Palestinos en Oriente Medio conmemoran su “catástrofe” original con la vista puesta en Gaza

Palestinos en Oriente Medio conmemoraban el miércoles el aniversario de su expulsión masiva de lo que hoy es Israel con protestas multitudinarias y otros actos en toda la región en un momento de creciente preocupación por la catástrofe humanitaria en Gaza.

La Nakba, la palabra en árabe para catástrofe, hace referencia a los 700.000 palestinos que huyeron o fueron expulsados de lo que hoy es territorio israelí durante la guerra que rodeó a la creación del país en 1948.

Más del doble de esa cifra se han visto desplazados dentro de la Franja de Gaza desde el inicio de la última guerra, provocada por un ataque de Hamás sobre el sur de Israel el 7 de octubre. Las agencias de Naciones Unidas dicen que 550.000 personas, casi una cuarta parte de los 2,3 millones de habitantes del sitiado enclave, han tenido que trasladarse solo en la última semana debido al avance de las tropas israelíes sobre la ciudad sureña de Rafah, junto a la frontera con Egipto, y su regreso a algunas zonas en el norte.

“Vivimos la Nakba no una, sino varias veces”, dijo Umm Shadi Sheikh Khalil, que tuvo que abandonar su hogar en la ciudad de Gaza y ahora vive en una tienda de campaña en Deir al-Balah, en el centro del territorio.

Los refugiados y sus descendientes suman alrededor de seis millones y viven en campos de refugiados urbanizados en Líbano, Siria, Jordania y en la Cisjordania ocupada por Israel. En Gaza, son la mayoría de la población, y la mayoría de las familias proceden de lo que hoy en día es el centro y el sur de Israel.

Israel rechaza lo que los palestinos dicen que es su derecho a retornar porque, si se aplicase plenamente, podría dar lugar a una mayoría palestina dentro de sus fronteras.

RECUERDOS DOLOROSOS

Los campos de refugiados de Gaza han sido escenario de algunos de los combates más intensos de la guerra. En otros asentamientos en la región, los choques han revivido el doloroso recuerdo de episodios de violencia anteriores en un conflicto que dura varias décadas y no tiene fin a la vista.

En un centro para mayores en el campo de refugiados de Shatila, en Beirut, Amina Taher recordó el día en que la casa de su familia en Deir al-Qassi — ahora en el norte de Israel — se derrumbó sobre sus cabezas tras ser bombardeada por las fuerzas israelíes en 1948. La vivienda estaba al lado de una escuela que los combatientes palestinos utilizaban como base, dijo.

Taher, que entonces tenía 3 años, fue rescatada ilesa de entre los escombros, pero su hermana de apenas un año falleció. Ahora ve las mismas escenas en las noticias sobre Gaza.

“Cuando veía las noticias sufría un ataque de nervios porque me acordaba de cuando la casa se me cayó encima”, contó. ”¿Qué daño han hecho estos niños para que los maten así?”.

Daoud Nasser, que también vive en Shatila, tenía 6 años cuando su familia huyó de Balad al-Sheikh, cerca de Haifa. Su padre intentó regresar a la aldea en los primeros años después de 1948, cuando la frontera era relativamente porosa, pero se encontró a una familia judía viviendo en su casa, dijo.

Nasser afirmó que él también lo intentaría si la frontera no estuviera tan vigilada: “Correría. Estoy dispuesto a caminar de aquí para allá y a dormir bajo los olivos en mi propia tierra”.

UNA GUERRA SIN FINAL A LA VISTA

La última guerra comenzó con la incursión de Hamás en el sur de Israel a través de algunas de las mismas zonas por las que los palestinos habían escapado de sus pueblos 75 años antes. Los insurgentes mataron a al menos 1.200 personas, en su mayoría civiles, ese día y tomaron a otras 250 como rehenes.

Israel respondió con una de las peores campañas militares de la historia reciente, arrasando vecindarios enteros en Gaza y obligando a más del 80% de la población a huir de sus hogares.

Más de 35.000 palestinos han muerto en la ofensiva, según los datos del Ministerio de Salud de Gaza, que no diferencia entre víctimas civiles y combatientes. Naciones Unidas dice que en la Franja hay hambre generalizada y que el norte está en una situación de “hambruna total”.

Israel sostiene que su objetivo es desmantelar a Hamás y el regreso de los alrededor de 100 rehenes que siguen cautivos, además de los restos mortales de más de 30 más, luego de la liberación de la mayoría durante un alto el fuego temporal el año pasado.

Las tropas israelíes entraron en Rafah la semana pasada. El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha descrito la ciudad fronteriza como el último bastión de Hamás y ha prometido la victoria.

Pero los insurgentes se han reagrupado en otras zonas de la Franja, incluso en algunas de las más golpeadas, elevando la posibilidad de una insurgencia prolongada.

Los combates en Rafah han hecho que el cercano paso fronterizo de Kerem Shalom — la principal terminal de carga del territorio — sea prácticamente inaccesible desde el lado palestino. La toma israelí del lado gazatí del paso fronterizo de Rafah con Egipto ha provocado su cierre y una crisis en su relación con el país árabe. Los grupos humanitarios señalan que la pérdida de esos dos cruces ha paralizado los esfuerzos humanitarios en un momento en que las necesidades van en aumento.

En un comunicado el martes, el ministro de Exteriores de Egipto, Sameh Shoukry, acusó a Israel de “distorsionar los hechos” y condenó sus “intentos desesperados” de culpar a El Cairo del cierre continuado del cruce. Las autoridades egipcias han manifestado que el operativo israelí en Rafah amenaza el tratado de paz que firmaron hace décadas.

Durante meses, Egipto ha desempeñado un papel como mediador en los esfuerzos para lograr un alto el fuego entre Israel y Hamás y la liberación de los rehenes. La última ronda de conversaciones concluyó la semana pasada sin avance alguno.

Con información AP

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