unidos Contra la Delincuencia” acusó a la justicia de apoyar a Los Zetas. Hicieron un llamado a la población para que se levanten armados y encontrar a los delincuentes.
(FOTO: MARCO POLO GUZMÁN HERNÁNDEZ /CUARTOSCURO.COM)
La historia de los Zetas no fue muy duradera, pero el legado que dejaron los colocó como uno de los grupos criminales más violentos y sanguinarios que se hayan conocido nunca.
Creado a finales de los años noventa, el cártel se formó con soldados desertores el ejército mexicano y de la policía federal.
La información oficial señala que en 1997 un teniente desertor del ejército, de nombre Arturo Guzmán Decena, fue el encargado de reclutar a militares de élite para el Cártel del Golfo que encabezaban Juan García Abrego y Osiel Cárdenas Guillén.
Informes oficiales, investigaciones periodísticas y académicas reportaron que en su formación participaron 14 ex militares, a quienes llamaron el “grupo de los 14” o los Zetas primera generación. Progresivamente se fueron sumando más elementos hasta llegar a 67.
El pasado militar de algunos de sus líderes estuvo comprobado. En 2003 la Procuraduría General de la República (PGR) tenía ubicados a los 31 integrantes fundadores, de los cuales cinco habían alcanzado en el Ejército el grado de teniente, cuatro de subteniente, tres de sargento, y tres de cabo, mientras que el resto no habían pasado de ser soldados razos.
El cártel aplicó la táctica de la propagación del terror civil. A mayor salvajismo, más miedo entre la población, más sometimiento de las autoridades y más silencio en los medios. Ellos fueron los primeros en recurrir a métodos como la decapitación, el desmembramiento de cuerpos o el “guisaso”, que consistía en disolver los cadáveres en ácido o derretirlos en contenedores de aceite.
Tres de los episodios que más han quedado marcados en la piel de México fueron autoría de esta organización: el asesinato de 72 migrantes en Tamaulipas (2010), la desaparición masiva de personas en la comunidad de Allende (2011), y la masacre de inocentes en el Casino Royale (2011).
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