Ya ha transcurrido una década desde el accidente que lo cambió todo para Michael Schumacher y para su familia. Fue el 29 de diciembre de 2013, justo un año después de su retirada como piloto de F1, mientras esquiaba en las vacaciones familiares de Navidad, junto a su hijo Mick (que tenía 14 años) en la estación alpina de Meribel (Francia). Diez años después, las principales noticias sobre el estado de salud de Michael Schumacher datan de 2014, cuando salió del coma y fue trasladado a Suiza; primero a un hospital en Lausana y luego a su casa de Gland, en septiembre de ese mismo año.
Allí ha recibido la visita de personas contadas, aparte de su familia. Ross Brawn, su director en Benetton, Ferrari y Mercedes, y Jean Todt su jefe en la era dorada de Ferrari, que todavía dice acudir a veces para estar con Michael en casa y ver alguna carrera de F1. “Es diferente y está maravillosamente guiado por su esposa e hijos que lo protegen. Su vida es diferente ahora y tengo el privilegio de compartir momentos con él. Eso es todo lo que hay que decir. Desafortunadamente, el destino lo golpeó hace diez años. Ya no es el Michael que conocimos en la Fórmula 1″, ha dicho recientemente en una entrevista en ‘L’Equipe’. Es lo más cercano que se pueda aproximar a un parte médico. La familia, a partir de abril de 2014 levantó un muro protector en torno al heptacampeón del mundo, una barrera para poder seguir con una vida normal y anónima en lo posible para su mujer, Corinna, y sus hijos, Gina Maria y Mick.
Han pasado 10 años y muchos detalles han quedado diluidos en el tiempo desde que aquel diciembre, en los días anteriores y posteriores a la Nochevieja, en los que los periodistas esperábamos noticias en la puerta del Hospital de Grenoble. En las primeras jornadas, Sabine Kehm, su mánager, informaba a los cientos de medios destacados en la ciudad alpina. Luego se decidió que sólo cuando hubiera novedades relevantes.
Los helicópteros, llegando cada 20 minutos al centro médico, no cesaban de recordar que los accidentes en la nieve, y más en temporada alta, son continuos en los Alpes. Muchos de ellos graves o mortales, pero ninguno tan impactante y paradójico como el sufrido por alguien que había estado más de 20 años viviendo en el riesgo más extremo de la velocidad en la F1. El piloto más famoso del siglo XXI, conocido en cada rincón del planeta.
El accidente
Pese a ser un esquiador de un nivel óptimo, “de lo mejor que he visto no siendo profesional”, según Hubertus von Hohenloe, olímpico de esquí por México en varias ocasiones, y que compartió jornadas en la nieve con Michael, la fatalidad llegó en un tramo muy sencillo.
Pasadas las 11.00 de la mañana, Schumacher descendió hasta una intersección entre dos pistas de la estación francesa de Meribel, una roja y una azul. Siguió por una de ellas, a una velocidad normal, hasta salir de los márgenes balizados, se descontroló al tocar contra una primera piedra, y se venció hacia adelante. La roca con la que se golpeó, y que partió su casco, se encontraba a ocho metros del borde señalizado y él cayó un metro más allá. Se dijo en su momento que había sido una imprudencia, que había actuado de forma temeraria, pero Sabine Kehm aclaró que lo hizo “para prestar ayuda a un esquiador que se había caído”.
Problemas en el rescate
Stephane Bozon, el coordinador de emergencias que socorrió a Michael Schumacher, relató los primeros instantes tras la caída: “Recibimos la llamada de los rescatistas de montaña, que cuidaron a Michael Schumacher en la pista. Nos dijeron que aterrizó sobre su cabeza y sufrió una lesión grave en ella. Inmediatamente despaché el helicóptero para que fuera a la zona. Todavía recuerdo que los médicos de emergencia del helicóptero tuvieron problemas en las laderas, debido a lo complicado de la zona del accidente”, contaba unos días más tarde.
El helicóptero se dirigió en un primer momento al pequeño Hospital de Moutiers, aunque durante el trayecto el estado de un Schumacher, hasta entonces consciente, empeoró drásticamente. Una vez perdió el conocimiento y precisó ser intubado, el piloto recibió el mensaje de cambiar el rumbo hacia Grenoble.
Estado crítico
Tras llegar al Centro Hospitalario Universitario de la ciudad francesa Schumacher fue intervenido de urgencia para aliviar la presión intracraneal de su cerebro. El doctor Jean-François Payen, jefe de neurocirugía, emitía un primer parte médico. “Está en una situación crítica. Se puede decir que su pronóstico vital está en entredicho. Su estado es muy grave. Por el momento, no podemos decir nada sobre el destino de Michael Schumacher. Es demasiado pronto para comentar sobre los posibles efectos en el paciente. Podemos decir que Michael vive una situación comprometida muy grave. Nuestro objetivo es limitar el aumento de la presión intracraneal y que la oxigenación de su cerebro sea correcta”, decía en su primer parte ante los medios. Alguien de su equipo aclaraba que “una persona que hubiese sido víctima de ese choque sin casco no habría llegado hasta aquí“.
Segunda intervención
El día 30 de diciembre, por la noche, se sometió a Schumacher a una segunda intervención para intentar drenar parte del gran edema acumulado en su cerebro. “El paciente experimentó una leve mejoría de la presión intracraneal, que nos llevó a realizar un TAC sin ningún riesgo inútil. Mostró ciertos síntomas que eran relativamente estables, no había signos de empeoramiento de la situación inicial. Debatimos todos los médicos y decidimos una intervención quirúrgica que no estaba prevista y que nos permitió tratar de una forma más eficaz la elevación de la presión intracraneal”, desveló el doctor Payen, el día 31.
“En la operación, que comenzó a las 22:00 horas y duró dos horas, se drenó el hematoma situado en el área izquierda del cerebro, y se le instaló un dispositivo para hacer disminuir la presión intracraneal. Todavía hay muchas hemorragias. La intervención tuvo cierta eficacia y ha permitido que a lo largo de la mañana se haya evacuado el hematoma de forma correcta y satisfactoria. No obstante, todavía hay muchas hemorragias cerebrales”, precisó el jefe del servicio de neurocirugía del centro hospitalario de Grenoble. “No podemos decir que esté fuera de peligro, pero hemos ganado un poco de tiempo en la evolución del paciente”, decía abriendo la puerta a que saldría con vida del momento crítico inicial. Al día siguiente, se cerró cualquier otro tipo de información oficial sobre el piloto alemán.
Salida del coma
El 16 de junio de 2014, un comunicado de la familia enviado a los medios decía: “Michael ha dejado el CHU Grenoble para continuar su larga fase de rehabilitación. ¡Ya no está en coma!” informaba sin más detalles. “Su familia desea agradecer a todas las personas que le han enviado sus buenos deseos a Michael. Estamos seguros de que lo ayudaron. De cara al futuro, pedimos que se entienda que su rehabilitación tendrá lugar en privado”, añadía. En el curso de los 170 días que pasó en el hospital, las noticias sobre su recuperación fueron de un extremo a otro: pasaron de “pequeños signos positivos” a “intentos fallidos” de sacarlo del coma, pasando por “estados momentáneos de conciencia”. En este punto, Michael había despertado.
A Suiza
El 20 de junio, Michael fue trasladado desde el Hospital de Grenoble, al Vaudois de Lausana y además trascendieron varios datos sobre su estado. El motivo no era estrictamente el de una mejoría repentina. Simplemente, en Grenoble ya no se podía aportar nada más a su recuperación de lo que permitía cualquier otro sitio especializado en neurología.
Ya no había riesgo de muerte inminente de semanas antes y Suiza era un lugar en el que su familia iba a tener un acceso aún más directo e íntimo al paciente, pues el nuevo centro estaba dotado de unas mayores medidas de seguridad y muy cerca del domicilio del piloto.
Las posibles secuelas
En ese punto, comenzó de nuevo una retahíla de informaciones que especulaba con las posibles secuelas y el estado del piloto. ¿Realmente había despertado? Era la pregunta que se hacía todo el mundo y que no era fácil responder. Técnicamente, sí. Michael experimentaba periodos de consciencia de muchas horas. Incluso, en su traslado, los enfermeros que le acompañaron en la ambulancia hablaron de movimientos de cabeza y ojos abiertos. Se daba cuenta de lo que ocurría a su alrededor y de quién le acompañaba. No había imágenes, pues se les requisaron los móviles para que no pudieran tomar ni grabar imágenes. Se decía que rondaba los 50 kg. de peso, por los 75 de antes, por el largo periodo de inactividad muscular.
Ni comunicarse ni interactuar
También se dijo que se mantenía en un pseudocoma. Era muy complicado saber con exactitud la situación real, aunque algunos médicos hablaban ya de ‘síndrome de cautiverio’, un estado que se da en este tipo de pacientes que han sufrido daños cerebrales masivos. La prioridad era la estimulación cerebral para que recuperase las funcione básicas, como hablar y moverse.
Respiraba de forma autónoma
Ese es el avance que le permitió dejar la UCI en Grenoble y que pueda ser trasladado. En su habitación, según los medios alemanes, había una máquina preparada por si hubiera algún problema y hubiera que asistirle para respirar con urgencia. Se difundió que tampoco había probado alimento sólido desde el accidente, pues no podía digerirlo.
Estímulos motores
Se dijo en aquellos días que Schumacher estaba siendo sometido a una terapia para intentar activar la zona cerebral que regula la función motora. En Italia se publicó que estaba siendo estimulado de forma externa a través de un sofisticado artilugio llamado Erigo, de la firma Hocoma. Se trata de una cama robotizada o exoesqueleto, con el que se coloca al paciente de pie y se le mueven las extremidades. Es una manera de que el cuerpo recuerde el movimiento y reaccione. El movimiento se producía por el mecanismo y no por los impulsos del propio Michael. según contaban dichas informaciones.
Sólo los más allegados
Michael recibió muchas visitas en las primeras semanas y los tres primeros meses. Luego, la neumonía que coincidió con la retirada paulatina de la sedación (en el mes de abril), aconsejó que no recibiera visitas ante el riesgo de una infección respiratoria. Ross Brawn fue uno de los asiduos al principio, que le estimulaba con grabaciones de las conversaciones por radio, entre ambos, en las carreras con Ferrari. Luego se le aconsejó no volver. Felipe Massa tampoco regresó desde esas fechas, hasta mucho después.
Vuelta a casa
El 9 de septiembre de 2014 se producía otro comunicado importante sobre Schumacher. “A partir de ahora, la recuperación de Michael tendrá lugar en su casa. Teniendo en cuenta las heridas que sufrió, ha habido progresos en las últimas semanas y meses. Sin embargo, todavía queda un largo y complicado camino por delante. Nos gustaría extender nuestra gratitud a todo el equipo de cuidados de Lausana por su competente trabajo. Pedimos que la privacidad de la familia de Michael continúe siendo respetada y que se eviten los rumores sobre su situación”, comenta Sabine Kehm, la portavoz de la familia.
En ese momento, también se habló de que se habían invertido 12 millones en acondicionar una zona de la mansión de los Schumacher en Gland y que un equipo de hasta 15 personas, entre médicos y enfermeras, cuidaban en todo momento del piloto. Nada confirmado ni reconocido de forma oficial.
El tratamiento en París
Tras cinco años sin novedades en cuanto a su estado, en septiembre de 2019 saltaba la noticia de que Michael se encontraba en el Hospital Europeo Georges Pompidou de París, sometiéndose a un tratamiento secreto mediante infusión de células madre, llevado a cabo por el departamento de Cirugía Cardiovascular que dirige el doctor Philippe Menasché. ‘Le Parisien’ informaba que el centro médico se había convertido en “un búnker”. Sin embargo, pudieron hablar con uno de los enfermeros encargados de atender al ex piloto alemán. “Sí, él estaba en mi turno”, explicaba, “y te puedo asegurar que está consciente”, desvelaba.
Tras muchas especulaciones, sobre la naturaleza del tratamiento y de que podía tratarse de una terapia experimental, el cardiólogo Philippe Menasché negaba tal extremo: “Yo no hago milagros. Con mi equipo no estamos haciendo ningún experimento, término abominable que no se corresponde con una visión sería de la medicina”, aseguraba. “Ha habido muchos progresos en los últimos 20 años, pero lo cierto es que todavía sabemos muy poco de las células madre”, añadía en cuanto a las preguntas sobre Schumacher.
Un año después, en 2020, se especuló con otra visita a París y la posibilidad de una nueva operación, algo que la familia descartaba confirmar. Lo que sí es cierto es que en junio de 2020 fue visitado por Felipe Massa, su excompañero en Ferrari. “Sé cómo está, tengo información. Mi relación con él siempre ha sido muy cercana. Creo que lo principal de todo esto es que sabemos que su situación no es fácil, que está en una fase difícil, pero debemos respetarlo, como he hecho con la familia. No les gusta divulgar ninguna información, ¿y quién soy yo para hacerlo?”, afirmaba el brasileño.
Y desde entonces, otra vez silencio absoluto, apenas roto este mes de diciembre de 2023 por un nuevo documental, ‘Being Michael’, que contiene testimonios de cercanos y rivales en la pista. Su hermano Ralf Schumacher, también hablaba sobre cómo echaba de menos a Michael diez años después del accidente y desvelaba algunas mejoras. Quizá esos progresos sigan llegando en un futuro próximo para Michael.
Con información Marca
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