Parezco una persona fría y dura, pero soy sensible

Se acerca la Navidad, fecha de expresión de amor y cariño, y bien podemos pensar en la tía dulce y amorosa que no le importa destilar miel y parecer ridícula. Por otro lado, hay personas duras, imposibilitadas por su propio encerramiento para abrazar o decir te quiero, pero detrás de esa piel de grinch hay una persona sensible que teme mostrar su lado sentimental públicamente, y en vez de eso, muestra frialdad.

Si el amor es algo que a cualquiera le gusta y le sienta bien, ¿por qué hay personas que se privan de las muestras de él al recibirlo y al brindarlo?

Amor: espada de dos filos

Si bien el amor nos fortalece, también deja ver nuestra forma más desarmada y vulnerable, pues no tenemos que defendernos de nada. A los niños se les puede expresar el amor tal como lo siente el corazón y recibirlo de igual forma, pues ellos no se van a burlar, ni a criticar, ni manipularán la ocasión para sacar ventaja y dominarnos. Si pensamos en un perro, igual. De los demás no podemos decir lo mismo, porque hemos sido heridos, defraudados y traicionados, incluso por aquellos que amamos.

Ese dolor marca tanto que naturalmente creamos defensas para protegernos de amenazas similares que puedan lastimarnos. Me dijo un paciente alguna vez: «Yo no lloro porque no quiero que pasen sobre mí otra vez como en el pasado». Este es un ejemplo de defensa, reprimirse para no experimentar al momento lo desagradable.

Las defensas consisten en ocultar aquellos afectos y pensamientos que el individuo considere que ponen en riesgo su integridad psicológica. De esta manera se pretende aparentar estar bien, aunque no sea así.

Si todos hemos sido lastimados alguna vez, ¿por qué algunos tienen sus defensas más cerradas que llegan a ser tan fríos?

Vivir reprimido es…

La respuesta a la pregunta anterior es sencilla: la profundidad de las heridas y cicatrices es proporcional al grosor de la coraza; así como las manos de alguien que va al gym son lastimadas por los roces de las mancuernas y desarrolla callos, psicológicamente ocurre lo mismo: se prepara el calibre necesario de las defensas para soportar los roces del corazón.

Ahora bien, no caigamos en el error de comparar la analogía con telas, donde el grosor es señal de calidad y por lo tanto es bueno. No, señor. Entre más grueso, más reprimido, y por lo tanto, más limitaciones a nivel intra e interpersonal.

Vivir reprimido es que un hombre no use el rosa para vestir por temor a que le digan afeminado, no poder decir lo mucho que amas a tu pareja por temor a que te vean débil, no poder abrazar a tus

hijos por vergüenza, expresar el aprecio que le tienes a alguien en tercera persona: «se le quiere», en vez de «te quiero». Si te identificas, tienes mucho por trabajar.

¿Cómo puedo dejar de vivir reprimido?

Bueno, esto no es posible del todo, pues la represión es necesaria para protegernos de aquello que sobrepasa aquello que podemos soportar o para proteger a otros de alguna estupidez nuestra.

Sin embargo, hay comportamientos que reprimimos que, de no hacerlo, podríamos elevar nuestro potencial y desenvolvernos mejor. Pensemos en el clásico tímido del salón que no participa en clases porque teme decir alguna barbaridad y quedar en ridículo frente a la clase. En cambio, si se quitara esa idea, participaría y probablemente tendría puntos extra, sería más popular o los compañeros le hablarían más.

Para lograr elevar nuestro potencial y desenvolvernos mejor en el día a día, es necesario luchar contra creencias absurdas, incluso aquellas que consideramos incuestionables porque son LA VERDAD. No es fácil ponernos contra las cuerdas, es un ejercicio duro, pero aquel que esté dispuesto a hacerlo, será libre de las ataduras de la represión.

Antes de despedirme, te dejaré un ejercicio. Responde a lo siguiente:

1. ¿Qué de malo tiene decir que te vas a echar un pedo?

2. ¿Cuál es el problema con hacer del dos en un baño que no sea el de tu casa?

3. ¿Qué te va a pasar si le dices “te quiero”?

4. ¿Qué te va a pasar si convives con alguien LGBT+?

5. Además de que se enojen tus papás, ¿qué pasaría si te haces ese tatuaje que tienes tantas ganas de hacerte?

6. ¿Qué pasará si se enteran que te gusta cierto artista?

Platícame cómo te va con el ejercicio. Mientras tanto, yo me voy.

Ci vediamo!

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