Por: Daniel Rangel
Cuántos de nosotros no desearíamos que el día tuviera más de 24 horas para terminar todas esas actividades cotidianas. Y es que hay gente que pareciera tener una lista interminable de quehaceres por realizar, desde actividades que no pueden posponerse, como el trabajo, hasta otras sociales u hogareñas de menor importancia.
En muchos de estos casos la gente deja de cumplir su palabra dejando al aire los supuestos compromisos que pactó con otras personas, y es ahí cuando empieza el hervor del problema.
“YO TENGO MUCHO TRABAJO”
Justificaciones y pretextos nunca faltarán para defenderse. Y si nos preguntamos si el tener mucho trabajo es una justificación o un pretexto, se tendría que analizar el caso, por supuesto.
Así como a alguien le puede salir una emergencia que no estaba programada en sus actividades planeadas del día y bien puede entenderse que no estaba en sus manos, también hay quien, por muy organizadita que tenga su agenda, no cumple con ella; sin olvidar a los que ni siquiera planean y van realizando sus actividades conforme las van sacando.
Esta podría ser una referencia para darnos cuenta de que la cantidad de trabajo no siempre es justificable, y menos ahora con las agendas y recordatorios que se pueden programar en los celulares.
LA IMAGEN DEL SER RESPONSABLE
Para muchos es muy importante hacer notar la imagen de ser alguien responsable, de manera que toman acciones para lograrlo, brillando así en diversas áreas como las laborales y las económicas.
Sin embargo, mientras se ensaña en pulir ese lado de la moneda, su cara opuesta se descuida ganando fama de ser desorganizado, inconstante, alguien en quien no se puede confiar tan fácil, tras fallarles a muchos una y otra vez. No es lo mismo fallar 3 de 10 veces, que 8 de 10.
¿Cómo es que se puede ser más dedicado y responsable en el trabajo y al mismo tiempo ganarse mala fama de desorganizado e irresponsable? Por los beneficios y costos que tiene cada una.
Por ejemplo, con el trabajo: si se cumple, se suman puntos para canjearlos más adelante, como pedir un aumento; si se incumple se puede ganar un regaño, una sanción o ser despedido.
A diferencia de una reunión con un amigo: si se cumple, se la pasan bien y generan confianza; si se incumple cancelando la salida, no tiene mayor trascendencia, se pospone y ya.
El orgullo que se puede sentir por hacer brillar la imagen de ser responsable e importante tiene potencial para macular la imagen pública si la falla con el incumplimiento es constante.
EL INTERÉS TIENE PIES
Recuerdo aquella vez cuando me mantenía en contacto con una «amiga» a través de mensajes durante un período considerable de tiempo, hasta que le propuse reunirnos. Dada la comunicación
que manteníamos, esperaba leer una sugerencia de fecha para reunirnos; sin embargo, su respuesta fue: «¡Ay, espero que sí porque no tengo tiempo de nada!».
Simplemente no nos vimos. Al poco tiempo, subía fotos en restaurantes, bares, cafés, en muchas ocasiones.
La conclusión nos la da, una vez más, los sabios refranes populares: el interés tiene pies.
Nadie tiene tiempo para aquello que no le convenga o le desagrade; entonces, no es que «no tengas tiempo de nada», sino que no tienes tiempo para hacer algo que no te conviene o te desagrada; incluso tal vez no te desagrada del todo, pero está por debajo de otras cosas que prefieres hacer.
En otras palabras: uno se hace el tiempo para lo que considera importante. Si un dolor intenso de muela aparece de repente y la agenda de actividades está llena, ¿no se pospondrán algunas para poder atender ese intenso dolor?
CANCELA UNA Y OTRA VEZ
En algún momento habrás reservado un día y hora con una persona, y de último momento te canceló porque le salió «algo»; como bien dije antes, a veces son imprevistos que deben resolverse en ese momento. Pero en otras ocasiones salen nuevos planes, y que además se sabe con buena anticipación que coincide con el día y hora que ya se tenía reservado, y se cancela el evento que ya estaba por el nuevo.
Este ejemplo refuerza lo que hablé antes de las prioridades: ¿qué gusta y conviene más, de qué se tiene más ganas? Esta es la base sobre la cual uno mueve planes a su antojo.
Así que, ¿de qué no se tiene tiempo exactamente?…
CAUSAS DE LA FALTA DE TIEMPO
Falta de organización
La falta de planificación de los quehaceres diarios puede llevar a perder la noción del tiempo que se le dedica a una tarea, y con ello dejar de hacer, por falta de tiempo o por olvido, otras actividades. Por otro lado, para hacer efectiva la organización no solo hay que estructurar el día en un cuadernito, ¡sino ser contundente en su ejecución!
Establecimiento de prioridades
Somos volubles para modificar los planes cancelando y haciendo espacio para nuevos, y eso está condicionado por diversos factores: el estado de ánimo, el estado físico, los beneficios, el costo, las consecuencias negativas, la necesidad, el grado de urgencia, el deseo, la distancia, lo que representa la otra persona para nosotros, el clima, y quizá otras más. Así es como tomamos decisiones y establecemos prioridades.
Adicción al trabajo (ser «workaholic»)
Cualquiera podría sentirse orgulloso de ser una persona muy trabajadora; no obstante, el lado oscuro de esto es la irresponsabilidad del cuidado de la salud física y mental. Además, no solo se desatiende la salud, también las amistades, la familia, los proyectos personales…, y con altos costos. El problema de ser «workaholic» tarde o temprano se manifiesta a través de desequilibrios en el organismo por los cuales se pueden llegar al hospital; sin embargo, el verdadero problema a atender
es un aspecto psicológico. En pocas palabras, el trabajo es una tapa para mantener oculta la situación que se percibe amenazante.
COMERSE EL MUNDO DE UNA MORDIDA
La razón más frecuente con la que se justifica la falta de tiempo es el trabajo, y a partir de este hay diversas razones por las cuales se deja de mandar la cotización, de llegar a tiempo a una reunión, de arreglar la puerta, de juntarse con los amigos, de asistir a eventos familiares, e incluso de involucrarse en una relación de pareja. A veces uno no es responsable ni puede controlar algunas de estas situaciones, pero en otras tantas, sí.
Y como última nota, el trabajo también se puede delegar cuando la situación lo permita. Recuerdo una jefa que tuve que solía estresarse bastante al punto de querer llorar porque quería hacer la mayoría de las actividades de RH ella sola porque temía que sus subordinados no hicieran lo que les correspondía.
Lo gracioso de este escrito es que quienes «no tienen tiempo» probablemente no lo leerán; aun así, tírales la indirecta y compárteselos, quién quita que funcione. Yo me voy, y nos leemos.
Ci vediamo!
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